¡ESCRIBIENDO A DIOS¡
De vez en cuando, hay que escribirle a dios. No al Papa, ni al Dalai Lama, ni tampoco al Califa, ni al más ostentoso o humilde ministro religioso; simplemente, escribirle a dios, darse uno permiso para hablar con él, reírse y porque no, cuestionarlo. De vez en cuando, hay que conocer a dios. No la Biblia, ni el Sagrado Corán, tampoco los fascículos "Despertad" o "Atalaya"; simplemente conocer a dios, sentirlo a través de la música, el arte, la reflexión, la contemplación de la naturaleza. De vez en cuando, hay que reclamarle a dios, por su sordera, ceguera y terquedad. Por su infinita sabiduría que no parece sabia, por su omisión y eterna pasividad, de permitir un mundo desigual, esclavizado, en guerra y con mucha hambre. De vez en cuando, hay que tener valentía para aceptar a dios y darse cuenta, lo insignificante que somos, no solamente para el universo, ni para la existencia de la humanidad. Finalmente en esta vida, en nuestros destinos, pasamos