¡ESCRIBIENDO A DIOS¡
De
vez en cuando, hay que escribirle a dios. No al Papa, ni al Dalai Lama, ni
tampoco al Califa, ni al más ostentoso o humilde ministro religioso;
simplemente, escribirle a dios, darse uno permiso para hablar con él, reírse y
porque no, cuestionarlo.
De
vez en cuando, hay que conocer a dios. No la Biblia, ni el Sagrado Corán,
tampoco los fascículos "Despertad" o "Atalaya"; simplemente conocer a dios, sentirlo
a través de la música, el arte, la reflexión, la contemplación de la
naturaleza.
De
vez en cuando, hay que reclamarle a dios, por su sordera, ceguera y terquedad.
Por su infinita sabiduría que no parece sabia, por su omisión y eterna
pasividad, de permitir un mundo desigual, esclavizado, en guerra y con mucha hambre.
De
vez en cuando, hay que tener valentía para aceptar a dios y darse cuenta, lo
insignificante que somos, no solamente para el universo, ni para la
existencia de la humanidad. Finalmente en esta vida, en nuestros destinos, pasamos
más tiempos, muertos que vivos. ¡Por eso no somos nada, ni nadie¡. Sólo somos
... un pedazo infinito de dios.
Dios
esta en todas partes, ahí, allí y allá; arriba y abajo; atrás y adelante; dios
es esa es la lección que debemos aprender, dios está en la gratitud del amigo,
en el amor de los padres, en la admiración de nuestros semejantes, en el
enamoramiento de los amantes; dios está en la casa y también en el trabajo; en el
cielo y en la tierra; en el agua, en el fuego, en el viento; dios está en el
fluido de la electricidad, en lo que comemos y no comemos; en lo que bebemos y respiramos
en cada instante de nuestra vida.
Dios
está en este momento; en cada neurona de nuestro cerebro, en cada cromosoma de
nuestros genes, en la ley de la gravedad y en los electrones que se convierten
en ondas, que nadie ve, pero que existen; dios está en la relatividad del
universo y en cada pensamiento, en cada segundo del tiempo eterno y también en
el albedrío de nuestros actos. Dios está en la letra de los poemas y en las partituras
de las canciones; está en los trazos del dibujante y en la escultura más viva
de todas y todos, la que nos gusta tocar, sentir y explotar.
Dios
está en el relajo y también en la tristeza; en el aburrimiento y en el momento;
en la paz y en la guerra, en la tranquilidad y la hostilidad.
Dios
está en la maldad de mi enemigo, en la envidia, la injuria, el odio, en el soberbio y orgulloso; esta también tontamente, como cada acto incomprensible e indignante
que a veces, nuestra pequeña humana cabeza mortal no logra entender, pero si reprochar; está
ahí, pasivo, eterno, inmutable, inmovil, pero en constante acción; en cada bendición o maldición que hagamos, como queriendo equilibrar el universo, para
mostrarnos por siempre, la diversidad de conciencias, decisiones y errores de
nuestras vidas.
Dios
esta en este instante y estará también mañana. Tan grande y yo tan pequeño.
¡Algún
día estaré con dios y él, estará conmigo¡.