LA HISTORIA SECRETA DE LA DIRECCIÓN FEDERAL DE SEGURIDAD. LA "CIA MEXICANA".


Los servicios de inteligencia y espionaje, siempre han existido. Pero en la época contemporánea, nacieron a partir de quien fuera el Director de la Oficina Federal de investigación (FBI), John Edgar Hoover.

Hoover ingresó al Departamento de Justicia en el año de 1917, pero no fue hasta 1924, cuando se le designó como director del FBI. Lo primero que hizo, fue limpiar la organización de corruptos, rodeándose de agentes leales y profesionales.

Después llegaría la segunda guerra mundial, cuando la amenaza mundial fueron los nazis, entonces los agentes del FBI se trasladaron a Europa para coadyuvar con los militares, tratando de intervenir la comunicación de las fuerzas enemigas y poder con ello anticipar, las acciones militares por emprender. Esa organización policiaca militar se llamaría la Office of Strategic Services, en el participarían espías de primer nivel como Allen Dulles y Win Scott.  Finalizando la guerra mundial, nacería la Central de Inteligencia Americana, la CIA, cuya principal misión, sería efectuar trabajos de espionaje, sobre los actividades no solamente de los enemigos de la paz, (los comunistas), sino también, hasta de personajes del medio artístico, cultural, político, social de los Estados Unidos y del mundo entero, incluyendo México.

Mientras eso ocurría en el mundo, el Presidente de México quiso lo mismo para el país. Crearía su Agencia Central de Investigación. Cambió la denominación de Información Política de la Secretaría de Gobernación, de la que él, había sido Secretario en el sexenio anterior, para crear, en forma unilateral y sin fundamento jurídico alguno, la oficina denominada Dirección Federal de Seguridad. ¡La “CIA” mexicana”¡.

La Dirección Federal de Seguridad fue la policía política del Presidente de la Republica, cuya importante misión, era espiar a los enemigos del régimen; hacer un sistema de espionaje, de la misma calidad y eficiencia de la CIA Americana, quizás no con los mismos recursos tecnológicos de los americanos, pero si por lo menos, con las mismas funciones, para poder ofrecer al Presidente, “información veraz y confiable” sobre lo que hacían, decían, escribían y otros datos de la vida privada de los personajes públicos del país.

El primer Director de la DFS sería el Teniente Coronel Marcelino Inurreta de la Fuente, un ex veterano de la Revolución. El Subdirector de la Agencia, sería el Mayor Manuel Mayoral García, quien controlaba el tráfico de mariguana en todo el país; el Jefe de Control de Agentes, Juan Ramón Gurrola; los Jefes de Grupo serían Alvaro Basail de la Vía y Ernesto Moncada canalizo, también a dos tenientes y ocho subtenientes recién egresados del Heroico Colegio Militar, así como  una veintena de policías. No eran ellos miembros de una policía común, era realmente una “policía de elite”. Un cuerpo de miembros policiacos, bien remunerados y capacitados por el FBI, cuya misión sería, la obediencia al Presidente de la República.

Sus primeras oficinas fueron en Plaza de la Republica Nª 6, frente al Monumento a la Revolución. Ahí en su aula de capacitación, recibirían pláticas por los agentes del FBI, respecto a como portarse, vestirse y comportarse en fiestas. Debían proteger al Presidente e investigar aquellos asuntos delicados que ordenaran sus jefes, además debían de analizar la información obtenida y realizar los operativos especiales contra los enemigos del régimen.

A estos primeros miembros de la Corporación, llegarían otros más, no con la preparación y disciplina policiaca militar, pero si con su salvajismo y brutalidad: una docena de pistoleros provenientes de Veracruz, cuatro hermanos llamados “Los Pumas” y otros dos más, apodados los “Bouzas”. Todos ellos propuestos y aceptados, por el mismísimo Presidente Miguel Alemán Valdés.
MIGUEL ALEMAN VALDEZ
PRESIDENTE DE MEXICO 1946-1952

El Presidente de la Republica tenía que lidiar con varios servicios policiacos. No le bastaba los agentes judiciales de la Procuraduría General de la República, o los soldados del Estado Mayor Presidencial e inclusive, hasta los policías pertenecientes al Servicio Secreto del Departamento del Distrito Federal, sino que también, requería de sus propios agentes, “hombres de estricta confianza”, que pudieran investigar asuntos de vital importancia. Bajo ese criterio, se incorporarían dos capitanes provenientes de la Secretaría de la Defensa Nacional: Luis de la Barrera Moreno y  Fernando Gutiérrez Barrios, alias “El Pollo”.

Las primeras misiones que realizo la Agencia Central de Inteligencia (mexicana), fue investigar sobre la veracidad de un “platillo volador” fotografiado por el Diario El Universal. La investigación exhaustiva concluyó que no se trataba de extraterrestres, sino de una broma. Después, se dedicaron a espiar un Yugoslavo de nombre Carlos Bognadovic, Dragutin o Drago, a quien siguieron por varias semanas e intervinieron su teléfono a través de dos turnos y cuatro policías que se rolaban la misión, en una habitación secreta del Hotel Regis. El informe concluía que se trataba de un comunista y un sujeto “altamente peligroso”,  que iría a una playa de Argentina, sin ser visto por la Policía. Otra de las misiones importantes que tenía que cubrir, era investigar el movimientos de lideres obreros sindicalizados (petroleros y ferrocarrileros), algunos extranjeros, periodistas criticones, a políticos priístas como Ezequiel Padilla y Miguel Henríquez Guzmán.

La nomina de los agentes secretos al servicio del Presidente, era muy extensa, que ni entre ellos mismos se conocían y algunos de ellos, cobraban en más de dos nominas gubernamentales. No solamente participaban en ella, miembros del Estado Mayor Presidencial, sino también, agentes de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, encargados de leer libros y hacer investigaciones sobre las biografías de algunos políticos priístas y disidentes; también se encontraba el Servicio Secreto de la Policía del Distrito Federal y Policías Judiciales de la Procuraduría General de la República; todos ellos, extraoficialmente bajo dos mandos totalmente opuestos, el de un militar presumiblemente  honesto, el Teniente Coronel Marcelino Inurreta de la Fuente que inculcaba además del amor a la patria y las virtudes del buen policía, frente a otro, sin nombramiento oficial alguno, el Coronel Carlos I. Serrano, quien se le calificaba de un tipo poco escrupuloso e involucrado en empresas ilegales entre ellas el tráfico de narcóticos, quien además era hombre de confianza del Presidente y había tenido la distinción de ser el Jefe de la Policía, en los tiempos en que el Presidente se desempeñara como Gobernador del Estado de Veracruz.

De esta manera el Presidente de la Republica asumía un poder exorbitante que acompañado de su “Policía Inteligente”, tenía la noble misión de mantener la estabilidad política y pacífica del país. ¡Sin comunistas¡ …¡Sin disidentes¡.

La forma de ingresar a la policía política era un ritual. Solamente era por recomendación y después de un tiempo de que los candidatos a la policía secreta, se desempeñaran como “meritorios”.  Hecho lo anterior, la propuesta del nombramiento era a través del Teniente Coronel Marcelino Inurrueta de la Fuente, quien entrevistado al candidato y de someterlo a “duras pruebas” de su lealtad, lo presentaba personalmente al Presidente de la Republica, quien finalmente lo admitía a la Corporación. Una vez admitido a la Dirección Federal de Seguridad, le entregaban una charola, en el que contenía su fotografía y se señalaba el numero de credencial, así como una leyenda insertada que decía: “Por acuerdo del C. Presidente de la República se ordena a las autoridades militares y civiles le den toda clase de facilidades en el desempeño de su cometido” …”…está autorizado para portar armas. Las autoridades y los particulares deberán facilitarle el cumplimiento legitimo de su cargo”.  El número de la charola era importante, señalaba la antigüedad en la Corporación y otorgaba, un poder que permitía arrogancia, prepotencia, privilegios e impunidad.

La CIA mexicana nació en 1946, en el mismo año, de la CIA Americana. Sin embargo, las diferencias entre una corporación y otra, eran abismales, pues si bien ambas se distinguían por efectuar servicios de espionaje, lo cierto era que ambas corporaciones, la profesionalización y la tecnología que empleaba, era el principal factor que los diferenciaba.

Aunado a que la ”CIA mexicana”, la Dirección Federal de Seguridad, terminó por subordinarse a las políticas y directrices de la Central Intelligence Agency; a través de su Agente secreto y especial en México: insospechadamente, el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

¡En fin, historias de policías, ladrones y espías¡. La historia oculta y censurada, de la policía mexicana en la era del PRIATO.
 

·       AGUAYO QUEZADA, Sergio. La Charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México. Editorial Grijalbo. México 2001.

·       MORLEY, Jefferson. Nuestro hombre en México. Winston Scott y la historia oculta de la CIA. Editorial Taurus. México 2010.






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