DIAZ ORDAZ Y EL CHIMPACE



La libertad de expresión era un derecho garantizado por el Estado. Para ello el régimen contaba con una empresa paraestatal como PIPSA que les dotaba a los empresarios de los medios de comunicación, de suficiente papel, a precios subsidiados, a veces a crédito, sin jamás pagarle.

A esta ayuda, el gobierno concedía otro tipo de “apoyos”, como lo era la publicidad oficial, entre ellos la Cartelera de Cines, como la Lotería Nacional; sin olvidar desde luego algunas notas que uno que otro político “encargaban”.

Fue así, como surgieron verdaderos emporios de la prensa escrita en nuestro país: El Universal, El Excélsior, Novedades, El Heraldo, La Prensa, El Día y el Gran Diario de Mexico. 

Sobre este último, el Director de dicho periódico, Federico Bracamontes, enfrentaba un litigio con varios de sus trabajadores, organizados estos en un sindicato, que amenazaban con hacerle una huelga y a quienes consideraba este, como “subversivos” al “régimen de la Revolución”. El Director mantenía una constante comunicación con el Secretario de Gobernación a quien pedía su intervención, para “solucionar” el conflicto, es decir, que lo apoyara con la Junta de Conciliación y Arbitraje, en caso de que el sindicato fuera huelga, para que este declarara “inexistente la huelga” y pudiera con ello, despedir a los trabajadores conflictivos.


El Secretario de Gobernación Luis Echeverría, no solamente apoyaba a los empresarios con créditos (otorgados por Nacional Financiera) y pagos de publicidad, sino que también, instruía las determinaciones de los órganos jurisdiccionales, para sofocar todo tipo de huelga a favor de los trabajadores.

¡Pero sucedió el histórico “error” que le costaría la vida del periódico!.

La página 3 de la edición del 23 de julio de 1966, salieron dos fotografías, la del ángulo izquierdo se observaba al Presidente en comitiva con varias personas en la Convención de gasolineros; mientras que del lado derecho, un par de primates adquiridos por él Zoológico. El “error” consistió en invertir las notas de pie de cada fotografía, decir que los primates estaban en una Convención de Gasolineros y por otra parte, decir que los miembros de la Convención entre los que se encontraba el Ciudadano Presidente, eran los primates que habían sido adquiridos por el Zoológico. 

Decir que el Presidente Gustavo Díaz Ordaz tenía cara de Chimpace, era un excelente chiste, pero no para el.


La furia no se hizo esperar. Desde “muy arriba” se ordenó “dejar de apoyar” al periódico ofensor, se le quitó la publicidad de la cartelera de cines y teatros, la de lotería nacional y hasta los edictos de la Suprema Corte de Justicia.

El Director del periódico en memorándum que le envió al Secretario le informó sobre los resultados de su investigación interna. Había cesado a 7 colaboradores del periódico por el “error” mal intencionado, pero eso era insuficiente. El Diario de Mexico dejaba de contar con los “apoyos” que le daba el Gobierno.

De nada sirvieron las disculpas dadas, el periódico comenzó a resentir el boicot implementado y ante el nulo apoyo del gobierno, el periódico poco a poco fue desapareciendo. 

Objeto de investigación al dueño del periódico, los informes que daba al Director Federal de Seguridad, se hacían consistir en una serie de reuniones de este con estudiantes del Pentatlón Universitario; lo que hacía presumir el apoyo que se le estaba dando a Jorge Jiménez Cantú, Gustavo Baz Prada y al Rector de la UNAM Ignacio Chávez, con el mero objeto de organizar grupos de “agitadores”, que hicieran a la Universidad Nacional entrar en conflicto con el Gobierno.


El Presidente Gustavo Díaz Ordaz había salvado la honra de la institución presidencial, pero aún no había sofocado el riesgo de la revuelta; era evidente que debía tomar una decisión respecto al Rector de la UNAM. ¡Algo se tramaba contra Mexico!.

Por lo mientras su primera decisión del ciudadano Presidente se cumplió al pie de la letra. El periódico “El Diario de Mexico” había desaparecido.

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