VIVIR EN LA COLONIA GUERRERO
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Vivir
en la Colonia Guerrero. En la famosa Colonia Guerrero ubicada aledañamente en
el Centro Histórico de la Ciudad de México. La que prometió ser uno de los
fraccionamientos de la gente mas distinguida del circulo porfirista y que
termino en convertirse, en muy corto tiempo, en una de las colonias más
populares de la Ciudad de México.
Aun
cuando gobernaba Porfirio Díaz el país, en el “fraccionamiento Guerrero”,
vivían importantes familiares. Algunos de ellos, habían comprado y construido
sus casas, enormes construcciones que contaban con los servicios de agua,
drenaje y la luz eléctrica, con calles pavimentadas que garantizaba la circulación
de los primeros automóviles Ford, que llegaban a la Ciudad de México,
inclusive, de los Tranvías que transportaban a los habitantes de la Ciudad; la
joven colonia, que había encontrado por fin, la civilización, gracias al progreso
que había generado la construcción del Primer Ferrocarril Mexicano y con
empresarios como Rafael Martínez de la Torre, Manuel Escandón y el banquero
Thomas Braniff.
En
esos primeros años, concretamente en la primera década del siglo XX, los
habitantes del Fraccionamiento Guerrero, eran las familias Landa y Escandón,
Pimentel y Faguagua, Casasus, Limantour y Rivas Mercado, por citar alguno de
ellos pero todos ellos abandonaron sus propiedades, cuando estalló la
revolución mexicana. Cuando la paz social se rompió, a consecuencia de la ’’decena
trágica’’, durante aquellos diez días, del 9 al 18 de febrero de 1913, los
habitantes de la Ciudad, especialmente los del Fraccionamiento Guerrero, sólo
escuchaban el ruido de las metralletas y los cañonazos, que anunciaban el
derrocamiento del Presidente Francisco I. Madero.
Entonces
algunas de las ilustres familias que habitaron el fraccionamiento, decidieron
huir, más aun, cuando tuvieron conocimiento, que la Ciudad sería ocupada, por
los caudillos revolucionarios Emiliano zapata y Francisco Villa, allá por el
mes de diciembre de 1914.
Entonces
la Ciudad hubo un caos, una anarquía, las fuerzas revolucionarias de Emiliano Zapata
y Francisco Villa gobernaron transitoriamente la Ciudad, después llegaría el
general Álvaro Obregón; la guerra civil entre facciones revolucionarias había
estallado y por ese motivo, muchas de esas familias adineradas, abandonaron sus
lujosas casas.
Los nuevos
emigrantes de la colonia, no sería la clase aristocrática del gobierno
porfirista, exiliada en Europa o en los Estados Unidos, sino que lo sería la
gente del pueblo, los soldados villistas, zapatistas y obregonistas que
invadieron aquellas mansiones, para convertirlas en casas comunitarias,
llamadas después en forma despectiva, ‘vecindades‘.
Una vecindad era un
concepto de vivienda popular. Las mansiones porfiristas se convirtieron en
vecindades. Cada habitación de la residencia se convirtió en cuartos para
habitar. Los nuevos colonos de la Guerrero, se apropiaban de aquellas casas
para convertirlas en sus respectivos hogares. Cada vecindad, era por lo tanto
una familia. Los vecinos compartían no solamente el área común, escaleras y
pasillos, sino a veces los baños, los lavabos, los comedores, la azotehuela; también, compartían las fiestas, las bodas
bautizos, quince años y hasta los velorios. La vecindad, era una forma de
convivencia comunal, donde la pobreza y el milagro mexicano, se mezclaba en la
eterna promesa de lograr, el sueño mexicano de la justicia social que tanto
pregonaron los gobiernos revolucionarios.
Cuando el país logro
restaurar la paz social, pocas ganas tuvieron las familias porfiristas de recuperar
sus propiedades, aunque lo hubieran hecho y emprendido las acciones legales
ante los tribunales mexicanos, el gobierno no los dejaría. Tan sólo en 1942 Y 1948,
los Presidentes Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés, promulgaron los
decretos de ``rentas congeladas``, con el cual, prácticamente, se expropiaba
las casas a favor de los inquilinos.
Ningún casero podía
desalojar a sus inquilinos. Las leyes civiles y sobre todo los contratos de
arrendamiento, estaban a favor de los que menos tenían, de la clase pobre del país
que había llegado a la Ciudad de México, en búsqueda de trabajo y mejores oportunidades
para su familia. ¡Qué mejor que vivir en la Colonia Guerrero!. Aquellas
mansiones de los porfiristas, se convirtieron en vecindades y después, con el
transcurso del tiempo, se deteriorarían, hasta algún día derrumbarse o
demolerse a consecuencia de los sismos de 1985.
Pero mientras tanto,
la Colonia Guerrero creció y se convirtió, en una zona que le dió identidad a
la Ciudad de México. Llegaron a establecerse, los primeros cines, carpas, teatros,
cantinas y hasta prostíbulos. Vivir en la Colonia Guerrero, era vivir en el
corazón del país, formar parte de esa clase pobre que se convertiría en clase
media, que experimentaría sin darse cuenta, el milagro mexicano de la década de
los cuarenta y cincuenta. Nadie mejor podía explicar éste fenómeno social, que
el antropólogo Oscar Lewis y su libro censurado, ’’Los Hijos de Sánchez’’, que
provocara una denuncia de hechos, por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística
en contra del célebre investigador; o bien, la pelicula de "Los Olvidados" de Luis Buñuel, terrible pelicula de la pobreza mexicana que se vivía en la colonia.
Había cines en la
colonia. El Briseño que alguna vez se incendió y que luego cambiaría su nombre a Nacho Torres, el Capitolio, Oreón, Soto, que
después se dividiría en dos para llamarse Juan Orol; también llegaría el cine
Monumental y el Mina. Junto a esos cines, se verían las películas de Pedro
Infante, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, María Félix, Dolores del Rio, Germán Valdés
Tintan, por citar algunas de las estrellas de aquel cine mexicano. Ya en los años
ochentas, sólo quedaban dos cines, Briseño y el Juan Orol, en éste último se
exhibían las películas de Lyn May, Rafael Inclán, Luis de Alba, Sacha
Montenegro, Lina Santos, y otros celebres actores del triste género
cinematográfico de ficheras y albures.
Pero nada mejor que
el teatro, la carpa ’’Lolita’’ que se instalaba temporalmente en la esquina de
Guerrero y Mosqueta, donde se cobraba dos pesos por tres sketchs, o el ’‘Tivoli’’
ubicada en al calle Libertad, donde
bailaban dos mujeres de cuerpos realmente espectaculares: Calentan y Sumukei,
provocando a los espectadores, sus chiflidos y más bajos instintos, al grado de
que su sola presencia y piruetas con las cortinas del teatro, lograba la
masturbación de algunos de sus admiradores. No solamente existían esos dos
teatros, estaba también el ’’Folis’’, donde actuaba el popular ’’Palillo’’ con
sus sketch subversivos contra el gobierno priísta, el ’’Jardín’’ ubicado en la
calle de Marte, el ’’Camelia’’ y el ’’Olímpico’’, o el conocidísimo ’’Salón
México’’ que hasta película le hicieron, o el popular "Salón los Angeles", por citar alguno de ellos. ¡Qué tiempos
aquellos!. Cuantos comediantes no vieron esas carpas. Adapos, Willy, Jesús Martínez
’’Palillo’’, Manuel Medel y el popular, Mario Moreno ’’Cantinflas’’.
El Regente Ernesto Uruchurtu contribuyó a la modernización y moralidad de la colonia, ordenó demoler vecindades, para construir el Paseo de la Reforma, ¡ni el "Tivoli" se salvó¡; partío media colonia, sin importar cuantas vencindades demolía; prohibió también el comercio ambulante y para eso reconstruyó en el año de 1955 el Marcado Martínez de la Torre, en sus dos secciones, "ropa" y "comida"; impusó horarios a cantinas y pulquerias, excepto misteriosamente el Bar "La Terminal", que era el único Bar de la Ciudad, que trabajaba con un horario privilegiado de 24 horas. "Nunca abria", y también "nunca cerraba", ni las autoridades del Departamento del Distrito Federal, se atrevían a clausurarla. Decían las malas lenguas, que sus dueños, eran familiares del Regente.
MARIO MORENO "CANTINFLAS" |
El Regente Ernesto Uruchurtu contribuyó a la modernización y moralidad de la colonia, ordenó demoler vecindades, para construir el Paseo de la Reforma, ¡ni el "Tivoli" se salvó¡; partío media colonia, sin importar cuantas vencindades demolía; prohibió también el comercio ambulante y para eso reconstruyó en el año de 1955 el Marcado Martínez de la Torre, en sus dos secciones, "ropa" y "comida"; impusó horarios a cantinas y pulquerias, excepto misteriosamente el Bar "La Terminal", que era el único Bar de la Ciudad, que trabajaba con un horario privilegiado de 24 horas. "Nunca abria", y también "nunca cerraba", ni las autoridades del Departamento del Distrito Federal, se atrevían a clausurarla. Decían las malas lenguas, que sus dueños, eran familiares del Regente.
La Colonia Guerrero
crecería al lado, de los patrios de ferrocarril de Nonoalco Tlatelolco y también
del popular barrio de ’’Tepito’’. Cuna de boxeadores, como Rodolfo ’’Chango’’ Casanova,
’’Kid’’ Azteca, José ’’Toluco’’ López, hasta Rubén ’’Púas’’ Olivares. Muchos de
sus habitantes se convirtieron en famosos boxeadores, comerciantes y hasta celebres
narcotraficantes, como ’’Lola la Chata’’, conocida también, como la
’’Emperatriz de las Drogas’’.
Habitante distinguida
de la Colonia, fue también Yolanda Vargas Dulche, la célebre escritora de tiras
cómicas, como ’’Memin Pinguin’’, y también autora de varias historietas ilustradas,
como ’’María Isabel’’ y ’’Rubí’’, ni que decir de Gabriel Vargas, quien
inspirado en las vecindades de la Colonia, crearía una de los comics mexicanos mas
celebres en la historia, ’’La Familia Burrón’’; o el famoso compositor
’’Chava’’ Flores, quien habitó en diversas vecindades de la Colonia.
De las Escuelas de la Colonia, muchas historias que contar. La escuela Juan Tellez Vargas, donde asistían los hijos de la industria cinematográfica, miembros del Sindicato de Cinematografistas; la Belisario Dominguez, la Manuel Ignacio Altamirano, Estado de Veracruz, Fray Bartolomé de las Casas, la Gustavo P. Mar, República de Italia, República de Honduras; o las escuelas particulares, como el Colegio Los Angeles o el prestigioso Instituto Washington, donde alguna vez murio un infante a causa de un trueno y que después cerraría a causa de aquel sismo de 1985.
De las Escuelas de la Colonia, muchas historias que contar. La escuela Juan Tellez Vargas, donde asistían los hijos de la industria cinematográfica, miembros del Sindicato de Cinematografistas; la Belisario Dominguez, la Manuel Ignacio Altamirano, Estado de Veracruz, Fray Bartolomé de las Casas, la Gustavo P. Mar, República de Italia, República de Honduras; o las escuelas particulares, como el Colegio Los Angeles o el prestigioso Instituto Washington, donde alguna vez murio un infante a causa de un trueno y que después cerraría a causa de aquel sismo de 1985.
En fin, vivir en la
Colonia Guerrero, es vivir en un lugar donde se tejen muchas leyendas y muchas
personalidades, donde surgieron importantes personajes del ámbito cultural, político,
artístico y deportivo. Una colonia de la que mucho se habla, pero poco se
escribe. Nadie recuerda por ejemplo, que en esa colonia, tuvieron como
representantes populares a dos distinguidas diputadas, Elba Esther Gordillo y
Dolores Padierna Luna. Allá por los años de 1985 y 1997 respectivamente; donde surgieron organizaciones politicas y sociales de gran trascedencia en la historia politica del pais, como la Unión de Vecinos de la Colonia Guerrero o la Asamblea de Barrios.
Nada mejor que
visitar la ’’U de G’’, ’’La Casa Noste’’
o ’’La Hija de Moctezuma’’, para echar unos tragos y ver un partido de futbol; disfrutar un baño turco en los famosos "Baños MIna" o en los "Baños Locomotora", o
visitar el Tianguis Cultural del Chopo que se instala cada sábado a partir de 1989,
cuando fueron expulsados de la calle de Chopo de la Colonia Santa María la
Ribera, espacio donde convergen todas las tribus suburbanas de la Ciudad de México
y donde han surgido, las principales estrellas y grupos del rock mexicano.
Vivir en la
Guerrero, pues, debería ser un honor para quienes así lo sepan, comer la mejor
barbacoa en el Mercado Martínez de la Torre o adquirir el ’’mandado’’, a
precios populares, como los de la Merced.
De esas familias
porfiristas que poblaron originalmente la colonia, hace más de cien años, ya no queda ninguna, quizás,
sobrevivan las primeras familias revolucionarias, como la del profesor Antonio Diaz
Soto y Gama, asesor de Emiliano Zapata, quien vivió en la calle de Zarco y
cuyas hijos en vez de dedicarse a la política, se asilaron en la tarea
evangelizadora de catequizar a los niños de la colonia. En aquellos tiempos, antes del terrible sismo
del 85, cuando el párroco Abel Fernández, teólogo de la liberación, se dedicaba
a evangelizar a los niños bajo los principios del marxismo cristiano, para
luego después, dirigir la reconstrucción de la Iglesia de Inmaculado Corazón de
María.
Qué cosas, tantas
historias y leyendas que contar, como el de la Familia Vazquez, que se encontró un tesoro que los hizo millonarios, cuando edificaron un hotel en la esquina de Moctezuma con Zarco; o bien, la historia del famoso ’’Canibal’’, José Luis
Calva Zepeda, que apareció a la luz pública en el 2007 y de aquellos niños de
la calle del crucero de Guerrero y Mosqueta, de las cuales, ya nadie habla de
ellos y que nadie sabe ni sospecha, que a lo mejor sirvieron de víctimas de éste
asesino serial.
Así es la vida. … ¡Vivir o haber crecido en la Colonia Guerrero, siempre será un honor¡.
Así es la vida. … ¡Vivir o haber crecido en la Colonia Guerrero, siempre será un honor¡.