¿REFORMAR AL "POLI"? (El viejo y el nuevo Instituto Politécnico Nacional).



El 24 de septiembre del 2014, salió publicado en la Gaceta Politécnica, el Acuerdo por el que se Modifica el Reglamento Interno del Instituto Politécnico Nacional; la norma fundamental que regula a dicha institución educativa; en términos jurídico normativos, como si fuera el equivalente a la Constitución Política que rige al Estado Mexicano o bien, en términos estudiantiles universitarios, como lo que es el Estatuto Orgánico para la comunidad universitaria de la UNAM.

Esto ha causado, en forma inmediata, una insurgencia estudiantil que ni el movimiento estudiantil “Yo Soy 132” emanado de la Universidad Iberoamericana, puede comparársele. No es un movimiento partidista antipriísta o anti Peña Nieto, ni promueve la apertura de los medios de comunicación como lo hicieron los chicos de la Ibero en aquellos tiempos de contienda electoral.  Este movimiento estudiantil, puedo compararlo, sin duda alguna, como una mezcolanza de lo que fue el movimiento estudiantil de la UNAM de 1929, 1986 y 1999; no es desde luego un 68 o un 71; es un movimiento estudiantil que como tal, está impregnado de juventud, cantico y revolución.   El objeto principal del debate, no es la represión, ni el inminente triunfo de un candidato apoyado por la cobertura informativa de los medios cuasimonopólicos de comunicación; en este movimiento estudiantil, su discusión gira, en torno a un tema de índole académico.  Resulta pues, que en la casa y en semillero de los técnicos de la patria, ahora éstos: … ¿No quieren ser técnicos?.

Miles de gritos, abucheos, silbidos y hasta metadas de madre; variedad de carteles y opiniones son motivo de este nuevo debate nacional. ¿Privatizar el “Poli”?, ¿La técnica al servicio de las trasnacionales?, ¿La desaparición de las ingenierías para convertirlos ahora en “técnicos superiores”?, …¿Qué se discute ahora en este nuevo debate nacional, para que los ojos de la prensa no volteen a ver la desaparición de 57 estudiantes normalistas del Estado de Guerrero?.  ¡Que pasa entonces¡. … ¿Por qué el Secretario de Gobernación encara una manifestación multitudinaria de estudiantes, con los riesgos de seguridad ante “turbas” que pudieran no solamente chiflarle, injuriarle o aventarle de perdida un zápato, sino también de que el gesto pudiera ser mal interpretado por su jefe el Presidente, para truncarle su carrera política?  



No podemos entender al verdadero Politécnico, sino entendemos la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México.  Dos instituciones públicas de educación superior, que fueron y aun en mayor medida, siguen siendo, los pilares fundamentales con los cuales se construyó el Estado Mexicano.  Pues el gran proyecto educativo de la “Revolución Mexicana” lo fue sin duda alguna, la creación del Instituto Politécnico Nacional y también, sin ánimo de equivocarme, el gran proyecto educativo del régimen priísta (en su época dorada), lo fue la Universidad Nacional Autónoma de México.  Dos instituciones hermanas, “Poli” y UNAM, que juntas escribieron la historia del México moderno; y que ahora, en la era global, posmoderna y neoliberal, parecieran ser contrarias al ideal con el que fuimos educados los mexicanos de hoy.

El Politécnico Nacional nace como una política estatista del expresidente Lázaro Cárdenas, en un momento en el cual la Universidad Nacional peleaba por su sobrevivencia, ante la embestida del gobierno cardenista de no apoyar con recursos públicos, el sostenimiento de la Universidad de México.

Cuando el Instituto Politécnico Nacional nació, la Universidad Nacional de México era, todo aquello que representaba el viejo régimen opositor a la revolución mexicana. El gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas del Rio era la máxima representación del gobierno emanado de aquel movimiento social que los líderes burócratas, obreros y agrarios del país, le habían llamado “Revolución Mexicana”. No tenía porque apoyar una institución obsoleta y caduca que los grandes progresistas del México del Siglo XIX habían decidido clausurar, como lo fue en su momento Valentín Gómez Farías o el mismísimo Benito Juárez que no tenía la mínima intención de “abrir” como si lo hizo Maximiliano de Habsburgo; una institución “perfumada” y “afrancesada”, compuesta no por obreros y campesinos, sino por “catrines”, que  hacía recordar las ideas de grandeza del dictador Porfirio Díaz.

El Politécnico nace pues, como una respuesta del gobierno a la revolución mexicana, a una institución que representa, todo aquello que quería borrar el régimen revolucionario: El porfiriato.

La Universidad Nacional obtuvo su autonomía en 1929, tras una huelga estudiantil, en el cual, el sector estudiantil que lo encabezó, era opositor a esa visión anticlerical que representaba el gobierno revolucionario de Plutarco Elías calles. No por algo, la Universidad Nacional de los años veinte y treinta, tenía entre sus alumnos, a jóvenes católicos, muchos de ellos simpatizantes de los movimientos “cristeros” que habían tomado las armas, para derrocar al gobierno anticlerical de Calles, que se había dedicado a perseguir sacerdotes en su cacería genocida de imponer un Estado laico anticlerical.



Fue así como en 1934, a propuesta del Partido Nacional Revolucionario, se reformó el artículo 3° de la Constitución Política, para establecer que la educación que impartiera el Estado, sería socialista, además de excluir en ella, toda doctrina religiosa, para combatir el fanatismo y los prejuicios.  

¿Qué institución era la que tenía entre sus filas a esos fanáticos católicos?. Esa institución era nada menos, que la propia Universidad Nacional de México. Acusada e investigada desde las oficinas de la Policía Secreta del régimen revolucionario, de recibir apoyos e inclusive financiamientos del Arzobispado de la Ciudad de México; así como también de promover la conformación de “sociedades secretas” auspiciadas desde el vaticano, por el Papa Pio XI.   Una institución “reaccionaria”, representada por su Rector Manuel Gómez Morín, quien años después, manifestó su postura crítica al régimen revolucionario, al fundar con los “notables” de su época, al partido político opositor al sistema, llamado éste Partido Acción Nacional. (Quizás el nombre inspirado en el movimiento mundial “Acción Católica”, cuya principal característica era reclutar jóvenes católicos, muchos de ellos por cierto, estudiantes de la Universidad).

La administración de los rectores Fernando Ocaranza y Luis Chico Goerne, fueron testigos de los intensos ataques que uno de los hombres del sistema, el máximo líder obrero Vicente Lombardo Toledano, hacía para promover que la educación universitaria, fuera también socialista, de mera inspiración marxista. Gran mérito del maestro Antonio Caso, defender la “libertad de catedra” que debía de preservar y defender la Universidad, ante la embestida de ataques de un gobierno, inspirado en las modas autoritarias de la Europa de Stalin, Mussolini, Hitler y de la falange española.

Fue así, que en 1936 luego de amplios estudios realizados por Juan de Dios Bátiz, el Presidente Lázaro Cárdenas, decidió dar todo el apoyo del Estado, no a una institución conservadora impregnada de juventudes católicas, sino a formar una institución educativa impregnada con un alto sentido social, cuyos principales beneficiarios, fueran los hijos de los trabajadores y de los campesinos.

Por eso, nadie duda a más de ochenta años de la fundación del Politécnico, sea esa institución, la que mejor representa el ideal del sistema educativo de la revolución mexicana. ¡Revelación sorprendente para muchos¡. El Politécnico Nacional es mucho mas revolucionario que la propia UNAM¡.

Sin embargo, han transcurrido ochenta años y los tiempos cambian.  El mundo en el que se fundó el Instituto Politécnico Nacional no responde al de su creación; hoy, en Europa no vive bajo el yugo de las dictaduras totalitarias, ni el país, tiene los 19 millones de habitantes que tenían en aquel año de su fundación; la Universidad Nacional mucho menos, cuenta con juventudes de fanáticos católicos, ni son sin duda alguna, vestigio alguna de todo aquello que representa conservadurismo o el viejo catolicismo, que alguna vez le hizo la guerra al Estado mexicano.

Los tiempos cambian y la Universidad Nacional también cambió. En 1946 el “gobierno revolucionario” del régimen priísta, logra lo que en ningún país de América Latina pudo hacer durante décadas, la “institucionalización” del poder civil y en consecuencia, la desmilitarización de la vida pública. No solamente eso, en aquel 1946 el “Partido de Estado”, el PRI, postula como su candidato presidencial a un egresado de la Universidad Nacional de México: el Licenciado Miguel Alemán Valdés.




Nada mejor que la reconciliación. El régimen pacta con la Universidad Nacional de México, a quien le devuelve su presupuesto público y le hace también una donación de terrenos al sur de la Ciudad de México, para que en ellos, se edifique la Ciudad Universitaria. Que mejor que los arquitectos Enrique del Moral y Mario Pani, para que fueran ellos los que diseñaran la mayor obra arquitectónica de toda la historia del país, producto de un gobierno profundamente nacionalista y con un discurso revolucionario de democracia y justicia social. Que mejor que sus maestros muralistas, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Juan O'Gorman, para que plasmaran en las paredes de los recintos universitarios, el ideal de un Estado emanado de las causas populares que además de haberle dado identidad a la patria mexicana, reivindicaron su proyecto social e ideológico: anticlerical, liberal, progresista, agrarista, siempre a favor de los trabajadores y obvio, antiimperialista, con un discurso oficial, en contra de los Estados Unidos de América.  

El México posrevolucionario de los años 40´s, 50´s y 60´s, es el México del “milagro mexicano”, la economía mexicana crece a grados sorprendentes y  por vez primera, el Estado mexicano adquiere una identidad nacional, un proyecto de nación, un ideal que se reproduce en cada miembro de la clase media mexicana, el sueño de una patria justa socialmente, donde los derechos de los trabajadores y campesinos, así como de la naciente “clase media”, se encontraba garantizada, a través de un Estado fuerte y presidencialista, socialmente revolucionario y con fuertes instituciones, muchas de ellas envidiables ante sus naciones hermanas de América Latina. Así las cosas, el régimen priísta construye la nación mexicana, con un grado de civilización y de superioridad, por encima de los países africanos y del medio oriente, que para esos años, acababan de independizarse.  

Es en ese México prospero, del pleno auge del “milagro mexicano”, cuando la nación cuenta con sus dos instituciones educativas: La Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional.

Qué maravilla de un país como el nuestro, que su propia clase gobernante, su Presidente, sus gobernadores, secretarios de Estado, sus ministros, legisladores y demás funcionarios, hayan podido ser, los egresados de las dos instituciones educativas, mismas que habían sido construidas por ese régimen revolucionario.
¡Pero esos tiempos cambiaron¡.

¡Quien quiera ver que la nación mexicana es la misma de hace ochenta, sesenta o cuarenta años, está totalmente equivocada¡.

El mundo no es el mismo … quien quiera entender la situación política, económica y social del México de hoy, con los mismos “ojos” de ayer, se encuentra también en un error.




La Universidad Nacional y el Instituto Politécnico, ya no responden al ideal del nuevo “Estado” Mexicano.   ¡Eso es una verdad¡. Se requiere de una “nueva UNAM” y también, de un “nuevo Politécnico”.

Pero lo importante de debatir algo tan serio para el futuro del país y de muchos jóvenes, es entender en que consiste ese “nuevo ideal”.

No creo que nuestra clase política crítica y opositora tenga la menor idea de lo que se avecina y de lo que se debe discutir.

Nada mejor que oponerse y protestar, bajo el argumento del “¡NO¡ ¡NO¡, ¡NO¡” …

¿Y el futuro irremediable e inevitable que se aproxima, quien carajos lo detiene?.

¿Una marcha multitudinaria?. … ¿Un Secretario de Gobernación audaz?.

¡O una juventud, critica e informada¡.

Me gustan los movimientos estudiantiles, pero no creo en sus victorias “pírricas”, ni en sus banderas neoconservadoras, fundamentadas en los mitos del pasado que construyó el régimen priísta;  así que pienso, que los procesos no se detienen, simplemente se encaran con inteligencia y con principios.

Y ese, es el futuro que debe construirse y por ende ….


¡Debatirse¡. 


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