LAS LECCIONES DE BERNABÉ JURADO (Cuarta Parte)
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No
dejaría jamás desamparada a las mujeres que más amo en mi vida. Mi madre y mi
hermana. Pero tampoco como iba dejar
sola a esa bizcochito. Era la hija del Embajador de México en Brasil, don Chema
Dávila, la niña había crecido tanto, que cuando regreso al país, era una
hermosa señorita.
Fácil
impresionar a una niña, más cuando se tiene veinte años de vida en el camino
recorrido. Vestir bien, oler bien y estar siempre bien; y el secreto, tratarla
como lo que era, una reina. - ¡Hay
Baby¡. – tan chula, tan preciosa, tan inocente, nada mejor que casarse con
ella, para tenerla en el mejor castillo de fantasía y ser por siempre, el
príncipe azul que diariamente la seduciera.
Era
obvio que la familia se opuso, pero quien podía oponérsele al mejor licenciado
en todo México. Y si bien, este sería su tercer matrimonio, cierto también era,
que realmente, nunca se había casado por la Iglesia. Que mejor muestra de
sellar la nupcia matrimonial, que con las leyes de dios. Solamente así, fue que
la suegra cedió. ¡Total¡. Puedes pecar en esta vida las veces que quiere y al
final de tus días te arrepientes; al menos Bernabé, nunca se arrepentiría de
comerse todas las noches a su querida “Baby”.
Dieciseava
lección de vida. “Casarse por la Iglesia es una gran decisión”. En verdad, no
sabía que tan importante era cumplir con ese sacramento. Que mejor hacerlo con
el Arzobispo de la Ciudad de México,
hacer la fiesta en grande, invitar a los amigos y después irse de luna
de miel a New York.
Besarla,
pasearla y luego platicar con ella y darse cuenta, en balde tanto viaje con su
Señor Padre; una mujer que de cultura, no sabía nada, vaya, ni los cuadros de
Diego Rivera que le regalaba.
Luego
vendrían los desayunos, que por cierto, la mujer no sabía ni hacer ni un triste
huevo, ni unos chilaquiles. ¡Como extraño a mi madre, mi hermana guisa mejor,
pinche vieja golfa¡. Una mujer empalagádoramente consentida. En
fin, nada mejor que ubicarla en la realidad, la de ser la esposa, mujer, mil
veces mujer, sólo para atender las cuestiones familiares; sus viajes a Brasil o
a Estados Unidos, le habían hecho mucho mal;
no entendía por caprichosa, chillona, berrinchura; las palabras serias
se convirtieron después en discusiones severas, después en gritos e injurias.
Cuantas ganas de golpearla y educarla a golpes, mentarle la madre y ya después,
quizás apapacharla; para desquitar el coraje, que mejor que sacar la pistola y
echar bala, para perfeccionar la puntería. No hay mejor arma que la pistola,
mejor técnica de estrategia familiar que la intimidación, unos buenos madrazos
a la mujer para demostrarle quien manda, nada de lesiones ni de delitos, “es mi vieja y puedo hacer con ella, lo que
se me venga la gana, si quiero decirle pendeja
digo pendeja y si la quiero madrear, también la madreo. Nadie me
detiene, los pinches policías, ministerios públicos y jueces, toditos ellos me
la pelan”.
Los
fines de semana se hicieron para estar con los cuates, ir a las cantinas y
saludar a los jueces, magistrados y ministerios públicos, invitarles la copa y
después, ir a los cabarets de la Colonia Guerrero, para darse uno cuenta, que
hay mejores viejas que las que puede tener uno en casa. Comprar un instante de
amor y también perfeccionar las estrategias de seducción, un cigarro, una copa,
un poema, unas flores, una frase encantadora, el arte de la seducción que
facilita un buen carro, un buen hotel, y después, la cruda realidad.
Regresar
a casa todo besuqueado y borracho, prender las luces y darse cuenta, del
tiradero, que todos los trajes sastres de casimir, de tela inglesa, de esos que
dan la gallardía y la presencia que el jurisconsulto representa, verlos todos
quemados, rotos, tirados los zapatos, los
pantalones, las playeras, las camisas;
rotas, sus corbatas de seda, tirados en el piso, sus mancuernillas, sus plumas,
sus anillos; “¡Jija de su chingada madre,
ahora si la mato. ¡maldita cabrona, te me vas a la chingada¡”.
La
Baby, no era tan babosa como parecía; se fugo de la casa y jamás regresó;
entonces, Bernabé Jurado se divorció.
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Calle
de Madero 17, despacho 221, teléfono 21-08-00, es ahí donde se puede ubicar el
despacho del Licenciado Bernabé Jurado, con cédula profesional 29677. El
licenciado Jurado tiene mucha experiencia, no dudaría que es el mejor abogado
de todo México. Solamente él, puede hacer este trabajo.
Puede
encontrársele también, en los juzgados penales que se encuentran en la Penitenciaria
de Lecumberri. Es un hombre alto, bien
parecido, de buenos trajes, que cuando habla, inspira temor y seguridad; el
señor cobra lo que vale, porque lo sabe.
Diecisieteava
lección de vida: “¡Siempre hay alguien que te busca¡”, que ha escuchado de ti,
que sabe de ti, muchas cosas, de las cuales, ni siquiera te imaginas. En
verdad, no sabes en qué momento de tu vida, puedes ser importante para otras
personas.
Eran
los agentes de la Dirección Federal de Seguridad. La policía secreta que
vigilaba a los enemigos del régimen, quienes le proporcionaban diariamente al
presidente Miguel Alemán Valdez, información veraz y confiable.
Para
esos días Bernabé Jurado se había convertido en el abogado de los hermanos Hugo
y Arturo Izquierdo Ebrard, quienes se
encontraban ubicados estos en la crujía “I” en la “i”, de “influyentes. Un
penal saturado con más de mil reos, pero que podía darse el lujo de tener celdas
privadas que alojara a lo mejor de la sociedad criminal mexicana. Los hermanos
izquierdo Ebrard provenían de Sinaloa, dedicados a la siembra de la amapola;
eran “gomeros”, además de ser tipos de confianza de los terratenientes de ese
lugar. – “ ¡Claro que los conozco¡.
Cuando salí de las Islas Marías visite esas tierras. Ahí conocí mucha gente,
por cierto a un comandante de la policía judicial, de nombre desconocido, se me
olvido su nombre, pero muy cabrón el canijo”.
Los
hermanos izquierdo Ebrard, habían asesinado al Senador Mario Angulo, aquel día
17 de febrero de 1948, cuando este se disponía a salir del baño de vapor. Todos
los vieron. La prensa dio nota del
asesinato cometido al legislador de la República. Seis días después del
terrible asesinato, la Comisión Permanente presidida por el Senador del Estado
de Puebla, el Licenciado Gustavo Díaz Ordaz, proclamaba un elocuente discurso
recordando del ilustre mexicano, se refería desde luego, al expresidente
Francisco I. Madero.
Fueron
ellos. ¡Si lo matamos¡. Dijeron los
sicarios con tanto orgullo, además de presumir, que eran muy influyentes, “no saben con quién se están metiendo”. El Ministerio Público demostró con elementos
suficientes, el cuerpo del delito y la probable responsabilidad de los
inculpados. El juez emitió sentencia condenándolos a veinte años y la Sala,
hizo lo mismo, confirmando la pena. – Sólo quedaba el amparo – dijo el abogado.
Debe quedar bien hecho, porque conocerá del mismo, los ministros de la Suprema
Corte; los honorarios ya saben, van siempre por adelantado.
La
prensa empezó a dar nota sobre el juicio penal contra los temibles sicarios,
los cuales habían posado siempre en las rejillas de prácticas con su peculiar
sonrisa. - ¡Vamos a salir libres¡. – Los flashes de las cámaras captaban los
mejores momentos de estos peculiares criminales.
La
Suprema Corte de Justicia de la Nación sesionó y sus ministros, Rafael Matos
Escobedo y Luis Chico Gorne, entre otros, expusieron los motivos, contra toda
lógica y actuaciones del proceso, respecto a las violaciones al debido proceso
en que había incurrido el Representante Social, así como los motivos y
fundamentos legales, por los cuales, los hermanos Hugo y Arturo Izquierdo Ebrard, merecían el
amparo y la protección de la Justicia de la Unión.
Bernabé
Jurado celebró con júbilo, lo que había sido el amparo de su vida. Haber sacado
a unos asesinos de la cárcel, más aun, a los asesinos de quien fuera Senador de
la República, un político de renombre, exdiputado, exsenador, exgobernador de
Tlaxcala; con ello, Jurado demostraba su
capacidad argumentativa de buen abogado; ahora si, ganándose a pulso, el titulo
de “Abogado del Diablo”. Algunas entrevistas a reporteros de La Prensa, con el
cual, enaltecía la imparcialidad y autonomía de nuestros tribunales.
–
“Vendidos” – sostuvo el Agente del Ministerio Publico, los jueces y los
magistrados quienes habían sentenciado a los sicarios y que ahora, se
encontraban desalentados y temerosos, por haber cumplido honradamente su
trabajo; todos ellos no podían dar
crédito, como los Ministros de la Corte, habían cedido a los sobornos de tan
vulgares sicarios. ¿Pues en qué país
vivimos?. ¡A que niveles llegaba la corrupción¡. Esa no es la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, es la Suprema Corte y Confección, nefastos corruptos,
pinches ministros puercos.
Bernabé
Jurado cobró sus honorarios por tan estupendo amparo promovido. Acudió a unas
oficinas “escondidas” que se encontraban en Plaza de la República N° 6, tercer
piso, frente al Monumento a la Revolución; lugar donde fue recibido por el
Teniente Coronel Marcelino Inurreta de la Fuente.
Ahí
frente a sus escritorio, el quien fuera Director de la Federal de Seguridad y
viendo en la pared, la fotografía oficial del Presidente, le hizo entrega un
portafolio, el cual contenía paquetes de billetes de diversas denominaciones.
Bernabé Jurado recogió el portafolio, sonrió y con su habitual elegancia,
estiro la mano al encargado de la seguridad nacional de todo el país, para
refrendarle sus servicios al Presidente de la República; y es que,
lo que la prensa no sabía, era que los hermanos Hugo y Arturo Izquierdo Ebrard, habían sido años atrás, guardaespaldas
del Licenciado Miguel Alemán Valdés. No solamente habían sido sus escoltas,
sino que también, eran agentes de dicha Corporación.
- Vigilen
a ese hombre .- instruyo el Teniente Coronel a sus capitanes Luis de la Barrera
Moreno y a Fernando Gutiérrez Barrios, este último, alias “El Pollo”.
Bernabé
Jurado supo que la policía lo seguía a todas horas. Supo lo importante que era
para el régimen al que estaba sirviendo. Y como no, después de todo, el
Presidente Miguel Alemán Valdés, si tenía palabra.
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¿Qué
hacer con tanta lana?. – Se preguntaba Bernabé Jurado. - ¿Comprarse un titulo
nobiliario?. - ¡Claro que no¡. En México no existe la nobleza, pero si existen
las familias de alcurnia. Familias, que han gobernado desde los tiempos
coloniales y seguirán gobernando, aun y con toda gesta revolucionaria.
¿Pero
que familias son?. Conozco muchos, pero me hace falta elaborar algo así como un
árbol genealógico. Entonces, Carlos González López Negrete, alias “El Duque de
Otranto”, un periodista especializado en Sociales, le explicó a Bernabé Jurado,
los nombres y apellidos de algunas importantes familias.
Arrigunaga,
Arbide Bolaños, Iñarritu, Lascuraín, Braniff, Zuckerman, de Martino,
Icazbalceta, Azcarraga, Ayub; todos ellos viven en Chapultepec Hights, otros en
Polanco, Lindavista, Pedregal; es cuestión de acercarse a ellos y empezar hacer
relaciones sociales, pues los conocidos de uno, conocen a otros y estos a su
vez, no los conoces, pero ellos a ti si, algo un poco complicado, pero así
funciona, en México, es una especie de nobleza “invisible”, una mezcla de la
vieja aristocracia porfirista, con la clase revolucionaria venida a más.
Dieciochoava
lección e vida: “Haz redes sociales”. Que
todos te conozcan, que todos sepan de ti, hazte público, hazte evidente, que
hablen bien o mal de ti, pero que hablan, nada peor que la indiferencia; sino
sales en la foto, es que no existes; y si no existes, no eres importante, nadie
te contratara, nadie creerá en ti; hazte
fama, muéstrate, que te vean y después de eso, ponte a cobrar.
Bernabé
Jurado se rió. – Yo también vengo de una familia porfiriana – formó parte de esa
elite, he crecido con ello y me he desenvuelto, pero nunca lo había pensado.
Observa
a los “nuevos ricos”, - le dijo el periodista - están surgiendo ahora con el gobierno de
Miguel Alemán, ve y lee algunas revistas de política, espectáculos, deportes, que
están saliendo. Ve como el Director del IMSS Antonio Díaz Lombardo, o
el Secretario de Hacienda Ramón Beteta, el Jefe del Departamento del Distrito
Federal Fernando Casas Alemán o el Gobernador del Estado de México Alfredo del
Mazo Vélez, más otros cuarenta ladrones,
se están haciendo millonarios, robando a manos llenas y lo peor de todo, es que
su jefe el Presidente de la República, los encubre, los solapa, porque es igual
de ratero.
Moralidad
en este régimen, ¡jajajaja¡; don Maximino murió, pero dejo su escuela; a seguir
construyendo obras y más obras, México crece y hasta rascacielos ya tendremos
como la Ciudad de New York; el país crece, se industrializa, se construyen
presas, caminos, autopistas, una Ciudad Universitaria y hasta el próximo
aeropuerto de la Ciudad de México.
Esa
nobleza mexicana controla todo, el cine, la literatura, la política, el
deporte, todo absolutamente todo; inclusive, hasta en el medio que te
desenvuelves, ¿ya investigaste, quienes son tu competencia?.
El
mundo de la cultura lo dirige Salvador Novo, la artisteada intelectual la
preside Diego Rivera; el mundo del cine, el “Indio” Fernández, el mundo del
deporte, Humberto Mariles y Joaquin Capilla; los nuevos empresarios a quien no
hay que perder de vista, es a Romulo O’farril y Emilio Azcarraga Vidaurreta.
Bernabé
Jurado, se quedo callado y pensando; toda su vida había prestado sus servicios
de abogado, sin conciencia alguna de que él era su propio personaje. Había
vivido sólo por vivir, pero nunca se había puesto pensar, que ahora tendría que
vivir con sentido, con destino, con un
camino determinado. ¿A dónde quieres llegar?. ¿Cómo quieres que te recuerda?.
Quizás
en su eterna adolescencia Bernabé no supo que personaje sería, ya había hecho
muchas chingaderas y todavía le faltaba la mitad de su vida, para seguir
haciéndolas.
- ¡Güero”
, pinche güero, te estoy llamado.- Llamó telefónicamente Bernabé a su amigo
Eduardo Téllez, reportero de La Prensa.
- Te
voy a dar una comisión de mis asuntos, pero tienes que hablar de mi cabrón. Tienes que decir, que soy el abogado más
cabrón, el más chingón, el más galán y
madriador de todos. Quiero que todo México sepa, quien es Bernabé
Jurado. ¿Oíste cabrón?.
Me
vale madres si el pinche país está gobernado por cínicos rateros; me vale
madres, si el presidente Alemán ha traicionado a la Revolución; yo sólo quiero
que hables de mi, que los encabezados de tu periódico haga referencia de mi
personalidad, de mi imagen, de mis escándalos, de mis mujeres, de mis clientes,
de mis juicios; quiero que me hagas publicidad y sepan, que en el caso más
polémico de todos, en ese, lo está litigando
Bernabé Jurado y ningún otro cabrón, entendiste pinche “güero”. … ¿si
entendiste?.
Bernabé
no se había dado cuenta, de que también formaba parte, de esa nobleza mexicana,
o al menos, quería formar parte de ella.
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¿Un
periodista muerto?. ¡Claro¡. ¿Quién lo mando estar de bocón denunciando los palacetes de los colaboradores
del Presidente Alemán Valdés y más aun, haciendo criticas también a la máxima
central obrera de todo el país, la CTM.
Bernabé
Jurado salía a la vida pública, defendiendo al presunto asesino del periodista
Fernando Sánchez Bretón, lo mataron si,
pero no había sido Roberto Batillas, el no estaba en el lugar de los hechos,
andaba en otro lado, el día y la hora que ocurrieron los hechos.
La
sentencia, era de esperarse, salió favorable. Las violaciones a los principios
de legalidad eran notorios, el Ministerio Público había actuado dolosamente
contra un pobre inocente.
Ganado
el juicio y repetido nuevamente su hazaña de haber obtenido la libertad de un
sicario, acudió nuevamente a la oficina del Director Federal de Seguridad, para
pasar a saludar al Teniente Coronel
Marcelino Inurreta y recibirle de este, otro portafolio.
Dinero
y más dinero, mientras el periodista mexicano estaba siendo enterrado, su
familia llorándole y el expediente ministerial luego se archivara, en otro
lugar de la Ciudad, se encontraba algún borracho, perdido entre las copas; así
son las cosas, diecinueveava lección de vida: “El muerto al pozo y el vivo al
gozo”.
Y el
sicario, ¿los hermanos Ebrard?, bien gracias, cumpliendo otros trabajitos.
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Chulada
de mujer esa Alma Viderique, rostro de una belleza indescriptible. Claro que me
caso con ella. ¡Total¡. Una vieja más. El encanto termino el día que la lleve a
bailar al Nocturno Astoria, donde cantaba “El Gitano Señorón” Juan Legido y su
orquesta, “Los Churumbeles de España”. La nueva esposa de Bernabé lo escuchó y
lo miró, había quedado cautivada.
Juan
Legido se sentó en la mesa donde se encontraba Bernabé Jurado y aceptó un
pequeño brindis que este le había ofrecido. Tanto él como su esposa Alma
platicaron y después, para sorpresa de Bernabé, ya estaban bailando. Se estaban
enamorando.
Bernabé
Jurado salió indignado del Salón y se dirigió a su casa, llegando a esta, abrió
el closet y sacó la ropa de quien fuera su esposa; a la chingada pinche vieja,
ninguna puta se va reír de mi.
¡Bernabé
se volvió a divorciar¡
Vigésima
lección de vida, “nunca prestes a tu mujer”.
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¡Claro
que es una ratota de dos patas¡. No tiene madre ese cabrón. Cuando fue
Gobernador de Veracruz, compró varias acciones a la empresa petrolera El Águila
y ahora resultaba que parte de la lana con la que se pagaba la indemnización a
las empresas petroleras, las cuales fueron expropiadas por el expresidente Lázaro
Cárdenas, parte de ese dinero, se destinaba a los bolsillos del ahora
presidente Miguel Alemán. ¡Jijo de la
chingada¡.
Otros
en cambio decían que los americanos no habían resentido la expropiación, porque
para eso, habían impuesto a su “pelele”, quien alguna vez fuera su empleado y a
quien habían hecho gobernador y luego presidente.
Compró
los terrenos al norte del Distrito Federal y estaba edificando “Ciudad
Satélite”, lo mismo con los fraccionamientos de las colonias Polanco y Anzures;
no se diga también Cuernavaca y la construcción del mejor paraíso terrenal de
todo el mundo: Acapulco.
¡En
fin¡. Después de recorrer la autopista y pasear por La Costera Miguel Alemán,
fue que Bernabé conoció a una gringuita. ¡Pinche güera¡. No sabía ni preparar
un sándwich, pero que bien le enseñaba ingles.
Entre
beso y beso y entre copa de vino y vino, Bernabé conoció después a otra bella
mujer. Esa si era un mujerón, una brasileña exótica, sensual, de voz melodiosa,
llamada Rosina Pagán. ¡Qué rico besaba y cogía la muy cabrona¡. Pero se tuvo
que regresar a Brasil a cuidar a su mamá.
¡Y Bernabé
tan sólo¡. …gastando dinero y más dinero.
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¡Ernesto
Uruchurtu¡. Pinche regente tan puto. ¡Ya quiere cerrar todas los congales¡.
Pero hay otro tipo de puteros de mayor categoría, a donde asisten los hombres
de la nobleza mexicana. Ahí encontrara a las mujeres más caras de todo el país.
Ninón Sevilla, Meche Barba, Rosita Fornes, Rosa Carmina y María Antonieta
Pons.
¿Quién
crees quien es mi nueva cliente pinche Güero”?. Rosita Fornes, la muy canija se
quiere divorciar de su marido Manuel Medel. ¿Qué quien es Rosita Fornes?. ¡Pendejo¡,
es la rumbera que sale en las películas de Tin-Tan. ¡Esa mera¡.
Manuel
Medel era uno de los empresarios del mundo de la farándula de mayor influencia
en todo el país. Era dueño del teatro “El Tivoli” y entre sus amistades, se
encontraba el influyente Mario Moreno
“Cantinflas”, aunque este decía que no era cierto, que don Manuel era un tipo
de lo más insoportable, ya para que lo dijera “Cantinflas” era porque realmente
lo era. Sin embargo para Rosita Fornes, Manuel Medel era el tipo más prepotente
que había conocido y del cual también enamorado, pero que ahora la insultaba constantemente, de
puta no la bajaba.
El
caso es que Bernabé Jurado se designaría como el apoderado legal de Rosita
Fornes y aprovechando sus amistades, entre ellas el Juez Civil con cabecera en
Yautepec Morelos, le solicito a este, decretara el divorcio del matrimonio
civil celebrado entre Manuel Medel y Rosita Fornes, así como la perdida de la
patria potestad y la guardia y custodia de la menor, a favor de la madre. El
Juez Civil sin haber hecho el emplazamiento al demandado, de forma indebida,
motivado más por la amistad que por el derecho, concedió el divorcio.
Hecho
lo anterior, Bernabé tramitó el pasaporte
y visa de la menor, para que la niña pudiera salir del país, con destino a
Cuba, cuando de repente, fue emplazado
en su despacho, en calidad de “tercero perjudicado” por el Juez Segundo de
Distrito en Materia Civil; resulta pues que su oponente, era nada más que el reconocidísimo
Licenciado Víctor Velásquez, abogado de Manuel Medel.
¿Quién
era ese Víctor Velásquez? Decían que era el mejor abogado de todo México,
porque había defendido con éxito a 88 condenados a muerte, cuando en México todavía existían la pena de muerte
y también, los jurados populares. ¡Velásquez, si una familia de abolengo¡, nada
que ver con el pinche lechero líder de la CTM, esos Velásquez rastraban la
alcurnia desde la época de don Porfirio. Toda una tradición de los abogados del
corte romano ciceronesco, pero que de todos modos, a Bernabé se la pelaban. ¡Sin
tanto leer¡.
El
Juez Segundo de Distrito del Distrito Federal había fallado a favor de Manuel
Medel, no por a falta de competencia del Juez de Yautepec, sino por la falta de
haberse cumplido las formalidades esenciales del procedimiento; lo que dice el
artículo 14 constitucional, ese fue el
motivo principal por el cual el amparo anuló la sentencia del divorcio y por
consiguiente, los efectos de la misma. Ahora la niña del matrimonio no podía
salir del país, sin el consentimiento del padre y mientras tanto, Bernabé ya se
había chingado de la mitad de la lana.
La
cosas salieron mal, no era para que así salieran, pero así fue. Rosita Fornes
tenía que salir del país con su hija, antes de que le cancelaran la visa. Así
que Bernabé Jurado busco a su clienta y le pidió que armara una maleta y se
llevara a su hija de una vez por siempre; para mayor seguridad, las metió a la
cajuela de su carro y salió de la ciudad, conduciendo a toda velocidad, por la reciente autopista
panamericana, hasta finalmente llegar a la frontera norte, donde logró cruzar a
los Estados Unidos.
- Ahora
si salga …¡Vaya a Cuba y no regrese¡.- Dijo Bernabé después de prender un
cigarro.
- No
entiendo abogado, - salió Rosita Fornes un poco confundía - ¿es cierto que se
perdió el juicio?.¡Sigo sin entender¡, ¿que significa que se dejó sin efectos
el divorcio? ¿Estoy o no divorciada de
mi esposo Manuel Medel?.
- Quería
usted que la divorciara, le diera la guarda y custodia de su hija y además, que
la sacara del país.
- Si,
así es.
- Entonces
ya está. ….¡Págueme lo que falta¡.
Vigésima
primera lección: “Un abogado, siempre cumple su palabra”.
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Calle de Madero 17, despacho 221, teléfono 21-08-00, - otra vez - es ahí donde se puede ubicar el despacho del Licenciado Bernabé Jurado, el licenciado Jurado tiene mucha experiencia, sin duda alguna, “es un chingón”, dice la gente del inframundo, “me debe muchas, no podrá decirme no”. Dijo la señora más poderosa de todo el país. No, no era la esposa del Presidente, ni mucho menos su amante, “La Doña” María Félix; esta vieja, en verdad que si era poderosa.
Puede
encontrársele también, en los juzgados penales que se encuentran en la
Penitenciaria de Lecumberri, pero sino está ahí, andará de farra en algún
burdel de la Ciudad de México. Eso me han dicho, algunas de mis putas. Se la
pasa gastando el dinero, a lo pendejo.
Vigésima
segundo lección de vida: “¡Si eres bueno en lo que haces, de todos
lados de buscan¡”.
-
Te busco la patrona – dijo aquel tipo mal
encarado, que al parecer, era “madrina”.
¿Pero cual patrona?, ¿a quién te refieres?, respondió Bernabé, ¡Licenciado, ya sabe quien¡, con ganas de
decirle, “No se haga pendejo”. ¿Qué cual patrona?. ¡Pues doña Lola” …. ¡La
mismísima Lola la Chata¡. Lo espera en
su casa de la Colonia Guerrero. ¡Ah Caray¡.
Ahora
había que defender a un pinche escritor puto, drogadicto, que entre sus
anteriores cualidades, se encontraba la de ser demasiado pendejo, pues había
matado a su esposa, al haberle puesto un vaso de vino arriba de su cabeza y
jugar con ella, que era “Guillermo Tell”, habiéndole pretendido disparar arriba
de su cabeza, para romper la copa, pero
el muy pendejo, erro en la puntería y
“sin querer”, no la atino, la bala no
cayó sobre la copa, sino sobre su frente, simplemente, la mato.
¿Pero
quien puede hacer esas tonterías?. Pues
estaban jugando, era una fiesta, estaban muy borrachos, pero por muy borrachos
que estuvieran, no podían hacer ese tipo de pendejadas. ¡Esas chingaderas solamente le pasan a los
escritores por pendejos y fantasiosos¡.
Así
que Bernabé acudió a la 8ª Agencia del Ministerio Público a preguntar por el
escritor William Seward Burroughs, que para colmo, le valía madre si era
escritor o no, o a que se dedicaba, nunca lo leería; tenía que defenderlo
quisiera o no, porque finalmente había sido una instrucción de una de “sus
jefas”. Posiblemente ese cabrón era un proveedor o consumidor de la patrona, sin duda alguna, un buen cliente.
Lo malo de esto, es que el Ministerio Público titular del tercer turno, Roberto Higuera Gil, se adelantó y ejercitó la acción penal, consignando al escritor, a la Penitenciara de Lecumberri, seguramente a la crujía “Jota”, donde estaban los pinches jotos.
El precio de los honorarios se incrementaría, el asunto se había complicado, las pruebas periciales, la necropsia practicada sobre la cadáver y la declaración del inculpado, era que la había matado; el juez penal, Eduardo Urzais, dictaría el Auto de Formal Prisión. ¡Y asi fue¡.
¡El asunto se complicaría más¡. ¿Cómo voy a sacar este puto?. Pues denme dinero y empiezo a repartir en el juzgado, en lo que voy armando una defensa que sustituya el homicidio simple, por homicidio imprudencial. Que el reo en todo caso, se retracte de su declaración y diga, que no estaba jugando, sino que derivado de una reunión social, estaba vendiendo una pistola y accidentalmente, le salió la bala; este nuevo testimonio, reforzado con tres testigos preparados; y pelas; armamos un incidente de desvanecimiento de datos; si el Juez se quiere cubrir, que me lo niegue en un auto muy “chafa”, para que pueda ampararme y entonces, en vía de cumplimiento, el juez dicta nuevo auto y ¡Zas¡. El Juez ordena la libertad.
¡Todo esto en catorce días¡.
William Seward Burroughs tan pronto salió de la cárcel, huyo de México y Bernabé Jurado, quedo ante la prensa, como el mejor abogado, una vez más, el “Abogado del Diablo”.
20
El
poder del abogado, se mide con el tipo de carro que tenga. No basta ya un
cadillac, cualquier político vulgar ya los tiene, ahora había que tener un
automóvil “Road Master Buick”, con vidrios a prueba de balas. Ese si era un
coche, no chingaderas.
Vigésima
segunda lección: “El coche que usas, define tu persona”.
Pero
el día que Bernabé Jurado lo había estrenado, esa misma noche, recibió un
“atentado”. Otro vehículo conducido por Mario Saldaña Cervantes, se había
estrellado en su reciente adquisición. Jurado en acto de arranque y de “legítima
defensa”, sacó su fiel pistola que siempre lo acompañaba y disparo a su
agresor; el muchacho cayó, quedo herido y Bernabé al darse cuenta lo que había pasado,
decidió llamar a la Policía.
¿Bernabé,
porque disparaste?. – ¡Fue en legítima defensa, ustedes vieron que me atacó
primero¡. Aunque realmente, el atentado
no fue a la vida del ilustre abogado, sino a su recién adquirido automóvil,
“Road Master Buick”; no era posible que recién estrenado, hubiera resentido el impacto
de un choque.
Ya
en la Agencia del Ministerio Público, Bernabé se percató que no hubo tal
atentado, sino que realmente había sido
un accidente; también se enteró que el Procurador General de Justicia, estaba
tan molesto por el escándalo de la liberación del William Seward Burroughs, que
juró que la próxima que se enterara de alguna maniobra sucia de Bernabe Jurado para “ensuciar” el sistema judicial mexicano,
“ahora si actuaría con todo el peso de la ley”. Yo que usted, “Lic”, si me
pelaría. El tal Mario Saldaña, parece que se va a morir.
Bernabé
se quedo pensativa, por mera experiencia sabía que si el sistema lo quería
fregar, lo podía hacer, ya lo había hecho cuando lo mandaron a las islas
marías, en verdad, que no tenía la mínima intención de regresar a ese lugar, o
quedarse de manera permanente, en la Penitenciaria de Lecumberri.
¡Vamonos¡.
Se dirigió al Aeropuerto de la Ciudad de México, con destino a New York, poco
le importó la noticia escandalosa, publicada en primera plana del Diario
Excelsior, sobre la muerte de una sirvienta en manos de tres niños, de cuatro,
cinco y ocho años de edad; no solamente los escritores eran jotos y
drogadictos, sino que ahora, los niños eran malcriados y asesinos. Lo peor de
todo, es que ellos iban a ser, el futuro de México.
Bernabé
llego a radicarse en la ciudad de los rascacielos, mientras que por otra parte,
el Partido Revolucionario Institucional proclamaba como su nuevo candidato
presidencial, a don Adolfo Ruiz Cortines; un viejito que tenía fama de ser muy
honesto; en fin, vendrían otros tiempos para el país, quizás igual o menos
pillos que la gente de Miguel Alemán Valdés, pero finalmente, miembros del
mismo sistema, o de la familia revolucionaria, que era lo mismo.
Y mientras
Bernabé Jurado caminaba por el barrio del Spanish Harlem en el condado de Manhattan, New York, Estados Unidos; en el despacho abandonado
de Bernabe Jurado, ubicado en la Ciudad de México, su teléfono sonaba
constantemente, sin que nadie contestara. Era Pedro Infante, buscando
insistentemente al “Abogado del Diablo”.