LA NUEVA REVOLUCIÓN: LOS "NINIS", ENTRE "NARCOS" Y "MIRREYES".
Han sucedido cosas en los últimos veinte años, que siempre intuí que ocurrían, pero que no me había podido explicar, porque estaban ocurriendo todas esas cosas; una sensación de malestar, de coraje e indignación, en contra de la clase política, empresarial, intelectual, estamental, artística, deportiva y hasta de la mafia, que constituyen todas ellas las elites del poder; no me había dado cuenta, que vivimos en la era “mexicana global”, de estar entre “ninis”, “narcos” y “mirreyes”, que de seguir las cosas como van, iremos alimentando este odio que nos llevara quizás mas temprano que tarde, a una descomposición social, cuyo destino es directo a una revolución.
Fui
de esa generación de estudiantes que les fue inculcado desde su infancia, el
amor a la patria y sutilmente, el odio al imperialismo estadounidense; me
enseñaron que ellos eran los pillos y ladrones que hace más de ciento cincuenta
años se habían robado más de la mitad del territorio mexicano y que desde
entonces, no cesaban sus ambiciones en seguirle robando a los mexicanos, lo que
era de éstos su propiedad; fui de esa generación, de mexicanos que se sintieron
orgullosos de sus héroes patrios, de su Hidalgo, de Morelos, de Zapata y Villa,
de héroes patrios que fueron sacrificados, encarcelados, traicionados y
asesinados, pero que habían dejado “escuela”, una “herencia” que reclamar, un
pasado histórico por siempre luchar; fui de esa generación, que creyó en la
figura presidencial, se representaba el hombre fuerte que encabezaba la patria
mexicana y que dirigía los destinos de la nación, el hombre justo y poderoso
del país, que no permitía que la hoja de un árbol no se moviera, sin su
consentimiento; fui de esa generación, que de repente se dio cuenta, que todo
era una mentira, que el presidente era un farsante, un ladrón, un vulgar
calígula, un vil “traidor” asesino y “vende patrias”.
Hay
en el escenario político, quienes sostienen la necesidad de “regenerar” la vida
política y social de nuestro país; de iniciar una transformación que nos lleve
a fundar una “nueva República”; hoy las ideas salen a relucir en las redes
sociales y convocan a todos en un día como hoy, a recordar que este país, no es
tan global, ni tan progresista, ni tan “emergente”, ni tan respetuoso de los
derechos humanos, ni mucho menos tan democrático; solamente los ignorantes tienen el cerebro
tan limitado para decir que todo es culpa del PRI, del Presidente y del
neoliberalismo, pero no es así, ¡ojala así fuera¡, entonces la revolución sería
mas sencilla; sin embargo, me duele
decir que las cosas son mas complejas,
el problema es existencial, es de valores, ha triunfado la cultura del
pillaje, de la corrupción y del cinismo; mi patria, esta mal y lo que es peor,
parecerá que estará peor; me duele decir y no quisiera ser tan pesimista, para
pensar que en efecto, se requiere esa regeneración, esa nueva revolución, que
nos haga cambiar a todos; una revolución con conciencia, con sentido, que nos
transforme en el sentido inverso, de lo que ya estamos siendo transformados.
Los
años ochentas, es quizás el inicio de esta historia; la caída del muro de
Berlin y del socialismo del este, el fin de las dictaduras militares en Chile y
Argentina; es lo que hizo de México, la promesa democrática que se trunco en
1988.
Hasta
antes de ese año, existía la necesidad de que México se transformara en otro
país; que la clase política gubernamental dejará de ser tan formalista, tan
solemne, tan cínica y corrupta; que televisa cambiara a sus hombres aburridos,
como Jacobo Zabludovsk en las noticias o Raúl Velasco en el mundo de las
artisteada; que el PRI perdiera por lo menos una elección, que mejor que la
elección presidencial; que las cosas
cambiaran y fueran otras; que nos convirtiéramos en ese país promisorio de ser
ricos, fuertes, prósperos, pero además, seguir siendo soberanos y orgullosos,
de ser mexicanos; suspirábamos que la selección mexicana ganara un partido de
futbol en algún mundial y que Fidel Velásquez, con todos sus lideres
vejestorios obreros, se fuera directamente a su casa a descansar y sino era
así, que la muerte, terminara de recogerlos.
México
requería un cambio y lo gritaba a los cuatro vientos. Porque eso era lo que
ocurría en la Unión Soviética, con Alemania, Polonia, Rumania, Chile,
Argentina; México requería un cambio y para ello era importante, saber lo que
había pasado en la historia, la cual oficialmente, según los libros de texto, había
terminado en 1938 con la gesta heroica de la expropiación petrolera.
Entonces
veíamos con buenos ojos como Enrique Krauze, reconstruía a los personajes históricos
como seres humanos, más que como estampitas de alguna monografía escolar;
veíamos con muy bien que Octavio Paz, dejará de ser el desconocido burócrata
del servicio exterior mexicano y se convirtiera en el premio Nobel de la
Literatura que nos explicará lo que estaba pasando en el mundo; se hablaba del
“fin del socialismo”, la “muerte de las ideologías”, y algunos entristecimos, otros mas, se
negaron a reconocer tan aseveración; seguíamos con la esperanza de que Cuba fuera
el ejemplo del mundo, al mismo tiempo que el régimen avasallador, no cesaba de ser
tan elogiado, al frente del presidente más joven y patriota de todos los
tiempos, un hombre genio y modernizador como lo que representaba Carlos Salinas
de Gortari.
¿Qué
tiempos?, ¡Que promesas¡ …. ¡Que desilusión¡.
Mientras
la clase política hablaba de la transición política y la posibilidad inminente
de que el PRI perdiera la elección presidencial, de la aparición de nuevos
organismos públicos autónomos como el Instituto Federal Electoral o la Comisión
Nacional de Derechos Humanos; mientras la clase empresarial surgían nuevas
opciones televisivas como TV Azteca que hacía por vez primera temblar a
Televisa en la generación de sus telenovelas o noticieros; o en la clase
deportiva, la selección mexicana de futbol lograba conquistar un subcampeonato
en la Copa América, con posibilidades de ganar el campeonato Mundial de la FIFA,
sin haber incurrido en las trampas de “los cachirules”; la Revista semanal “Eres”
circulaba en los puestos de periódicos, en las tiendas departamentales y era
leída, por las clases altas, medias y populares del país, a efecto de poder
entender los nuevos valores de la sociedad mexicana, un tipo de peinado,
calzado, vestimenta, Luis Miguel y Sacha
Sokol sería el molde a seguir; un auto y
un viaje a una playa; México, pues, avanzaba a su camino promisorio, como
nación líder, dueño de su destino; nos acercábamos y eso decíamos con mucho
orgullo, al primer mundo, con futuro, halagador.
¡1994
fue el año en que México incurrió en una
crisis, de la cual, jamás salimos¡.
Quisimos
brincar al Rio Bravo para convertirnos en los Estados Unidos de América Latina
y lo que paso fue algo inverso, cruzamos
el Rio Usumancita y nos hicimos tan violentos, con como Guatemala, Salvador o Nicaragua, con sus
eternas guerrillas revolucionarias; nos hicimos tan “narco-Estado” como
Colombia o Panama, o tan corrupto como Perú, Bolivia, Ecuador o Venezuela; tan
frívolo como Argentina, tan autoritario como Chile; de repente, México se
descompuso y entendimos la promesa neoliberal, como una mentira y el hombre que
fue amadamente admirado, se convirtió terriblemente
odiado.
La promesa democrática, sería posible en la
Ciudad de México, cuando aquel 6 de julio de 1997, los ciudadanos del Distrito
Federal, echaban del poder, al PRI y en su lugar elegían al Ingeniero
Cuauhtémoc Cárdenas candidato del PRD. Tres años después, la misma sensación de
euforia y esperanza ocurrió a nivel nacional, cuando Vicente Fox Quesada candidato
del PAN derrotaba al PRI con sus 71 años en el poder. La promesa era real;
México construiría una nueva era basada en cambiar el viejo orden de las cosas,
pero no fue así.
El
PRI jamás se fue, ni tampoco regresó. El PRI se transformó y se construyó una
nueva era, perversa, corrupta, cínica,
en la que nos encontramos atrapados todos. No es cierto que la nueva revolución
sea derrocar al PRI, sino que esta consiste, en derrocar la “EmPRIización del
poder”.
La
emPRIización del poder, es un proceso mediante el cual, el PRI y su cultura de
gobernanza, es imitada, de la manera más grotesca y caricaturesca, por el PAN,
el PRD y otros nuevos actores políticos.
El
internet, las redes sociales, los “logros” de la economía neoliberal o la
globalización, prometían ser buen antídoto para construir una nueva era; no lo
fue así. Únicamente, todos esos factores potencializaron la nueva era.
Estas
son algunas de sus características:
PRIMERO:-
Se construyó un nuevo sistema democrático y tan transparente. ¡Mentira cruel¡. México sigue siendo tan
antidemocrático y corrupto como antes. Pero esa fantómina de haber construido
un nuevo sistema de gobernanza, ha dado la apariencia legal de vivir en una
democracia y de ser también, un “Estado
de Derecho”.
Surgieron
en el diccionario político mexicano, palabrejas como “democracia”,
“transparencia”, “rendición de cuentas”, “alternancia”, “fiscalización”,
“derechos humanos”, “competitividad”; lo
malo de estas palabras, no son sus contenidos, sino su utilización política; se
emplean como si fueran “palabras mágicas”, como si el gobernante que las dijera
o instituyera en su nombre nuevas burocracias, con ello, nos convierta
realmente, en un país democrático, transparente, honrado.
La
competencia electoral del PRI no “bajo” del escalón en que encontraba dentro de
esa gran pirámide que representa el poder, no “descendió” pues al mismo nivel
en que existían los otros partidos políticos; contrario a ello, lo que hizo,
fue que permitió que sus adversarios políticos, “subieran” al mismo nivel y
desde las alturas de la pirámide, compartieran las bondades que el sistema corruptor
les tenía reservado. ¡Que mejor manera
de hacerlo, derrochando los recursos públicos¡. (salarios, comisiones,
prestaciones, viajes, celulares, automóviles). Estos se multiplicaron, no
bastaba ya los estratosféricos salarios de la clase política, sino también las
canonjías y la red de influencias que esto permitía. La posibilidad de que al
poder político llegará nuevas opciones políticas, no “redujo” la corrupción, sino
que la “multiplicó”. Surgió así, una nueva clase empresarial, dueña también de
constructoras, proveedoras de servicios; una nueva clase social, que creció en
tan pocos años sus fortunas, producto del compadrazgo y de su talento
empresarial, que de sus habilidades gerenciales.
Los
nuevos políticos, son los hijos de los viejos políticos. Su cualidad en la que
sustentan su liderazgo, es en el linaje de la sangre y en la posibilidad de que
estos tienen, para “comprar” voluntades. La sangre joven pues, llega al poder,
no porque los jóvenes lo hayan decidido, sino porque el destino les da la
suerte a ese “sector juvenil”, haber
sido los herederos de una clase política estamental que ha gobernado al país
por décadas. Los nueva clase política, tiene pues la cualidad de tener a padres,
tíos, abuelos, bisabuelos, que alguna vez fueron diputados, ministros,
gobernadores, presidentes o bien, prosperos empresarios, que lograron hacer su
fortuna, no por la innovación y la competitividad, sino por su actitud
monopolista complíce del gobierno autoritario al que sirvieron por décadas.
SEGUNDO.-
México se quedo sin ideal, sin proyecto, sin camino; durante años fue la eterna
promesa de la “Revolución Mexicana”; todo el discurso político giro alrededor
de este ideal, ya fueran sus criticas o sus demagógicas alabanzas, fuera lo que
fuera, el país, tenía cimientos en un pasado glorioso y tenía la esperanza, de construir
un futuro promisorio; pero eso, ¡se acabo¡.
Salinas
de Gortari quiso sustituir el concepto de Revolución Mexicana, por el de “Solidaridad”,
pero el ideal sólo fue pasajero; la crisis del 94, no logró construir un futuro
del país, quizás la idea del “cambio” que tanto prometió Vicente Fox, pudo
haber sido ese motor que México desaprovecho entrando al siglo XXI, ideal, que
tampoco logro construirse; de ahí, que cuando algunos ciudadanos escuchan los
discursos políticos de Andrés Manuel López Obrador, cuando este habla de “Esperanza”,
“Proyecto Alternativo de Nación”, “República
Amorosa”, “Regeneración”, o “La Cuarta
Transformación”; lo que realmente genera en muchos de los futuros electores, es
el sueño de abanderar un “nuevo futuro” en que creer; generar un sueño noble de
recuperar el país que perdimos, que olvidaron, vendieron o traicionaron aquellos
que alguna vez prometieron gobernarnos con prosperidad.
Lo malo,
que quienes tratan de crear este nuevo ideal mexicano, no son idealistas que
dicen ser; en ellos se esconde lo peor del pensamiento político priísta, que
nos llevó precisamente a esta crisis; no logran éstos a convencer a muchos, por
su falta de dialogo, de tolerancia, por su visión limitada y poco crítica. Porque su principal argumento es la falacia ad
personam consistente en descalificar al oponente, pero no su modelo político y
económico. Los hombres y mujeres que dicen abanderar esta causa y este método poco
inteligente de lucha, lamentablemente, carecen de los ideólogos que requiere el
momento actual del país y su actitud, por momentos pareciera ser sumisa, pandilleril
y porríl, al servicio, de su líder senil autoritario.
El fracaso
del nuevo pensamiento mexicano, es que no hay futuro, no hay misión, ni visión;
se gobierna en el presente, con un discurso y un pensamiento que es tanto hueco,
como frívolo, lo cual lo único que ha podido ofrecer, es muerte y decepción. Y
mientras ese sistema político siga gobernando, repitiendo la misma formula de
Zedillo, de Fox y Calderón, es obvio e innegable, que serán los temidos “populistas”,
los que llegaran al poder.
Al
menos estos últimos, aun y con todos sus defectos, se han dedicado a construir
un futuro, aunque este pareciera surrealista, caprichoso, irracional,
ocurrente, pero futuro al fin y a cabo.
TERCERO.- La época
neoliberal nos ha traído cosas interesantes, que nos ha revolucionado como
sociedad, ya estamos sin duda alguna transformados, la tendencia en los
próximos años, es que ese proceso de cambio personal continué, hasta llevarnos,
no al ideal de la sociedad justa, sino de una sociedad, profundamente desigual.
La
tecnología, el uso del celular, el internet, la sociedad de consumo, la
creación de moldes humanos “hermosos”, “simpáticos”, “ostentosos”, es el
proyecto que el sistema global mexicano ha construido para cada uno de
nosotros. No basta bajar de peso, sino también, utilizar cierta ropa, cierto
calzado, cierto tipo de lentes, peinados y automóviles, (de preferencia
camionetas), estudiar en ciertos colegios y universidades; de visitar y comprar
ciertos lugares; presumir nuestra riqueza, nuestra familia, nuestros viajes,
nuestra escuela, nuestra casa, nuestras joyas.
Han llegado
al poder los “mirreyes” y las ”ladies”, son ellos, con sus ostentosas
camionetas y servicios de guardespaldas, los que nos han inculcado la ruta ha
conseguir. Un buen bar, una buena fiesta, una forma de hablar y de arrastrar la
lengua al hacerlo, de abrirse simplemente el último botón de la camisa para mostrar un
pecho sin bello alguno y estar con ello siempre en posibilidad de humillar a
quien se encuentre debajo de éste. Generalmente, una persona pobre, un “naco”
disfrazado de chofer, guarura o criada.
La culpa
fue de Televisa, fueron ellos los que crearon los nuevos moldes de seres
humanos a quienes imitar. Los que crearon el concepto de belleza sofisticada, de
nuevos valores humanos, como estar encerrados en una casa, sin hacer nada, más
que convertirse en objeto de las cámaras y por consiguiente, del deseo, de
simpatía, de imitación. Fueron ellos, los que crearon el concepto deformado de “artista”,
actor de telenovela o pseudocantante; los que en sus telenovelas, fabricaron el
cuento de la cenicienta, la mujer pobre y simpática, que termina casándose con
el hijo de la patrona, el cual su principal característica, además de ser
guapo, la de ser millonario; fueron ellos y sólo ellos, los que hicieron la “nueva nobleza mexicana”, una
caricatura vulgar y grotesca de la nobleza española o británica, cuyo merito no
es el titulo otorgado por Su Majestad el Rey, sino por salir en las cámaras de televisión, de una
empresa, que por cierto controla, casi toda la audiencia en la República Mexicana.
Frente
a esa clase mirreinal, la inmensa mayoría de los jóvenes que no cuentan con los
recursos suficientes para equipararse a éstos, no les queda, más que crear
ellos, sus propias “elites”, así pues, para los hijos de los mafiosos
mexicanos, para ellos no hay problema, ellos también idearon su “cultura narca”,
el tipo de sombrero, pantalón, playera, cinturón, camioneta y hasta de pistola
o metralleta que debían portar; ni que decir, su concepto de belleza, la mujer “buchona”,
de senos grandes y curvas exorbitantes.
Pero
si no se es “mirrey”, o “narco”, entonces, queda ser “nini”; es decir, “ni
estudiar”, “ni trabajar”, ser “nini” por circunstancias de la vida o ser “nini”
por convicción. El joven idiota hueco, sin conciencia, alcohólico, drogadicto,
que no produce, pero tampoco promete hacerlo algún día; el joven que envejecerá
y tendrá como fuente de sustento, la poca herencia que acumularon sus padres o
en el peor de los casos, ser objeto de los programas sociales (la limosna que
da el gobierno), o bien, servir a sus “patrones”, los “mirreyes” o los “narcos”,
o en el peor de los casos, ocupar algún lugar en los reclusorios, tan siempre
saturados de reos jóvenes.
CUARTO.- Logramos crear la “La
República del Absurdo”. La república donde la cosa pública es deprimente, siempre
premiada en vez de ser castigada; donde el que se porta mal, siempre le va
bien, y el que se porta bien, de plano es un pendejo.
La república
del absurdo se gobierna con funcionarios de una elite cuya formación doctrinal
es abundante en conocimientos de vanguardia, pero que frente al escritorio de
su posición burocrática, es realmente absurda, nefasta, prepotente y autoritaria.
Les gusta permanecer en el anonimato, salvo los hijos de estos, que derrochan
los inmorales recursos que se logran obtener al amparo de la “coincidencia” de
las adjudicaciones de los contratos de obras, adquisiciones, arrendamientos y
servicios.
La república
del absurdo, se logra construir con ciudadanos también absurdos, olvidadizos, de
poca memoria y convicción; ciudadanos que se sobornan por una torta, por
quinientos pesos el día de las votaciones o por una pantalla de televisión;
ciudadanos cuya ignorancia es vergonzosa, al igual que su pereza y su grado de
manipulación; ciudadanos que les gustan las novelas o los partidos de futbol;
ciudadanos que portan con orgullo la camiseta de su equipo de futbol y que
vanaglorian a su farándula artística o futbolera, pero que desconoce e ignora,
a los mexicanos brillantes que logran triunfar fuera de su país, por sus
méritos.
Gobierno
y ciudadanos que pierden su capacidad de asombro. A los que un día, asesinan indígenas
chiapanecos con machetes y cuyos culpables salen absueltos a los quince años; a
los que asesinan inmigrantes en su intento en llegar a los Estados Unidos, pero
que nadie reconoce, por ser estos guatemaltecos, hondureños, salvadoreños o nicaragüenses;
a los que ve morir 49 niños de una guardería o los que mueren quemados en un
casino, o bien, los jóvenes “regettoneros” que se drogan en antros populares y
mueren de “afixia” porque la policía, les cierra la puerta.
Esto
no puede seguir así. La nueva revolución esta en marcha.
Es
importante en este proceso revolucionario, abrir los ojos y ser conscientes de
todos estos cambios. El destino de México depende mucho de nuestra actitud de
cambio; o llevamos a México a una situación peor, donde la violencia continúe y
se potencialice; o bien, logramos edificar, un nuevo país.
La mejor
manera de hacer esto último, es con ciudadanos conscientes y responsables. Que
mejor, que hacer pequeños cambios en nuestra realidad más próxima, para hacer
una mejor sociedad.
De
no hacer este cambio, entonces no nos quejemos, de estar sujetos a la dictadura
y las ocurrencias, que siguen inventando los “narcos” y los “mirreyes”.