EL CARTEL DE LOS SAPOS (COLOMBIANOS)




El Cartel de los Sapos es una serie producida por Televisión Caracol, que tiene como contexto la política, el derecho  y  medios de comunicación en torno a los efectos de la mafia, la empresa criminal,  o bien la llamada   en terminos jurdicos, como  “delincuencia organizada” colombiana.
Es una serie de televisión que en verdad dudo, que algún día la televisión mexicana pueda realizar su propia versión mexicana, aunque reconozco que la primera vez que vi, ese país en el que suceden los hechos de la trama, no era la natal Colombia de Andrés López, autor y personaje principal de la trama, sino que ese país, era México.
LA HISTORIA
La obra debería llevar consigo un acordeón, tipo árbol genealógico, pues sería el instrumento ideal que nos explicaría en forma didáctica, el ascenso y sustitución de algunos de los capos de la droga. El primero de ellos, el Capo de todos los capos colombianos, Pablo Escobar, quien prófugo de la justicia, es perseguido por el ejército, la policía colombiana, la DEA y también, por la banda de los “Pepes” (Perseguidos por Pablo Escobar); una vez capturado y ejecutado el principal cartel de la droga en Colombia, la sustitución de este es inminente, por conducto de uno de sus captores, los hermanos Villegas.
La oportunidad histórica de dar por terminado el “negocio” de la droga en Colombia, se vio frustrado, cuando los Hermanos Villegas, intentan convencer a sus “socios” y “amigos”, sobre el momento de retirarse, aceptar la amnistía que el Estado colombiano ofrecía y con ello estar en posibilidad de gastar la “platica” que obtuvieron tantos años “traquetando”. Pero esa propuesta fue impugnada, por la aparición del nuevo cartel encabezado por Oscar Cadena, quien con una generación de jóvenes “traqueteros”, el “Pirulo”, “Navaja”, “Pepe Cadena” y el “Fresa” no aceptan el retiro forzoso, dando con ello pauta a la división de carteles y con ello, el inició de la primera guerra de carteles.
Oscar Cadena el narco protegido por el Coronel Gutiérrez, representante de las fuerzas armadas de Colombia, emprende con el apoyo de este la guerra de narcos, lanzando toda la fuerza el Estado para la captura de los líderes del cartel del Pacifico. Fue así con un aparatoso operativo, caen aprehendidos por las fuerzas armadas de Colombia, los hermanos Leonardo y Emanuel Villegas, Nacho Sotomayor; quedando prófugo Oscar de la Cruz, quien después decidiría entregarse.
Oscar Cadena también logra negociar con el Coronel Gutiérrez, la entrega de algunos de sus “socios”, a fin de que estos pasaran por la cárcel, a cumplir una condena de cinco años, siendo estos los narcotraficantes “capturados” por el ejército colombiano, “Navaja”, “Pirulo” y “Fermín”. Oscar Cadena controla también que el narcotráfico colombiano no se vea tentada ante las propuestas de la DEA a no “sapear” a sus compañeros, por ello ejecuta a don Humbert, prospero empresario colombiano que había tenido acercamientos con un Agente de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos. Finalmente, Oscar Cadena, jefe de los capos colombianos, cumpliendo con lo pactado por el Coronel Gutiérrez representante del Estado Colombiano,  entrega a uno de sus principales colaboradores, el “Negro Apolinar Santilla” barquero que se dedica de exportar la “merca” a los Mejía; hecho lo anterior y para sorpresa de todos, don Oscar también decide entregarse.
Oscar Cadena se convierte en el principal narco Colombiano, aún desde la prisión, controla sus redes que le permiten seguir exportando droga por los “Mejía” (México), inclusive, manda a sus “pupilos”, “Pepe Cadena” y el Fresa” a Miami Estados Unidos, para que ellos puedan  “vivir bien”.  Ahí en la prisión encuentra a su cuñado don “Julio” esposo de su hermana Amparo y uno de sus principales socios fundadores. Ahí desde la cárcel, viviendo en lo  que parecen suites o lujosos departamentos, don Oscar Cadena, a quien le disgustaba le dijeran “patrón”, muere también ejecutado por uno de los Hermanos de la Cruz, el “Doble rueda”; quien vengando la muerte de su hermano, lo asesinan en su celda, de esa manera, el segundo jefe de todos los capos colombianos, también moría.
Esa es la historia del Cartel de los Sapos, pero como toda buena historia que es la vida real, siempre superando la ficción, la dinastía Cadena, presidida por los hermanos Amparo, Conrado alías el “mochito” y “Pepe”, ahora sin la presencia de su hermano mayor, fue protegida, por uno de los lugartenientes más sanguinarios de Oscar Cadena, el temible “Cabo”, un criado pistolero que parece estar inspirado en narcos mexicanos, hombre práctico, por momentos cómico, agradable y temible; y quien a lo largo de la historia, su personaje se transforma al grado de convertirse, en forma gradual en el capo de todos los capos.  Esto no lo hubiera hecho, sin el apoyo de sus amigos, otros sicarios igual de sanguinarios, Kevin quien fue  ejecutado por los de la Cruz y “Guadaña”, su entrañable amigo, quien en vida le obsequio un puerquito a su jefe y amigo del alma, encontrándole a éste su lado humano y sentimental.  
El “cabo” empoderándose del cartel que le fue heredado por don Oscar Cadena, decide continuar la guerra justiciera para vengar la muerte de su patrón; de esa forma, caen abatidos los hermanos de la Cruz autores intelectuales y materiales del homicidio; después de ello, en sus aras de jefe temible y sanguinario, el “cabo” decide declararle la guerra a todos los “sapos” que pueden traicionarlo, de esa forma, dirige toda su furia para destruir a “Revolver” y a “Samuel”, después en perseguir al “Fresa”. Posteriormente, ya con mayor cercanía y confianza con la familia Cadena, emprende una relación amorosa con doña Amparo, para entonces, convertirse a todas luces, en la verdadera amenaza de la mafia colombiana.   
El cartel de los sapos o mejor dicho, el cartel sin cartelera, es el “Fresa”, quien acorralado por los policías de la DEA, se asocia con ellos, para poder delatar a sus antiguos compañeros y con ello negociar una sentencia corta, por los delitos de tráfico de drogas que se le atribuye. No era para nada más, allá en los Estados Unidos, “Pepe Cadena” traiciona a su viejo amigo y decide sacrificarlo para que lo capture la DEA, a cambio de ello, debe pagar una “cuota” a un informante de la DEA, FBI, CIA, Inmigración y de todo aquello que represente el gobierno de los Estados Unidos, a cambió de este costo o pago por protección, se le ofrece inmunidad, para seguir gozando de su dinero y pasearse en sus anchas por las calles de Miami; sin embargo, al seguir delinquiendo, una nueva investigación se abre en contra de Pepe Cadena, esta vez, por elementos del FBI, quien en un aparatoso operativo, capturan a “Pepe”, posteriormente, a David Paz y a dos agentes de la DEA, de esta manera, como buena historia de “policías y ladrones”, de “buenos” y “malos”, son los agentes de la DEA, quienes emprenden la cruzada para acabar el narcotráfico colombiano, todo ello obviamente, con el apoyo del “sapo” mayor, del cartel, insisto, “sin cartelera”.

Lo mejor de la historia es obviamente, el final. Los agentes de la DEA logran ubicar en Panamá a los hermanos Cadena, doña Amparo y Conrado; posteriormente, con el apoyo del ex Coronel Gutiérrez, capturan y Fermín; de esa forma, mientras el Cabo continúa con su guerra contra los sapos, el “Fresa”, se convierte sin darse cuenta, en un elemento valioso de la corporación antidrogas de los Estados Unidos.  La captura de hampones continúa, Buñuelo es aprendido en Cuba, al tratar de viajar a México con una identidad falsa, lo mismo que Pirulo, que de nada sirvieron sus cirugías plásticas que le cambiaron su rostro, al ser aprehendido en Brasil.
REFLEXIONES SOBRE EL CARTEL DE LOS SAPOS
La serie de televisión deja muchas cosas para la reflexión.
En primer lugar, todo aprendiz de política, criminología y derecho debería ver esa serie de televisión, para estar en posibilidad de entender, las entrañas o el núcleo de la empresa criminal que es el narcotráfico.
Cuando me refiero a las “entrañas” o “núcleo”, me refiero, a la sustancia, al fondo, a las causas, motivos, emociones, experiencias, aspiraciones, necesidades, circunstancias, de todas las personas que participan en esa empresa. Desde la traficante, hombre o mujer, sus familias, pasando por el distribuidor, el transportista, hasta el jefe de la empresa o “capo mayor”, sin olvidar desde luego, a las columnas con las cuales el jefe impone su ley y la disciplina dentro del cuerpo colegiado, me refiero a los temibles sicarios.
En segundo lugar, esta serie debería analizarse con el enfoque político. Pues deja claramente, al menos así lo demuestra el caso Colombiano, la complicidad entre el Estado y la mafia. Pero ante todo, la supremacía del Estado para imponerse sobre sus criminales, al grado tal de encarcelarlos por muy poderosos que estos sean, aunque claro, no de la forma ejemplar y eficaz que debería ser, pues en la captura, esta la negociación “ilícita”, de “moral cuestionada” que el ejército colombiano hace para proteger y perseguir a determinados carteles, en fin, la demagogia y la hipocresía política, una policía que supuestamente “captura” a sus delincuentes, en operaciones de supuesta “inteligencia”, cuando realmente, son los delincuentes quienes capturan a sus policías, con sobornos, a cambio del encubrimiento y protección de este, incluyendo, “vacaciones” pagadas en las cárceles colombianas, para poder calmar al Presidente de la nación y también la opinión pública, inclusive en cierta medida, satisfacer las pretensiones punitivas de los americanos.
El enfoque político es muy importante en esta serie de televisión. Pues también se observa las relaciones de mando y subordinación que se dan en este tipo de organizaciones. El caso demuestra como un vil criado como era el “cabo”, termina siendo en el jefe de un cartel. Otra de las enseñanzas que deja la serie de televisión, la cabeza encarcelada y/o ejecutada, es sustituida por el segundo en el mando, que no necesariamente recae en un familiar, sino en un tipo que debe ser el más “sanguinario” de todos. Esto significa, que el ascenso dentro de la pirámide delictiva del narcotráfico colombiano, no opera en razón al linaje, sino en las “agallas” de sus malhechores.de esa forma, el mas “malo” o mejor dicho, el “más cabrón”, es el que sustituye al jefe, cuando éste muere o se encuentra encarcelado, (en los Estados Unidos).
Tercero, el enfoque jurídico también deja mucho en esta serie de televisión; iniciando primero con la actitud de los criminales ante las autoridades policiacas y jurisdiccionales de Colombia en relación con la de los Estados Unidos, pues mientras con los primeros, tratan con “cuates” o cómplices, con los segundos, se comportan como unas verdaderas “seditas”, capaces de delatar o “sapear” a cualquiera de sus compañeros, amigos o familiares. No es para más, el encierro en las prisiones americanas no se comparan con el de las cárceles colombianas, donde existen los favores y privilegios que pueden comprar comodidades que no obtendrían en las cárceles americanos. El comportamiento ante los fiscales y jueces también es diferente, pareciera que en los Estados Unidos, aun pese a sus problemas de corrupción que la serie también los trata, son ejemplares, pues el ideal de justicia, honestidad, pero todo la responsabilidad policiaca para perseguir a criminales, se pone de manifiesto y se enaltece en la serie, aun cuando esos principios, hablar tan sólo de ellos, pudiera parecer mera fantasía conforme a la moral latinoamericana, llena de antihéroes o de reconocimientos sociales para los “bandidos”.
La negociación jurídica, es decir la capacidad que tienen las autoridades policiacas y judiciales para pactar las penas con los delincuentes, es un tema que debería discutirse en los círculos académicos y legislativos de países como el nuestro. La cuestión pragmática quizás no sea el problema, pues pareciera ser la solución para hacer una policía eficaz en la captura de delincuentes; el problema radica en una cuestión de índole moral o ética; ¿Puede el Estado que representa la legalidad, la justicia, la honradez, la imparcialidad, pactar con bandidos, ofreciéndoles a estos impunidad o el “perdón” de sus faltas o delitos, a cambio de delatar o entregar a sus compañeros?. Para ser más demostrativo, imaginemos el siguiente ejemplo. Sera ético, dejar en libertad o reducir la sentencia de un narcotraficante, para poder aprehender a diez o a veinte o a más narcotraficantes.
Pero la reflexión más importante y mas grata que me llevo, es saber que la televisora colombiana “caracol”, ha podido producir una serie de televisión que además de ser didáctica para los estudiantes de criminología, derecho y política, sirve para quitar el horrible tedio. Una historia que podía verse en un maratón de 48 horas, entretenida, divertida, interesante, como nunca antes había visto en la historia de la televisión (mexicana), llena de melodramas de cenicientas o de copias de series extranjeras que ya probaron suerte en el mercado internacional.
Creó que la televisión mexicana debería apostar a contar historias reales, que reflejen la verdadera sociedad mexicana y no el paraíso mágico, que ofrecen sus principales programas. Sería bueno que las televisoras lo hicieran, así no solamente ofrecerían una buena opción en la industria del entretenimiento, sino también, les daría la oportunidad, a nuevos escritores, guionistas, directores, actrices y obviamente, a un público consumidor, ansioso de encontrar en la televisión nuevas historias que escuchar.
Mientras eso corre en el país, espero la segunda temporada del cartel … consumiendo productos colombianos, que por momentos, me recuerde a mi México caribeño.


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