LA EXIGIBILIDAD DE LOS DERECHOS COLECTIVOS
La Constitución
Política dice y sigue diciendo, que tenemos derecho a la vida, a la libertad, a
la seguridad jurídica, al patrimonio; y sigue diciendo también, que tenemos
derecho a una vivienda, a un medio ambiente digno, al trabajo; dice y sigue
diciendo, que tenemos derecho a la salud, a la educación, al deporte, a la
alimentación, a la cultura, a no ser discriminados; dice y sigue diciendo, que
hay derechos para la familia, a los jóvenes, los ancianos, los discapacitados,
los “diferentes”; Pensamos que todos nuestros derechos, son mera retorica jurídica,
oraciones normativas impregnadas con un contenido utópico e idealista; una
carta de buenas intenciones; hemos llegado al error, de pensar, que los
derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, son mera demagogia.
Pero
que culpa tenemos de nuestra ignorancia, de nuestra soberbia intelectual, de
pensar que las cosas que ocurren en la vida real, son la “verdad” verdadera;
que toda propuesta e modificar, innovar, revolucionar el mundo y las
conciencias, son irreales, romanticismos quijotescos; que culpa tenemos de
creer en esas falacias y dar por sentado, que los derechos económicos,
sociales, culturales y ambientales, son mera letra muerta, ”paja”, contenidos pedagógicos
que los estudiantes de derecho, aprenden sin razonar, sin sentir, sin exigir.
O
sea quien piensa que estudiar derecho es servir a los intereses del cliente,
que le contrata y le paga sus honorarios, por defender su patrimonio, su honra
o su libertad; no están equivocados, pero su visión es incompleta. Su visión
responde a un paradigma individualista de ejercer la carrera, de pensar que la
ley solamente es útil, para quien pueda contratar los servicios de un abogado y
pueda hacerlos valer ante un tribunal; olvidándose de todos y de todo. De
ignorar bajo ese liberalismo individual y egocéntrico, con el que se fue
construyendo el derecho, que vivimos en
sociedad y que muchos de los problemas que atañen a todos, son problemas que
también nos afectan.
Necesitamos
cambiar nuestra visión y socializar la practica del derecho. Hacer este
conocimiento al alcance de todos. Debemos pensar, al menos aquellos que son
abogados y los que estudian para serlo, que el derecho no puede ser un objeto
de comercio sujeto, solamente a quienes pueden pagarlo, segregando a la mayoría
de los ciudadanos que no puedan hacerlo, por su pobreza o desconocimiento del
tema; no hay al menos en la Constitución algún precepto normativo que así lo
diga, no veo entonces, descabellada esta propuesta. Si todas las personas
tienen derecho a un policía que los cuide, a un maestro que lo enseñe, a un
medico que lo cure, no veo porqué, no tenga derecho, a un abogado que lo lleve
al camino de la justicia.
Pensar
en los derechos de los demás, es pensar en los derechos colectivos, los que no
requiere de legitimidad ni de interés jurídico, más que el sano propósito
altruista de servir a los demás.
Pero
para que hayas derechos colectivos, no bastan que existan en las constituciones
y en los tratados internacionales; sino que deben existir las instituciones y
acciones procesales, que hagan posible su plena realización.
¿Cómo
hago exigible no ser discriminado o que a nadie se le discrimine por su condición
social, étnica, religiosa, preferencia sexual u otra?. ¿Cómo hago posible tener
una educación de calidad o que los demás lo tengan?, .¿Cómo hago posible tener
derecho o que todos tengamos derecho a la cultura, al deporte, a la alimentación,
al medio ambiente digno, a la salud?. El
paradigma liberal individual del derecho que impera en nuestra cultura
jurídica, no lo permiten. ¿Cómo un tribunal va ampararme o amparar a los demás
en contra de los actos u omisiones que violen mis derechos económicos,
sociales, culturales y ambientales?. ¿Cómo van ampararme en contra de la
burocracia ineficaz de los servicios médicos, o de los programas de televisión
que atenten contra nuestra inteligencia o que impone estereotipos que fomenten
la discriminación; como un tribunal va ampararme de la pésima calidad de las
escuelas, o del ruido, el tráfico, la falta de agua?. ¿Cómo un tribunal va
ampararme en contra de la desnutrición, de la falta de oportunidades, el
trabajo indigno, mal pagado e informal?. El punto es crítico, porque la
Constitución establece derechos colectivos y no dice como hacerlos valer; el
problema también es científico, ninguna norma jurídica, al menos en la moral
normativa, esta para incumplirse; es algo que existe en el campo racional de la
validez y que debe llevarse en la realidad. Para eso hay Estado, hay hipótesis y
consecuencia normativa. Hay instituciones y coercibilidad que implica el
monopolio de la violencia estatal. Los estudiosos del derecho, deberán resolver
este problema.
La
forma de ejercer los derechos colectivos, es educando al pueblo. Toda persona
tiene derecho a ser informado. Entre más información, mayor libertad para
elegir. El paradigma clásico del derecho tutela la vida, así como la libertad corporal,
contractual, testamentaria y la propiedad privadas; pero el nuevo paradigma de
los derechos colectivos, debe promover, difundir y proteger, la información,
como un valor democrático, al que toda persona tenga derecho acceder. Habiendo
información, se puede ejercer todas las libertades humanas y se puede vivir
también, en democracia.
Informar
es educar. Luego entonces, educar, es enseñar a toda persona su condición
humana, dotada de libertad y dignidad. La gran responsabilidad de los Entes Públicos,
es ser transparentes y dotar de la información que tengan; la responsabilidad
de la sociedad civil, la del “tercer sector” y de los maestros, es enseñar éste
valor importante del cual emanan todos los demás. Las escuelas donde se enseñe
derecho, deben aprender y enseñar, que mas que la vida, la libertad y la
igualdad, impera un valor supremo, que es el de informar y ser informado.
Los derechos
colectivos exigen formar ciudadanos. Quien estudie derecho, ante todo, debe ser
un buen ciudadano. Debe tener esa moral socrática de sujetarse a las leyes de
la Ciudad; debe también asimilar ese espíritu romanista de involucrarse en los
asuntos de la República, (asimilar la cosa pública); saber ante todo, que el
mejor titulo nobiliario que los seres humanos, nos hemos dotado a lo largo de
toda nuestra historia, es el de ser ciudadano; que su poder ejercido en forma
conjunta, es valiosa para transformar y construir una sociedad menos injusta;
saber que cuando alguien exige los derechos de “uno”, también sin proponérselo,
exige los derechos “de los demás”.
Y
para que todo derecho colectivo sea posible, debe de haber republica con
ciudadanos; entonces sólo así, los funcionarios públicos podrán rendir las
cuentas que le exija la ciudadanía. Fincársele la responsabilidad correspondiente,
por incumplir esos derechos o por malversar los fondos, que impliquen el costo
de la aplicación de dichos derechos.
Los derechos
colectivos, al trabajo, a la alimentación, a la cultura, al medio ambiente, a
ciertos grupos sociales; son derechos que implican un costo económico. El
Estado no le cuesta respetar la vida y las libertades de sus ciudadanos, basta
con no entrometerse para que los ciudadanos puedan ejercer esos derechos; sin
embargo, los compromisos previstos en la Constitución y tratados internacionales
respecto a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, si le
implican al Estado un costo económico, tienen pues valor económico
cuantificable en dinero; el Estado pues, tiene esa obligación de transparentar
su actuar e informar en forma detallada, la planeación programación, presupuestación,
ejecución y evaluación de los recursos públicos que se dotan en servicios
públicos para ser posible, el ejercicio de dichos derechos.
Y para
poder enseñar esto, las instituciones educativas de derecho deben cambiar su
paradigma jurídico de hacer creer a los futuros abogados, que la forma de hacer
posible la exigencia de los derechos, es través de los tribunales. Visión
procesalista, que es cierta, pero también incompleta. Los nuevos abogados deben
aprender, que los derechos se exigen, no solamente cuando se violan, sino
también, cuando se difunden, se promueven, se respetan; es decir, cuando el
Estado y la Sociedad Civil informan a los demás, que se tiene “derecho” a esos “derechos”.
Los estudiantes
del derecho, así como los nuevos abogados, deben también saber, que los derechos
se ejercen; que no se conceptualizan, ni se dejan registros de ellos en las
leyes. Los derechos se ejercen, en el momento en que se exigen ante los
tribunales pero también, cuando se participa en la vida pública y no
necesariamente en votaciones como cuando se ejerce el derecho al voto, sino cuando
se convoca y se lleva a cabo una asamblea, una manifestación, cuando se expresan
y se ejecutan las ideas, cuando se fiscaliza los recursos públicos o realizan
peticiones a la autoridad o inclusive, se exigen cuentas a los funcionarios. En
pocas palabras, cuando se ejercen las instancias de la democracia participativa.
Y para
poder ejercer democracia participativa, los nuevos abogados deben saber, que
sin sistema democrático, no hay derechos humanos; y una sociedad sin derechos,
es una sociedad simulada, autoritaria, arbitraria y por ende, injusta. De tal forma que derrocar gobiernos, es una
tarea muy fácil, que inclusive puede ser de algunos y de pocos dias; pero en
cambio construir democracias, es un trabajo arduo de todos y que obviamente, exigen meses,
años y décadas para poderlo hacer; es por eso, debe iniciarse esta enseñanza de
ciudadanización, lo mas pronto posible, desde las aulas de las escuelas donde se enseñan las ciencias
sociales.
Los
derechos colectivos, no solamente requieren esa nueva visión de informar,
exigir cuentas y ejercer la cultura de la democracia participativa; requiere
también de un marco jurídico que otorgue autonomía a los organismos públicos y
fomente, la constitución de organismos de la sociedad civil.
Otorgar
autonomía a los organismos públicos es una tarea fundamental, pero
insuficiente; se requiere fomentar también, la constitución de organismos no
gubernamentales, también llamados organismos de la sociedad civil, o “tercer
sector”. En la época global y neoliberal que nos domina, la constitución de
grandes empresas y la especulación del dinero, debe exigir como contrapeso, la
creación también de corporaciones ciudadanas que tengan como principal objeto
de existencia, difundir, promover y exigir, el cumplimiento de los derechos de
todos. Se requieren corporaciones de
abogados que defiendan los derechos de los procesados, de las minorías, de las
familias, de los desprotegidos; corporaciones que defiendan al medio ambiente,
la biodiversidad, los derechos de la ciudad, del agua; corporaciones que
defiendan los consumidores de los bienes y servicios, ante la arrogancia y el poderío
económico de los monopolios empresariales.
Y
por eso, las escuelas de derecho deben modificar sus planes de estudio, a fin
de encontrar soluciones de autoempleo a sus egresados, que no necesariamente
impliquen el ejercicio liberal de la abogacía o del servicio público; sino
también, fomentar la creación de “empresas sociales”, con misiones y visiones
especificas, que permitan acceder a financiamientos para poder estar en posibilidad
de defender, promover y difundir, esos derechos, ante la inmensa mayoría que
por pobreza o ignorancia, no tiene acceso a ello.
Es
una tarea laboriosa, que no termina aquí. Entre el dicho y el hecho, hay un
largo trecho. Iniciar los cambios que se exigen, cuesta trabajo, más aun,
cuando nadie los ve y los comprende. La cultura de la soberbia, del
autoritarismo, de la ignorancia, o de la mala información, puede retrasar este
proceso, que tarde o temprano, terminará imponiendose.
Espero,
al menos de mi pequeña trinchera, que nadie me los retrase.