LOS GERENTES BUROCRÁTICOS


 
No hay nada más difícil que entender una organización social; más aún, cuando esa organización social es un cuerpo burocrático.

En verdad que culpan tienen los ciudadanos, de que sus políticos contraten a burócratas que no hayan tenido la mínima delicadeza de entender la complejidad de las relaciones sociales, menos aún, de leer a por lo menos a Max Weber y entender, como funciona eso de la burocracia.  Todo sería mejor, si por lo menos, algunas dirigencias burocráticas dejaran a un lado su soberbia, que no es más que la ignorancia de quien se encuentra ensordecido de poder y se pusieran a por lo menos entender cómo funcionan las organizaciones sociales.

Algunos estudiosos de la psicología social, la administración, de la política, de la sociología y la antropología, han puesto énfasis en estudiar, cómo funciona el gobierno; les llama mucho la atención el comportamiento de los individuos dentro de las organizaciones gubernamentales, quieren encontrar el pensamiento del “gerente burócrata” y de sus auxiliares, los “burócratas”, quienes prestan sus servicios físicos e intelectuales, al personaje público por el que votan los ciudadanos, llamado éste “empresario-político”.   



En esa estructura, el Político, es la “cara bonita” de ese gran monstruo burocrático,  compuesto por integrantes, a los que llamaremos los  “gerentes burocráticos”, los cuales en cumplimiento de las instrucciones recibidas, mandan a sus subordinados para poder cumplir las expectativas de su jefe el “empresario-político”.

En esa escala intermedia, los “gerentes burocráticos”, ordenan a sus empleados,  los “burócratas”, para que cumplan con los objetivos de la organización, dichos objetivos, no son más que los principios republicanos que todo empleado público debería de comprender, los servicios públicos que una gran institución humana como el Estado debe de servir: llámese éstos la paz, el bien común, la justicia, los principios jurídicos de respetar los derechos humanos de los gobernados; observar cabalmente el principio de igualdad, de libertad, legalidad, seguridad jurídica; en pocas palabras, servir al ciudadano.

Los “gerentes burocráticos”, adquieren diversos nombres, dentro de la organizaciones sociales públicas, les llaman Ministros o Secretarios; sus respectivos “subgerentes”, reciben otros nombres, llámense “Subsecretarios”, “Directores Generales o Ejecutivos”, “Directores”, “Subdirectores, “Jefes de Unidad o de Sección”,  sea el nombre que reciban, todos conforman una enorme estructura de seres humanas, que paga la ciudadanía, a través de sus impuestos y que en teoría, debiera servir a las personas o a los fines estatales, que garanticen el Estado eficaz, funcional, democrático; no un Estado absurdo, gandalla, ineficiente, abusivo y arbitrario.

Los gerentes burocráticos debieran entonces estar capacitados, para asumir esa responsabilidad deontológica del Estado, entender el alcance y significado del empleo, cargo y comisión que desempeñan, olvidar un poco su soberbia, su ignorancia, influyentismo y prepotencia, que no son más que vestigios de corrupción y autoritarismo.

El gerente burocrático, cumple la valiosa oportunidad de decidir, si sirve a su jefe el político o a la ciudadanía; en teoría si sirve a su jefe el político, sirve al pueblo; pero a veces no es así; los gerentes burocráticos, se sirven a sí mismos y a sus amigos o familiares; entienden el gobierno, no como la organización social que debe de estar al servicio de ese pueblo complejo, abstracto, heterogéneo que es la ciudadanía participante o no, debiendo cumplir cabalmente los principios democráticos de una sociedad justa e igualitaria; contrario a ello, los gerentes burocráticos perciben el poder, como un botín de puestos remunerados, donde pueden obtener y satisfacer, todas las necesidades psíquicas que sus pobres almas carecen; un espacio y una oportunidad, para tener la fama y el reconocimiento social que no tienen; el poder de hacer que otras personas cumplan, a veces con sus caprichos;  el dinero que serían incapaz de producir si no tuvieran ese cargo; en fin, algunos gerentes burocráticos siguen sin entender, la gran responsabilidad que es formar parte de las organizaciones sociales públicas. Confunden su papel burocráta en simplemente contestar fichas u oficios.
 
 

El gerente burocrático, debe sacar provecho de sus colaboradores los burócratas, debe reconocer en estos sus aptitudes intelectuales, sean estas su habilidad numérica, su comprensión verbal, la velocidad de su percepción, su razonamiento inductivo o deductivo, su visualización espacial y hasta la memoria; debe observar en sus burócratas, algunas características biográficas como la edad, el género, la raza, la antigüedad, la experiencia, la religión, inclusive, hasta la orientación e/o identidad sexual. Lamentablemente, muchos de los gerentes burocráticas no observan esto, sino solo ven personas huecas, calificadas de flojas, problemáticas, improductivas.

El gerente burocrático, debe tener la capacidad de enseñar a sus burócratas, los principios democráticos en las que se encuentran sustentado el Estado; enseñarles la importancia del servicio público, algunos principios éticos como la libertad, la igualdad, la paz, la lealtad, la honradez, la eficiencia, la templanza, la sabiduría; lamentablemente, algunos gerentes burocráticos, enseñan todo eso a revés, en vez de transmitir el valor de la libertad, transmiten el vicio de la opresión, en vez de igualdad, enseñan la desigualdad, las preferencias, los privilegios; en vez de enseñar la paz, muestran la guerra, la hostilidad, el complot; en fin, algunos gerentes burocráticos, muestran su arrogancia, su prepotencia, su vanidad reprimida por muchos años, su pobreza intelectual, emocional y hasta instintiva; en fin, muestran también su desprecio al género humano y también desde luego, a los principios democráticos del Estado; aprovechan el puesto, la ocasión, roban, mienten, agandallán, simplemente no predican con el ejemplo.

El gerente burocrático debe de saber que sus empleados, los burócratas, deben de estar felices, para poder ser estos productivos y hacer eficaz la función pública de servir a la ciudadanía. Si no entienden esto, si ven a los burócratas como sus “enemigos”, como los “simpatizantes” o “partidarios” de algún grupo o gerente, su visión queda corta, pobre, viciada; si no transmiten confianza a sus empleados, lo único que generaran en éstos, es deslealtad, traición, mentira, pereza, resentimiento; fallas que se harán manifiestas con los ciudadanos, a los que trataran con indiferencia, a veces con desprecio, repitiendo los mismos patrones de sus gerentes, en forma prepotente y sin ninguna consideración a su calidad, ya ni de ciudadanos, sino de simples seres humanos.
 
 

¿Porque los ciudadanos odian a los burócratas?, por la simple y sencilla razón, de que los burócratas odian a sus “gerentes burocráticos”.

Los gerentes burócratas, deben ser objetivos en sus percepciones, simplemente no inventar problemas donde no existen y atacar en serio, los verdaderos problemas.

Los gerentes burocráticos, deben saber diferenciar en su trabajo, lo que es ordinario, lo urgente y lo importante. Confundir una cosa con otra, llevará a su gestión al caos, a la anarquía, al absurdo; desgastará a sus empleados con instrucciones absurdas que únicamente mostrarán su imbecilidad, perderán el tiempo y también se le hará perder a sus empleados y peor aún, a los ciudadanos; simplemente hará de su administración lenta e  ineficaz.  Lo que se traducirá en un mar de papeles llámese de oficios, peticiones, quejas, demandas, como también  de personas formadas, angustiadas y neuróticas, desesperanzadas de su gobierno.

Las organizaciones burocráticas en países subdesarrollados o con pobreza ideológica, no motivan a sus burócratas. La “meritocracia”, el sistema basado en los méritos y aptitudes de los burócratas, es sólo un ideal de imposible realización, que se ve oscurecido por un sistema basado en el compadrazgo, en los compromisos políticos, el influyentismo; los gerentes burocráticos vienen y van con el transcurrir del tiempo, periódicamente adquieren la responsabilidad de dirigir una área del gobierno y hacen los “cambios” que consideran necesarios, no dejan huella, más que de su pobreza intelectual, de su narcisismo y a veces lamentablemente, de su pobreza humana.

Afortunadamente, las leyes de transparencia, de archivos, de responsabilidades de los servidores públicos; los nuevos conceptos de fiscalización, rendición de cuentas, evaluación de resultados o del desempeño, contraloría social; ayudarán a ir corrigiendo estos defectos de la administración pública que encabezan los gerentes burocráticos.

Esperemos que los gerentes burocráticos entiendan sus responsabilidad, porque de lo contrario, existe una disminuida pero muy activa ciudadanía, dispuesto hacerles recordar  a sus burócratas, el cumplimiento de sus obligaciones.

Espero en verdad, que quien entienda esto, me responda en forma directa y me solucione el problema y no nada me diga, que lo escriba con duplicado, cinco copias, que vaya a otro día y que no es esa instancia, sino otra.

¡Maldita Burocracia¡. O todo por culpa, de los gerentes burocráticos.
 
 

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