CARTA DE UN MAESTRO A TODOS LOS MAESTROS, EN EL DIA DEL MAESTRO.
Se
acerca el día del maestro y como todos los años, los medios de comunicación, líderes
de opinión, políticos y toda la industria de la alabanza que hay en este país,
se volcarán a elogiar a los buenos maestros y obviamente, aprovecharan el
momento para criticarlos despiadadamente, más si estos son de Oaxaca o
Guerrero, o si se dedican a cerrar las calles, autopistas y porque no, hasta
los carriles del metrobus.
Hoy
me toca hablar, muy superficialmente de un problema que me ha tocado vivir. La hipocresía
de un sistema social que cada 15 de mayo reconoce a sus maestros, pero que
durante todos los días del calendario, se dedica a denostarlos, ignorarlos e
inclusive, mal pagarles o hasta correrlos de su trabajo.
Finalmente,
que puedo esperarme de un país, de ignorantes, gobernado por ignorantes. La figura del maestro, siempre será respetada
por unos y temida por otros.
Pero
quizás lo que acabo de decir, suene muy pedante; viniendo de la boca de un maestro,
pudiera parecer un regaño, una crítica ruda y cruda; una verdad incómoda, que preferirían
muchos ignorarla.
El
26 de marzo del 2013, salió publicado en el Diario Oficial de la Federación, la
reforma constitucional realizada al artículo 3 constitucional. Ya antes, el 9 de febrero del 2012, hubo otra
reforma, en el cual, se hizo la educación nivel medio superior, (bachillerato) como
obligatoria; luego entonces, en teoría debemos ser optimistas, de que el Estado
se preocupe, por reformar la Constitución y reivindicar algo que en teoría, siempre
le debió de haber preocupado: La educación.
Pero
lamento decir, que no es así.
Lo
que menos le ha interesado al Estado, y ojala me equivoque, es creer en sus
maestros.
Y
doy una muestra de ello.
No
hablare por los maestros de la Secretaria de Educación Pública, que se
encuentran en aulas en las escuelas primarias y secundarias; muchos de ellos,
lo digo con orgullo, son familiares míos, provengo de una familia donde mis tías,
fueron maestras y mi padre, también fue maestro; y mi hermana también lo es,
para variar, mi cuñada, también es maestra. Luego entonces por mi cuerpo, corre la sangre
maestra.
A
quien considero mi padre académico, obvio, además de ser maestro, fue director de
unas facultades de mi querida Universidad.
Es
por eso que hablare, de los maestros de la Universidad Nacional Autónoma de
México, concretamente, los de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.
El 19 de agosto del 2012 escribí: Estudiar en la UNAM: No tiene
precio. En ella dije que la facultad, tiene 66 profesores de carrera y 1,390 de
asignatura; especifique que de dicho universo de profesores, el 72% tiene el
grado de licenciatura, 21% de maestría y 7% con doctorado.
Lo más grave, de los datos que dije, fue que en términos de
dedicación a la docencia, solamente el 5% son profesores de carrera y el resto
95%, son profesores de asignatura, es decir, 1 de cada 19 profesores, se dedica
exclusivamente a ser profesor, el resto, mantiene otra actividad laboral.
Estamos hablando de una escuela, donde los profesores no cuentan con un
proyecto de vida para la docencia, menos aún, para hacer investigación.
Estamos hablando también de una Escuela que pertenece a la
Universidad Nacional del país, la institución de educación superior más
importante del país y que esta se encuentra, en el Valle de México, la zona
económica donde se concentra la mayor riqueza del país. ¡No quisiera pensar, en
mis hermanos maestros de provincia¡.
De
tal forma, que estudiante de la FES Aragón, debe ponerse a pensar, que 19 de
cada 20 maestros que tiene, no tiene un proyecto de vida como docente. Esto
significa, que no vive del salario que le paga la UNAM y que por lo tanto, detrás
de cada maestro de asignatura, se esconde una historia de ingratitud y
supervivencia.
Cada
alumno, si cursa cinco materias por semestre y si su carrera tiene una duración
de diez semestres, estadísticamente tiene la probabilidad de ser alumno de un
maestro de tiempo completo, cada cuatro semestres. Así que si su carrera dura
diez semestres y contiene ésta 50 asignaturas, la probabilidad de ser educado
por un maestro de tiempo completo, es únicamente de dos profesores durante toda
su formación curricular en la licenciatura. El resto de la planta docente, hizo
esfuerzos descomunales, para preparar su clase, compartir sus conocimientos y pararse
todos los días en el aula, para enseñarle a un grupo de alumnos, que a veces,
por su inmadurez, vive destruyéndose las neuronas, o se la pasa criticando a
sus maestros o de plano, suele ignorarlos.
Confieso que he
recibido agresión de cada “mandril” y he tenido que defenderme legítimamente;
las probabilidades de que en la vida profesional esos “mandriles” ocupe puestos
de poder, es muy alta, tratándose de un país como el nuestro, donde ser
maestro, es la peor profesión que existe; donde más vale ser policía, soldado o
porro golpeador, que una profesionista que entrega su alma, por la enseñanza de
éste país.
Ser
el “maestrito” no me ofende, si esa ha sido el argumento para renunciarme en
varios cargos públicos que en mi trayectoria profesional he desempeñado, acepto
el pago, que el Estado y esta sociedad, han creado.
El
papel del maestro, es educar. Mil veces educar y educamos, a veces hasta las
bestias. Todas las personas tienen derecho a ser educadas y no hay mejor
trinchera revolucionaria para cambiar este país y al mundo entero, que el
escritorio de un profesor; no hay mejor ventana al universo de la imaginación,
del conocimiento y de la democracia, que el pizarrón de una aula universitaria.
Acepto
esta noble misión y la llevaré hasta donde la necesidad me orille, porque finalmente,
vivo en un sistema en donde tengo que comer y mantener a una familia; mientras tanto, cumpliré esta noble profesión de
educar a mis alumnos y dar enseñanzas de moralidad, a los ignorantes, presos de
su prepotencia, arrogancia y de su corrupción.
Estoy
contento, porque cumpliré 14 años de ser maestro; y espero que la vida, me de
otros 14 años y más, para seguir cumpliendo con ésta ingrata profesión.
Agradezco
a mis amigos dentro de la Universidad y del servicio público, por el noble respeto
y admiración, que han hecho, al reconocerme en esta importante misión de ser
docente.
Educar
es educarse a sí mismo. Enseñarse a sí mismo primero, a ser estudioso, a ser
buen ciudadano, a ser crítico y científico; a desarrollar las virtudes humanas
y tratar desde su pequeña esfera, a cambiar un sistema injusto.
Algún
día, cuando los maestros logremos cumplir nuestros objetivos, habremos de
cambiar a este planeta y entonces, los habitantes terrícolas de mi tan amada patria
querida, miraran con vergüenza, lo que nos hicieron.
No
hay que buscar héroes en la historia de la nación. En verdad, los tenemos con
cada maestro.
¡Felicidades
maestros¡.
¡Gracias amigos¡.
¡Disculpen los regaños queridos alumnos¡.
Es por el bien de la patria y de la humanidad entera.
¡Gracias amigos¡.
¡Disculpen los regaños queridos alumnos¡.
Es por el bien de la patria y de la humanidad entera.