LA REFORMA PETROLERA. ENTRE NEOLIBERALES Y NACIONALISTAS.



Esta es la historia de una gallinita que vivía en una granja y que siempre aportaba un huevo de oro diariamente.

La gallinita creció y empezó a dar más huevitos de oro. Un promedio de tres huevos diarios, por lo que el granjero Pepe vivía feliz, pues con esos huevos de oro, podía darles de comer a su familia, aun aunque este fuera un borracho, apostador, golpeador y mal padre, pero aún  de todos modos y con todos esos defectos, Pepe siempre veía por su familia.

Un día Pepe se dio cuenta que su gallinita ya no producía los tres huevos diarios que antes le daba y se dio cuenta, que su familia había crecido y por ende, tenía muchas necesidades que no podía solventar.

Por lo que Pepe decidió asesorarse de lo que le decían otros granjeros. Uno de ellos le proponían, vendiera su gallina, otros más de plano le dijeron, que matará su gallina, para que de una vez obtuviera todos los huevos que pudiera esta almacenar.

Sin embargo, hubo granjeros que le dieron mejores ideas. Entre ellos el granjero Tom.

-       ¿Por qué no buscas un galló macho con el que se pueda pariar tu gallina y con ello, pueda darte mayores huevos de oro?. 

El granjero lo pensó y le gustó la idea.

-       ¿Pero no solamente necesitas de un gallo?, sino de muchos gallos y gallinas y veras, que tendrás muchos huevos de oro. Además requerirás también del “maíz mágico” que tendrás que comprarme para darle de comer a tu gallinita; además, si me permites ayudarte, haré algunas mejoras a tu gallinero, para modernizarlo como el mío.

-       ¿Cuánto necesito para comprarte ese “maíz mágico" que tu me vendes?, ¿y para mejorar mi gallinero? y dime: ¿cuantos huevos obtendré, si mi gallinita nada más produce un huevito todos los días?.

Se rió el granjero Tom.

-       Tendrás muchos huevos de oro, muchos, dos, tres, cinco, diez, treinta, cien, no lo sé, pero serán muchos huevos de oro. Tu familia le irá bien y todos serán felices.

A Pépe  le gustó la idea y acepto.

Tuvo que abrir su granja, para que Tom y los demás granjeros trajeran a sus gallos y gallinas, y pudieran darle el “maíz mágico” que no tenía para alimentar a su gallina.

Su amigo Tom entro a la granja de Pepe y dispuso del gallinero para cuidar a sus gallos y gallinas, lo mismo hicieron los demás granjeros que lo acompañaban. Pepe sólo veía como entraban y salían Tom y sus demás vecinos, todos ellos con sus respectivos gallos y gallinas, viéndolos también como entraba y salían cargados con bolsas ocultas, en donde presumiblemente escondían los huevos.

Pepe se molestó, porque pensó que le estaban robando y fue a reclamarle a Tom, preguntándole ¿Cuántos huevos producía diariamente su gallinita?.

Tom, le decía que la producción había aumentado de un huevo diario a tres y por eso le reportaba esas ganancias, pero también al mismo tiempo le cobraba lo que había este gastado en su “maíz mágico” y en todas las mejoras que había hecho en el gallinero.

Pepe se molestó e intuyó que se trataba de un vil engaño. Que con lo que se estaba robando de huevos, ya se había cobrado. Además le manifestó que era una falsedad, que su gallinita no producía tres huevos de oro como este decía, sino más. ¡Muchos más huevos de oro¡.

-       ¿Cuál gallina? – Pregunto Tom.
-       ¡Mi gallina¡….¿Cómo que cual?.

Tom se rió.
-       ¡Tu gallina desde cuando se murió¡.

Pepe no pudo creer en lo que acababa de escuchar, en todo el gallinero trato de buscarla y no la encontró, pensó que era una broma o que  se la habían robado, o alguien sin duda alguna, le había hecho la maldad y la tenía escondida.

Sin embargo, al buscarla, Pepe se dio cuenta de algo que no había observado antes.

Se granja, se encontraba invadida de gallos, gallinas y granjeros que no conocían. Entraban y salían de su casa, cargados de costales que no sabía él que llevaba dentro.

-       Calmado amigo – dijo Tom – lo que llevan en esos costales no son huevos como tu sospechas, es maíz, sorgo, soya, vitaminas, minerales, desperdicios de frutas, verduras y algunos forrajes. Y por tus tres huevos de oro los tendrás asegurados. ¡Aquí está tu primer pago y no busques más a tu gallina¡. ¿Do you understand?. … Vivirás feliz, has tomado sin duda alguna, la mejor decisión.

Pepe entonces acepto esos tres huevitos diarios para compensar su tristeza, con eso seguiría siendo el mismo borracho, jugador, mujeriego, apostador y mal padre que siempre había sido;  y lo que fue peor.

¡Su familia siguió estando igual o peor de pobre¡.





La reforma aprobada y lo que sigue

¡Pues bien¡…. Se aprobó la tan anhelada reforma constitucional que nadie se había atrevido a formular. Ni siquiera Carlos Salinas de Gortari cuando fue Presidente de la República y reformo varios principios fundamentales de la ideología en la que se sustentaba y legitimaba el régimen gubernamental priista de la Revolución Mexicana. Ni aún, con Vicente Fox Quesada, el cual en sus años de aspirante presidencial, proponía en todos los foros mundiales, la privatización de PEMEX. Para variar, no sé si para bien o para mal, Enrique Peña Nieto, pudo hacerlo en su administración, en tan sólo en el primer año de su gobierno, lo que ninguno de los mencionados, pudo hacer en veinticuatro años.

La reforma constitucional a los artículos 25, 27 y 28 fue producto de las iniciativas que en su momento enviara el Presidente de la República Enrique Peña Nieto, así como las fracciones parlamentarias tanto del PAN como del PRD que se encuentran en el Senado.  Pero ya desde la administración de Salinas de Gortari se especulaba y se ansiaba con ella. Hablamos de tal llamada “Reforma Energética”, que no solamente se limitó a la cuestión petrolera, sino también a la eléctrica.

La reforma energética es de vital importancia, porque en ella, se regula la fuente de todo producto, cosa, servicio, que se mueve y que origina movimiento.  Por ello, el tema resulta algo complejo de entender.  Pues suprimiendo de ella los argumentos históricos y nacionalistas, nos encontramos ante un proceso de carácter tecnológico-económico-jurídico, que resulta importante describir.

Tratándose de los argumentos históricos-nacionalistas, basta estar adoctrinado en la historia de México, concretamente en la historia de la revolución mexicana, mientras que para entender la problemática desde el punto de vista “científico”, basta que tengamos conocimientos mínimos de economía.

Resulta obvio, que en los dos supuestos, el conocimiento del derecho es fundamental, más aún, en el derecho constitucional. Pues lo que versó esta denominada “reforma energética”, fue la de romper el “candado constitucional”. Es decir, suprimir la prohibición expresa, de que tratándose de petróleo y de los hidrocarburos sólidos, líquidos o gaseosos, éstos no se podían otorgar concesiones y contratos. 

La reforma energética no solamente se limitó, fue más allá de la cuestión petrolera; rompió otro candado constitucional, el referente a la prohibición de otorgamiento de concesiones a los particulares, en actividades de generación, conducción, transformación, distribución y abastecimiento de energía eléctrica.

Quizás, existe una palabra “clave”, en la cual convergen las tres posturas, la histórica-nacionalista, la económica y la jurídica. Esa palabrita clave, es la que los políticos que llevaron a cabo la reforma, no se atrevieron a pronunciar: “Privatizar”

Resulta un poco difícil tratar de abordar este tema, con la debida objetividad e imparcialidad. No podría hacerse también, sino entendemos previamente el paradigma teórico con el cual podemos entender críticamente esta reforma.



Los paradigmas para entender la reforma energética

El paradigma que gobernó el siglo XX, durante los años de la guerra fría, de la confrontación ideológica liberalismo-socialismo, fue la del Estado Nación. Este ideal parte del supuesto de que los Estados son identidades corporativas las cuales se encuentran conformadas por ciudadanos, pertenecientes a un Estado benefactor, benevolente, justo, que busca ante todo el bien común, fortalecer su identidad, su escudo, su bandera e himno nacional; que persigue fines como la paz, la justicia social, la igualdad. Para ello, el paradigma del Estado-nación, nos inculca que el país, se construye por todos en forma solidaria y que cualquier atentado contra el país, es un atentado contra todos. En pocas palabras, su eje rector es la solidaridad de todos.

La visión Estado-nación se encuentra actualmente en crisis, ante la visión hegemónica de un nuevo paradigma, al que llamaremos el de Estado-Neoliberal, en dicho supuesto, el Estado sigue siendo una identidad, pero cada vez más simbólica, una entidad que pretende ser arbitro ante las fuerzas del mercado y donde los ciudadanos, son consumidores de ese mercado que se pretende regular.   Los ideales de este nuevo Estado, siguen siendo el de su antecesor, sólo que ahora, dichos valores tienen un valor en el mercado mundial, de ahí la necesidad de que el neoliberalismo fomente el lucro y la especulación para generar riqueza. El país por lo tanto se construye, en el cimiento de la competitividad. Todos compiten entre todos. Su eje rector, es la competencia.

Los dos paradigmas son opuestos. En el primero de ellos, el Estado defiende su soberanía frente a otros Estados que pretenden imponerse. Mientras que en el segundo, los Estados compiten entre sí, para ganar riqueza.

Entender la problemática desde esas dos posturas, es muy fácil. Cada una de ellas tiene argumentos válidos en pro y en contra; no es que se trate tampoco de “modas” ideológicas, o caprichos de los gobernantes, más aún de complots internacionales; en el fondo, ambas posturas guarda principios éticos y ontológicos totalmente opuestos, que luchan entre sí, ya sea entre la historia vs el futuro, la solidaridad vs la competencia, el Estado-nación vs la empresa global, la ciudadanía vs la sociedad de consumo, el valor de la patria vs el precio de los bienes y servicios; en fin se trata quizás de una lucha entre conservadores y liberales, o entre izquierdistas y derechistas.

Sin embargo, la discusión no debe perder de vista el paradigma ecológico. No es el mismo mundo de los nacionalistas al de los neoliberales. En 1950 existían por lo menos, 2,500 millones de habitantes, frente a los 9 mil millones de habitantes que existen hoy en día. Existen el día de hoy más automóviles, más refrigeradores, más lavadoras, más artículos electrométricos y por consiguiente, mayor consumo de energía eléctrica.  La visión futurista de los próximos años estima que no solamente el mundo seguirá creciendo, al igual que en nuestro país, y no solamente en el número de habitantes, sino también hasta en el número de coches y de ciudades. Todo este crecimiento acelerara la explotación del petróleo y por consiguiente la quema de combustibles fósiles, la principal causante de la emisión de gases que genera el calentamiento global. Es decir, la principal causante, de que cada vez haya más calor y fenómenos meteorológicos que avasallan a poblaciones chicas o grandes, sin importarles tamaño o nacionalidad.

El factor del crecimiento es un tema que debe preocupar. De ahí el motivo por el cual se lleva a cabo la reforma constitucional. Pronostican que para el 2026, México pasará de 112 millones a casi los 125 millones e habitantes, 25 a 63 millones de automóviles y de 384 ciudades a 489. Por lo tanto, los economistas neoliberales justifican la reforma, con las futuras necesidades que deberán de solventarse. Sin embargo, como se trata del “último estirón” que puede dar el petróleo, poco importa si se contamina poco o mucho el planeta y más nuestro país, los derechos ambientales, son difusos; los derechos económicos, son tangibles y benefician al ego.




El futuro del Sector Energético

El petróleo es un recurso natural no renovable. De ahí debería partir la discusión, pero no es así, quienes lo defienden a ultranza, suponen que éste nunca se va acabar y quienes llevaron a cabo la reforma, lo quieren acabar.

Algún día este recurso energético se extinguirá y entonces, no quedara gota de petróleo, o bien, este ya será alguna mercancía susceptible de explorarse, extraerse, refinarlo, transportarlo, distribuirlo, venderlo y/o comprarlo.

La Asociación Internacional de Energía (EIA), pronostica por lo tanto, que el precio del petróleo algún día bajará. Mientras eso ocurra, el precio de dicho energético seguirá en ascenso, en la misma medida en que existan naciones que así lo requieran. Concretamente, las llamadas “economías emergentes”, China y la India, quienes la necesitaran y por ende, la seguirán comprando.

En la medida en que la población mundial siga creciendo, se seguirá requiriendo petróleo y más petróleo. Por consiguiente, las naciones (o las empresas) encargadas de producirlas, deberán extraerlo en lugares cada vez más difíciles de acceder a ello, como lo es la explotación en aguas profundas y ultraprofundas, lo que implica desde luego, que su costo seguirá aumentando, en la misma medida en que cueste también su extracción.

Habrá un momento en que lleguemos a la piscude, al “cenit del petróleo”, cuando esto ocurra, entonces la oferta y la demanda declinará tan rápido como creció, las energías renovables como la solar, la eólica o la atómica, sustituirán al petróleo y harán posible, que el precio de éste, algún día baje, al grado tal, que la industria petrolera desaparezca, cuando su costo-beneficio ya no sea rentable.

¿Cuándo sucederá esto?. Quizás, dentro de unos 25 o 30 años. Cuando superemos el año 2040.

La reforma energética obedece a una razón económica. Consiste en aprovechar ese momento, en que la población siga creciendo, las naciones emergentes lo hagan también, y entonces, se pueda en esas tres décadas, aprovechar, lo que quizás venga siendo, el último pataleo de este recurso tan polémico.

La reforma constitucional aprobada define por lo tanto, el futuro de México para los próximos treinta años. Define por lo tanto, la vejez de los que ahora son jóvenes y la adultez, de los que ahora son niños.




De “Organismos Descentralizados” a “Empresas Productoras del Estado”.

Para aprovechar el último barril del petróleo, México cuenta con sólo una empresa encargada de la exploración, extracción, transporte, distribución y venta del petróleo. Dicha empresa pública es Petróleos Mexicanos (PEMEX). Consecuentemente, se cuenta también con otra empresa que es la encargada de generar, distribuir y comercializar, el fluido eléctrico, que hace que las cosas se pongan en movimiento, siendo esta la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Hablamos por lo tanto de las dos empresas públicas, consideradas éstas “estratégicas”; dos empresas, que además no pueden invertir en su infraestructura para poder seguir generando riqueza, toda vez que estas contribuyen al fisco o al “gasto público”, por lo que dichas entidades son sujetas también a las decisiones políticas que para ello instrumente el Congreso de la Unión, la Cámara de Diputados,  así como a las autoridades fiscales (Secretaría de Hacienda).  Controles que atan a dichas empresas a poder desempeñarse con criterios de eficiencia y productividad, a causa de ser, la primera de ellas “ordeñada” y la segunda, “subsidiada”.

La visión nacionalista solidaria nos dice que eso está bien, para eso es el fin de dichas empresas, proporcionar los recursos que requiera el Estado y utilizarlos, para el beneficio de los ciudadanos; sin embargo, la visión neoliberal competitiva, nos dice que el “costo-beneficio” no es rentable, que se requiere sacar mayores utilidades y para ello, dichas empresas en su nueva era competitiva, ya no necesitan ser ordeñadas, ni otorgar subsidios.
En consecuencia, la reforma aprobada, modifica las nuevas relaciones jurídicas entre PEMEX y la CFE, con los Poderes Legislativo y Ejecutivo, para poder crear en ambos casos, empresas que ahora si sean capaces, eficientes, rentables, productivas y veloces; con menos cargas fiscales.

El discurso político de los reformadores radica en eso, pasar de empresas ineficientes, a empresas eficientes; sin embargo, poco o nada se dijo, de la corrupción. Se corre el riesgo de que las empresas ineficientes efectivamente sean corruptas y que al convertirlas en eficientes, exista por lo tanto, mayor riqueza y en consecuencia, mayor corrupción. ¡Vaya paradoja¡. Pasar de empresas corruptas a empresas mega corruptas.

El objeto principal de la reforma que impulsaron los neoliberales ante los nacionalistas solidarios, fue la de fomentar la intervención de la iniciativa privada en la industria petrolera y eléctrica, aunque nunca hayan dicho “inversión extranjera”, pero realmente si lo es; por eso los nacionalistas refieren la reforma aprobada como  “privatizadora”.

Por otra parte, los neoliberales refieren que la reforma se hizo para obtener mayores ingresos públicos, generar empleos, mitigar el cambio climático y algo que pareciera una burla, abaratar el costo de la energía eléctrica. Los nacionalistas no tuvieron otro recurso que invocar la historia. Pero no la historia del general Lázaro Cárdenas, sino la historia de las privatizaciones de los últimos veinte años.

El cambio jurídico es también un tecnicismo jurídico que genera muchas interpretaciones y ambigüedades. La Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos del 1971, definía a PEMEX como un “organismo público descentralizado” del gobierno federal, de carácter técnico, industrial y comercial, cuyo objeto sería la exploración, explotación, refinación, transporte, almacenamiento, distribución y venta de primera mano del petróleo, gas natural, gas artificial y, en general, de todos aquellos derivados del petróleo susceptibles de servir como materias primas industriales básicas.  Se estableció que dicho “organismo”, podía realizar todo clase de actos, convenios y contratos, especificando que no se concedería regalías, porcentajes o participaciones en el petróleo.

Luego vendría la Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos de 1992, en dicho ordenamiento se partió PEMEX en cuatro organismos descentralizados: 1) PEMEX-Exploración y Producción, 2) PEMEX-Refinación, 3) PEMEX-Gas y Petroquímica Básica y 4) PEMEX-Petroquímica. Cada una de estos organismos descentralizados y subsidiados por su “matriz”, podían realizar toda clase de actos, convenios y contratos, con sujeción a las disposiciones legales. La reforma hizo por lo tanto, que ese organismo público descentralizado se multiplicara entre cuatro y que cada una de ellas con mayor “libertad contractual”, pudiera tener una mejor operación en su objeto principal.

La reforma del 92 es apenas el primer indicio de que PEMEX debía de ser competitivo. Pero no fue sino hasta 1995, motivada seguramente por la crisis económica de aquel año, en que fueron excluidas las actividades de transporte, almacenamiento y distribución de gas, como monopolios exclusivos del Estado.  A partir de ese entonces, inició lo que hoy denominan “privatización” de PEMEX, pues se daba autonomía de gestión a los organismos subsidiados de PEMEX, a que pudiera efectuar actos con los particulares.

La reforma de 2008, trajo varias modificaciones, insatisfactorias para los neoliberales, preprivatizadoras para los nacionalistas; le dio a PEMEX, el carácter de un “organismo con fines productivos”, con “valor económico”,  otorgándole un régimen especial de contratación.  Así mismo crea entre el Estado y PEMEX, un órgano colegiado intermediario, que sería la “Comisión Nacional de Hidrocarburos”.

Ahora con la reforma constitucional aprobada, se prevé la posibilidad de que el Estado pueda realizar actividades de exploración y extracción del petróleo, “mediante asignaciones” a “empresas productivas del Estado” o a través de “contratos con éstas o con particulares”.

PEMEX por lo tanto deja de ser un organismo público descentralizado y se convierte, en una de las tantas “empresas productivas del Estado”. Es decir, el gobierno federal puede crear, cuantas “empresas productivas requiera”, y puede asignar contratos, no solamente a PEMEX, sino a otras empresas productivas del Estado; pues para eso no debe perderse de vista, que ya existe un órgano colegiado entre el gobierno federal y PEMEX, que es la Comisión Nacional de Hidrocarburos. 

Así entonces, el Estado, (o bien la referida Comisión), podrá realizar las “asignaciones” a PEMEX, a cualquier otra empresa productiva del Estado, o bien, a (empresas) particulares. De igual forma, en los artículos transitorios de la reforma, se ordena esa transformación de PEMEX de organismo público descentralizado a empresa productora del Estado y se le faculta a esta, a que también pueda realizar contratos de exploración y extracción del petróleo y demás hidrocarburos con los particulares.

La reforma por lo tanto, no es más que la “muerte” de PEMEX, dejarla a la deriva del proteccionismo que le daba al Estado, al darle está el trato o el privilegio del monopolio, a la competencia que ahora el Estado promoverá entre ésta, con otras empresas públicas y desde luego, con las empresas de particulares (nacionales o extranjeras). 

Depende por lo tanto de las habilidades gerenciales de PEMEX, hacer que la empresa sobreviva en ese ambiente de competitividad. Espero que no sea así, pero lo más seguro es que eso ocurra.  PEMEX realizará los contratos “más raros” que podamos imaginarnos, y tomará las decisiones que fortalezcan su empresa, en detrimento de los derechos laborales de sus trabajadores. En pocas palabras, habrá “recortes”, pero también nuevas contrataciones y de esas nuevas contrataciones, no necesariamente de recursos humanos y materiales nacionales, sino extranjeros; la empresa requerirá tecnología y personal capacitado para operar dicha tecnología y dichos factores, lamentablemente o hipotéticamente, no se encuentran en el mercado nacional. Así que vendrá una invasión de chinos, americanos, españoles y hasta brasileños.

La reforma laboral aprobada en el 2012, le da esa ventaja a PEMEX, podrá contratar personal bajo la modalidad outsourcing, es decir, hacer contratos con empresas que proporcionen servicios de operación y mantenimiento de tecnología en exploración y extracción del petróleo; sin importar si dicha empresa contratista, tenga o no empleados nacionales o extranjeros.

Esa privatización, “dentro de la privatización”, facultará a PEMEX, en su calidad e empresa productora del Estado, a buscar a toda costa la eficiencia y la eficacia de la empresa, obtener el mayor ahorro y la mayor inversión, al menor costo.

Para ir disminuyendo el costo del contrato colectivo del trabajo celebrado entre el Sindicato y ésta, podrá subcontratar personal y transferir los servicios médicos o el pago de pensiones, a otras terceras personas.

Así las cosas, la reforma privatiza PEMEX y PEMEX a su vez, privatizará lo que tenga que privatizar. 




La Reforma Petrolera

¿En qué consistió la reforma petrolera?. Pregunta por demás técnica pero que tratare de responder con la mayor sencillez que pueda. Entendamos primero el proceso de la industria petrolera y veamos en cada una de ellas, los problemas que tanto la clase política neoliberal y nacionalista expuso, con sus respectivas soluciones reformistas.

El proceso de la industria petrolera es el siguiente. 1. Exploración y extracción, 2. Refinación, 3. Transporte, almacenamiento y distribución y expendió al público de hidrocarburos. Empecemos con cada una de ellas:

Exploración y extracción del petróleo

Exploración. La exploración y extracción  es la actividad que consiste en sacar el petróleo del subsuelo al suelo.  ¡Así de fácil¡. Si el petróleo se encuentra en suelo terrestre o marítimo, hay que investigar donde se encuentra para sacarlo y después venderlo. La dificultad técnica estriba, cuando se encuentra en territorio marítimo, ya sea en  “aguas someras”, (no menor a 500 metros por debajo del nivel del mar), y más aún en “aguas profundas” o “ultraprofundas”, (más de 500 metros hacia abajo). 

La actividad de “explorar”, consiste en investigar, donde hay petróleo. Para ello, se requiere ingenieros e instrumentos científicos y tecnológicos que permitan hacer este ejercicio de búsqueda.  La actividad de “extraer” es precisamente, “sacar” ese petróleo, e implica también de los mismos recursos humanos, materiales y tecnológicos, lo que bien podríamos resumir diciendo, que para que el Estado mexicano pueda seguir explorando y extrayendo petróleo, requiere de dinero y más dinero.
 
Inclusive alegaron los neoliberales que no se trata de un problema económico, pues por más que se invierte en PEMEX, la producción que esta da, ya no es sustentable.

La clase política neoliberal dominante en el país, alego diciendo “no hay dinero”, y dijo que no lo había, porque lo que ha estado recibiendo el Estado mexicano de la venta del petróleo, ha ido decreciendo en los últimos diez años, aunado a que los recursos económicos que se obtienen (llamada “renta petrolera”), se destina para otras necesidades del pueblo mexicano, como lo es financiar la inmensa burocracia que sostiene al Estado,  aunado a efectuar gastos de educación, pensiones, obra pública, salud u otros; dinero que se gasta no precisamente para invertir en la todavía única empresa petrolera mexicana: PEMEX.

Alegan que mientras Estados Unidos han explotado petróleo en el golfo de México con 137 pozos y 37 empresas petroleras, nuestra orgullosa empresa nacional PEMEX, lo ha hecho solamente en 6 pozos.  Alegan, que mientras existen en la frontera sur de los Estados Unidos 9,100 permisos para que 170 empresas puedan explotar gas “lutitas” (conocido como “shale gas”); en nuestro queridísimo México, en la frontera norte, sólo llevamos perforados 25 pozos.   Esa globalización obliga a México a competir ahora, sin que esta quiera o sustraerse del mercado mundial y sin pensar si realmente, valga la pena competir. El diagnóstico es desalanteador, 317 de los 369 yacimientos petroleros mexicanos, se encuentran en una etapa de vejez, en pocas palabras, el discurso neoliberal de la reforma es derrotista y catastrófico que hace recordar a los aztecas cuando fueron conquistados por los españoles. ¡El petróleo mexicano, se va acabar¡ ¡Las profecías se han cumplido¡.

Hacer un pozo petrolero en aguas profundas del Golfo de México, cuesta entre 150 a 200 millones de dólares. Los pozos por lo tanto construidos por las compañías petroleras extranjeras en el Golfo de México, han erogado, entre 20 mil a 27 mil millones de dólares en tan sólo un año, si lo comparamos con nuestros pesitos mexicanos, eso equivale a una inversión a como si construyéramos entre 10 a 13 nuevas líneas del metro. Es decir, como si duplicáramos el metro de la Ciudad de México que se ha construido en 44 años, en un solo año. ¡Mucho dinero¡. ¡Muy buen negocio¡. Demos otro ejemplo más impactante: Es como si todos los habitantes y transeúntes de la Ciudad de México, tuvieran metro gratis, por el periodo de veintiún años. En esa carrera competidora de la exploración y explotación del petróleo marítimo que se encuentra en el Golfo de México, nuestro país, ya perdió.

Por eso los neoliberales alegaron la urgencia de aprobar la reforma. Mostraban mapas y más mapas, que daban cuenta del avance de las empresas extranjeras sobre las costas y la frontera sur de los Estados Unidos en oposición, a lo que PEMEX, estaba solitamente realizando.  ¡Urgía pues la reforma a toda costa¡.

Los neoliberales alegaban también, que la exploración de un pozo petrolero en el golfo, es un negocio no seguro, es decir, existe entre un 20% y 50% de posibilidades de que se inicien trabajos de exploración y “no se haye petróleo”. Lo que significa que si se efectúa esa inversión multimillonaria, existen amplias posibilidades de no recuperar lo invertido, es decir, de mal gastar el dinero y no encontrar nada. 

De ahí que los neoliberales economistas exponían sus teorías del riesgo, bajo el argumento de que las empresas petroleras que exploran el Golfo de México, administraban estas su riesgo, si no encontraban petróleo en el Golfo, lo recompensarían con el que encontrará en Indonesia, Mar del Norte o Brasil o viceversa; sin embargo en el caso de PEMEX, si este no encontraba petróleo, pues no podía compensarlo en otras partes del mundo. La reforma constitucional aprobada y próximamente sus leyes reglamentarias, permitiría que México pueda explotar petróleo ya no mexicano sino argentino o de cualquier otra nación extranjera. Convierte a México, en lo que tanto criticó. O peor aún, hace a PEMEX, ahora si, en una marca comercial, sin importar quien la comercialice.

Los neoliberales argumentaron también que para poder explorar y extraer el tan anhelado recurso energético, se requería de tecnología. Y eso para un país que se distingue por su variedad de artistas, críticos, intelectuales, humanistas, grillos y políticos vividores, pareciera que no resulta fácil. En pocas palabras, en tiempo presente, se necesitan ingenieros y patentes que no se encuentran en la “piratería” industrial. Argumentan pues, que la tecnología “no se compra”, que el Golfo de México, requiere de una “tecnología especial”,  que es totalmente diferente a la que se utiliza en la explotación del Mar del Norte o en las costas de Brasil; y para ello, resulta, que la única empresa que la tiene y que por cierto, se encuentra ya utilizándola, es el operado por Schell, quien asociado con Chevrón y British Petroleum, bien podría vendérsela a PEMEX, o bien, asociarse con ella. De ahí, que acertadamente dijeron bien los nacionalistas, es un regreso al pasado, la inmigración de profesionistas extranjeros es inminente, serán ellos los próximos gerentes o capataces que enseñarán a los trabajadores mexicanos, a como trabajar en sus plataformas. Corriendo el riesgo de que tampoco puedan ser trabajadores mexicanos, pueda que en el mundo, existan otros que cobren más barato. ¡Total¡. Con la reforma laboral de 2012 aprobada y PEMEX en su calidad de “Empresa Productiva Pública” podrá hacerlo legalmente.

Los estudios económicos neoliberales, dicen que en el futuro, el uso de combustibles fósiles tenderá a disminuir en los próximos diez a quince años, por lo que el país deberá prepararse para dos cosas: la primera, esperar una disminución en el precio del petróleo y por ende, de sus ingresos fiscales; la segunda es, la sustitución de los recursos energéticos fósiles (petróleo y gas), por recursos basados en tecnologías ecoambientales. Es decir, predicen que el petróleo se va acabar y por lo tanto, hay que seguirlo explotando para que se siga acabando.

En síntesis, la reforma constitucional realizada, consiste en que tanto PEMEX y (las empresas) particulares, puedan todas ellas realizar trabajos  de exploración y extracción del petróleo, así también de hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos.
Para hacerlo, la reforma aprobada ordena la modificación administrativa de PEMEX, de ser un organismo público descentralizado, a una “empresa productiva del Estado”, la cual, en un “ambiente competitivo”, “aumentaría significativamente la inversión, la incorporación de tecnología y la capacidad de ejecución…”. Lo que significa, que “dos cabezas piensan más que una”, “cuatro brazos trabajan más que dos”, en síntesis, “a mayor numera de empresas, mayor producción, mayor riqueza”.

Luego entonces, como explicamos anteriormente, se rompe el monopolio de la explotación del petróleo mexicano. Le corresponderá ahora, a partir de la reforma constitucional del 2013, tanto a PEMEX, como a los (empresarios) particulares, realizar dichas actividades.

Así los próximos años, tanto en nuestros bosques, selvas y desiertos terrestres como marítimos, veremos plataformas y pozos petroleros, donde se vean izando la bandera mexicana, portando orgullosamente el logo de PEMEX;  rodeada ésta de varias empresas extranjeras. EXXON, TEXACO, RAPSOL, PETROBRAS, STATOIL, BP. Todas ellas ayudándole a México, a explotar su petróleo. ¡La nueva era ha iniciado¡.




Los Contratos de Riesgo para la exploración y extracción del petróleo

El candado fue suprimido, a través de un ejercicio neo lingüístico, el Estado mexicano es el dueño del suelo y subsuelo, y dice, que no otorgará concesiones. Sin embargo, para poder explorar y extraer su petróleo, podrá “celebrar contratos con los particulares”. Dichos instrumentos contractuales, reciben el nombre de “contratos de riesgo”.

Un contrato de riesgo podemos definirlo, como un acuerdo de voluntades entre el Estado mexicano representado por su empresa pública productiva PEMEX, con un empresario particular, nacional o extranjero; a través del cual, el primero de ellos, declara ser el propietario original del suelo y subsuelo nacional, sobre el cual ejerce su soberanía, pero que sin embargo, cede una parte de su superficie territorial a dicho empresario, para que esta pueda iniciar trabajos de exploración con el objeto de hallar petróleo; condicionado a dicho acuerdo, a que si se ocurriera el riesgo, es decir, sino se hallaré petróleo en dichos trabajos exploratorios, las perdidas serán a costa del empresario y no del Estado mexicano. Más si se encontrara petróleo, los trabajos de extracción de petróleo, serán compartidos por ambos contratantes en las modalidades y/o los porcentajes que señalen y durante el plazo que para ello se estipule y se establezca el contrato o la ley respectiva.

Entramos a la cuestión técnica, que generará desde luego muchas interpretaciones y sutilezas. Jurídicamente no es una privatización, porque no se está vendiendo nada, tampoco es una concesión, porque no se otorgan concesiones. Sin embargo, es algo peor. ¡Es un contrato¡. Si hubiera sido concesión, el Estado se reserva el carácter de ente soberano, pero el hecho de no llamarle como tal, dada las presiones políticas de no privatizar, hizo que la formula legislativa resultara peor, al llamarle ahora “contrato”, lo que debió de haber sido en todo caso una concesión,  rebajando el tecnicismo jurídico a una mera situación entre particulares; pues en un contrato, el Estado no es un ente soberano, sino que se equipara a como si fuera un particular. No existe por ende relación supra-subordinación, sino de igualdad, entre partes.

Esta inconsistencia de ser contrato y no concesión, tiene un tecnicismo jurídico que los políticos no quisieron entender. Una concesión es un acto de naturaleza de derecho público, el Estado en su carácter de ente soberano, llamado también concesionante, emite un acto administrativo con efectos jurídicos a un “intermediario”, llamado concesionario. De la misma forma en que lo emite, el propio Estado puede revocar su resolución, conforme a las causales que la ley establece para ello.

Sin embargo, cuando hablamos de un contrato, hablamos de un acto de naturaleza privada, el Estado actúa en su carácter de particular y se subordina a la voluntad de los particulares, para crear, transmitir, modificar y extinguir los derechos y obligaciones que acuerden las partes. Siendo en este caso, la empresa productora del Estado  - el cual no es soberana – con una empresa particular, sin importar si esta es de nacionalidad mexicana o extranjera.

Los contratos de riesgo, pareciera una excelente figura para “ceder” el riesgo y el costo en manos de un tercero, que no necesariamente es el Estado, sino un particular. Sin embargo, el problema radica, no tanto en el contrato de riesgo, sino en el posible incumplimiento de dicho contrato. ¿Qué pasaría en ese supuesto?.  ¿Nadie ha abordado esa temática, con la debida seriedad que lo requiera, posiblemente se haga cuando se realice la legislación reglamentaria?.

Imaginemos que PEMEX celebra un contrato con EXXON para efectuar trabajos de exploración en el Golfo de México. Imaginemos que dichos trabajos son satisfactorios y que ambas empresas, tanto PEMEX como EXXON, acuerdan compartir la venta de dicha producción en porcentajes iguales. Es decir, si el pozo produce un millón de barriles, la mitad de ellas sería para la empresa nacional y la otra mitad, para la empresa extranjera. Sin embargo resulta que en dicho contrato, la tecnología con la cual se efectúa la exploración y extracción del petróleo es de EXXON; y no existe por lo menos ingeniero o medios de control nacionales, que permitan saber con precisión, si PEMEX, recibe realmente la mitad de la producción que dice su contratante. Es decir, que EXXON extrajera dos millones de barriles diariamente y mintiera obrando de mala fe, dándole a PEMEX, medio millón o quizás hasta menos.

Si habláramos de una figura jurídica de concesión, bastaría que el Estado revocará la concesión, con algunas de las causales previstas en la ley, pudiendo emitir ese acto en forma unilateral, resultando que dicho acto, pudiera ser inclusive impugnado, ante los propios tribunales nacionales. Esto en razón de que la concesión es un acto emitido por el Estado en su calidad de ente soberano.

Pero esa figura no será, al menos no con esa firmeza. “La empresa productiva del Estado”, no es el ente soberano, sino sería un contratante con la misma igualdad de derechos y obligaciones que su contratante. Si existe incumplimiento en el contrato, se aplicarían formas alternativas para dirimir la controversia, ya fuera la conciliación, la autocomposición, inclusive privilegiando el arbitraje, antes que acudir a la jurisdicción, es más, lo más seguro, es que dichos contratos de riesgo, las partes decidan someterse árbitros extranjeros, tal como ocurre con los tratados de libre comercio, para fomentar la inversión extranjera.  

Siguiendo el caso hipotético, PEMEX y EXXON quieran resolver sus diferencias, acudiendo a un panel de arbitraje canadiense, o inclusive a una entidad privada o tribunal internacional.
¿Pero qué pasaría si suponiendo, si el laudo que emitiera el árbitro fuera favorable a PEMEX, como se podría ejecutar dicha resolución, frente a un contratante que podría inclusive solicitar el apoyo militar de determinadas naciones?

Si EXXON incumple con su contrato y perdiendo el arbitraje, pide el apoyo del ejército de los Estados Unidos, entonces, ya no estaríamos hablando de un asunto “entre particulares”, sino de un conflicto político internacional. No quisiera pensar que esto fuera la antesala de intervenciones militares en nuestro suelo patrio o lo que quede de éste. Si los tiempos cambian, nadie tampoco podrá garantizarles a dichas empresas, que dentro veinte o treinta años, reaparezca un político mexicano que reencarne a Lázaro Cárdenas del Rio.

 Los contratos de riesgo son instrumentos jurídicos que pudieran generar muy buenos negocios para quienes lo celebran, en la misma medida, en que pudieran también representar, un riesgo también, a la soberanía nacional. ¡Nos guste o no, pero así es¡.

¿Alguien podría pensar que se tendría que legislar ese tipo de contratos?, pero no es así.  ¡Ya se hizo¡. El 16 de enero del 2012 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley de Asociaciones Público Privadas; en dicho ordenamiento se regula las relaciones contractuales de largo plazo, entre instancias del “sector público” y del “sector privado”, para poder desarrollar proyectos de inversión, investigación aplicada y/o innovación tecnológica, a fin de obtener “ventaja financiera”. 

Así las cosas, bastara aplicar esta ley, con el buen ingenio perverso de un abogado civilista y entonces, podrán implementarse dicho contrato a la brevedad posible.




La refinación del petróleo

La refinación del petróleo, incluye la transformación de éste en sus derivados.  Esto significa, que el recurso se extrae en un estado natural pero para ser utilizado, se requiere de un proceso de transformación. Es como la metáfora de las fresas y la mermelada, el país requiere de mermelada, pero sólo tiene fresas, para poder obtener mermelada, requiere de una industria que transforme dicho bien.

¡Resulta pues, que tampoco hay dinero para transformar nuestro petróleo¡. Llamémosle la “balanza comercial”, del “petróleo natural” que vende México y del “petróleo transformado” que éste compra, no pareciera ser económicamente viable y rentable. La lógica financiera dice, que: ¡No es Negocio¡. ¿Será?.  México es un país productor de petróleo, pero importador de petroquímicos. Luego entonces, a manera de metáfora, si gana un dólar por vender un litro de petróleo, gasta dos en comprar gasolina.


La gráfica antes expuesta, ilustra como en el año de 1996, México exportaba siete veces más de lo que importaba, tendencia que ha ido bajando y variando, hasta casi ir decreciendo a semejarse en cifras iguales, a lo mismo que se exporta de lo que se importa. Los analistas concluyen que de no efectuarse la reforma, la tendencia  iría más a la baja, para ilustrarlo mejor, la línea azul que se observa, se colocaría por debajo la línea roja. 

Por otra parte, se estima que para el año 2020 0 2025, Estados Unidos de América, el principal comprador del petróleo mexicano, sea autosuficiente en crudo, lo que implicaría que el país, busque nuevos mercados en donde pueda vender su energético. Situación que los nacionalistas alegaron como falsa, sosteniendo la tesis contraria, que serían ellos insuficientes en el consumo de petróleo y que por esa razón, les resultaba importante asegurar el petroleó mexicano a través de sus “proveedores garantizados”.

Sea lo que fuera, resulta importante que en el futuro, México no solamente venda petróleo crudo, sino también los derivados de éste, como lo es la gasolina y para ello se requiera, una infraestructura que permita refinar su petróleo. Se habló tanto de la necesidad de que en México, se crearan refinerías para poder procesar nuestro petróleo. Candidatos presidenciales y hasta presidentes de la República, anunciaron con bomba y platillo, la creación de nuevas refinerías. Pero poco se hizo.  Fue el Presidente José López Portillo quien en su administración (1976-1982), hizo importantes inversiones en la infraestructura petrolera, lo que generó sin duda, que la producción petrolera llegara tetraplicarse. Las administraciones siguientes poco hicieron y ya cuando lo hicieron en años recientes, la producción petrolera en vez de aumentar, paradójicamente disminuyó.

En los últimos años se hicieron las modificaciones legales para permitir que la inversión extranjera, pudiera tener sus propias plantas refinadoras de petróleo.

Transporte y Distribución del Petróleo

Transportar el petróleo, gas natural o los productos derivados de estos, también es un factor de riesgo y de costo. La distribución se hace a través de ductos, buque-tanques, auto-tanques y carro-tanques, que según resultan además de costosos, insuficientes. O sea, el petróleo cuesta mucho extraerlo, pero una vez extraído, cuesta transportarlo, o peor aún, no se puede transportar. O bien, si se transporta, existe el riesgo de que este pueda generar algún accidente explosivo.

En el año 2012, México contaba con 11,131 kilómetros de gasoductos, lo que le permitía transportar 5 mil millones de pies cúbicos diarios. Actualmente su capacidad de transporte es deficiente. ¡Por ende, se requiere mayores proveedores en el servicio de transporte.

La reforma aprobada señala que será la Comisión Reguladora de Energía, quien regule el otorgamiento de permisos para el almacenamiento, transporte, distribución por ductos de petróleo, gas natural, gas natural comercial, productos petrolíferos. En dicha actividad podrán participar también las empresas productivas del Estado, como los particulares, de tal forma, que en el futuro veremos en nuestras autopistas, pipas con los logos de PEMEX, pero también de EXXON o de cualquier otra marca petrolera.

De igual modo, se prevé la creación de una nueva entidad paraestatal llamada Centro Nacional de Control de Gas Natural, quien será la que administre la infraestructura para el trasporte por ducto y almacenamiento de gas natural, actividad que hasta antes de la reforma, la realizaba PEMEX.  

En conclusión, la empresa PEMEX se “achica” por el propio Estado.



La cuestión ambiental

El futuro ambientalista también es contemplado. Un tema del cual por cierto, ni nacionalistas y neoliberales lo hayan abordado con seriedad.  La necesidad de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero de un 30% para el año 2020 a un 50% para el año 2050, de conformidad a lo dispuesto a las leyes de Cambio Climático y de Aprovechamiento de las Energías Renovables y Financiamiento de la Transición Energética, obliga desde luego a realizar cuantiosas inversiones, para que nuestro país pueda competir con China, Estados Unidos y la India.

De igual modo, la Asociación Internacional de Energía (EIA), pronostica que el precio del petróleo irá en aumento para los próximos treinta años, en la misma medida en que resulte cada vez más costosa su extracción; de tal forma que el precio del petróleo llegará a un “cenit” o “piscude” y de ahí, iniciará su decaída, declinando tan rápido como este fue creciendo. El petróleo por lo tanto, se abaratará, en la medida en que su costo de extracción ya no sea rentable y dicho energético, pueda ser sustituido por otros.

Resulta por ende, que la cuestión ambiental es de vital importancia en los años venideros. A mayor exploración del petróleo, mayor contaminación, de eso no queda la menor duda. Los ecosistemas marinos serán alterados y lo mismo ocurrirá, con la explotación de shale gas en la frontera norte mexicana.

Sin embargo, pese que el Estado mexicano ya contaba con la Procuraduría Federal del Medio Ambiente, o bien, pudiera existir en PEMEX una área de protección industrial y seguridad, la reforma constitucional aprobada, prevé crear la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y de Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos.

 Dicha entidad pública regulara y supervisará, las instalaciones y actividades del sector de hidrocarburos, incluyendo las actividades de desmantenimiento y abandono de instalaciones. Y mientras tanto, ¿La Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente que hará?. ¡Nada¡, todo lo que le corresponda hacer, excepto lo que le competa a la referida Agencia Nacional.

No debe perderse de vista que en el año 2010,  fue reformado el artículo 17 constitucional para establecer el derecho de las acciones colectivas. Consecuentemente, se reformó el Código Federal de Procedimientos Civiles, otorgándole a la Procuraduría Federal del Medio Ambiente la legitimación procesal para poder entablar acciones colectivas, por daños ocasionados al medio ambiente; sin embargo, con la creación de esta Agencia Nacional, la cuestión sería, si dicho organismo pudiera tener las mismas prerrogativas de la PROFEPA. ¿Es decir, si la Agencia nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos advierte que una empresa petrolera contamina, podrá demandarla civilmente mediante una acción colectiva?. ¡Al parecer no¡.

Pongamos este ejemplo, basado en un caso real. En el año 2010 la empresa británica British Petroleum (BP) a través de su contratista Halliburton Energy Services, tuvo un siniestro, que provocó el peor derrame de petróleo en la historia del Golfo de México. Se estima que entre 680 y11,600 toneladas diarias fueron derramadas en el mar durante tres meses, dando un total de 4.9 billones de barriles de crudo esparcidos en el mar, generando daños ambientales como la muerte de tortugas, delfines y varias especies marinas, sin contar desde luego, las afectaciones que también le fueron generadas a la industria pesquera.

La Agencia Ambiental de los Estados Unidos promovió acciones legales contra la referida empresa, como lo fue el imponerle una multa a la contratista por la cantidad de 200 mil dólares. No obstante ello, el litigio no para ahí, existe al día de la fecha, una controversia en los juzgados americanos, por el importe de 9, 600 millones de dólares por concepto de indemnización. Al día de la fecha, no se ha pagado.

Si eso ocurrió en las costas americanas y la empresa contaminante no ha pagado el importe de la indemnización, peguntome: ¿Qué ocurrirá en México?.

En el hipotético caso de que nuevamente British Petroleum generará otro derrame petrolero, ahora en las costas de Tamaulipas y Veracruz, ¿Podrá la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos, imponer multas millonarias?. Conocerá de este caso, el Juez de Distrito con jurisdicción en Tampico; ¿procederán las acciones colectivas? y aun suponiendo, si estas obtuvieran la sentencia favorable, ¿cómo hacer que el Estado soberano mexicano, pueda imponerse coercitivamente sobre una empresa petrolera que además de contaminante, sea morosa e irresponsable?.
La respuesta a esa interrogante es la reencarnación de Lázaro Cárdenas.

La Reforma Eléctrica

La cuestión de la electricidad llama también la atención. La industria eléctrica se compone de tres fases, generarla, transportarla y suministrarla a todos los que somos sus usuarios.  Alegan los neoliberales que la electricidad en México es costosa a comparación de otras naciones; es costosa también, porque implica también que el Estado, la subsidie. Es decir, paga un porcentaje por ella, lo que le significa un doble costo.

La empresa generadora de electricidad, es la Comisión Federal de Electricidad, la cual, se administra con un déficit financiero. Su capacidad productora de luz es de 63 gigawatts, de las cuales 64% la genera esta directamente y el 36% es por los particulares, luego entonces, aun con todo eso, la luz es cara.

La “privatización” de la CFE no es nada nuevo, comenzó también desde 1992. Cuando se permitió que pudieran intervenir los particulares en la generación de la misma, con la única condición que debían de venderla a quien sería su único comprador. Es decir, a la CFE.

La CFE es la única empresa que puede comprar luz de los particulares, pero aun y aunque sea el único comprador de dicho fluido, resulta que este para generarse, requiere de recursos energéticos como el gas natural, que al ofertar PEMEX en precios costosos, hace por lo tanto, que la luz, sea cara.  Si a esto sumamos, que parte de la luz que se genera, se cobra no en forma total, porque es subsidiada, y otro porcentaje más, un estimado del 20% de sus consumidores, no la pagan, es decir, se la “vuelan” o “piratean”, a través de diablitos.

El diagnostico a la Comisión Federal de Electricidad que hacen los neoliberales también es catastrófico. Refiere ser una industria con infraestructura vieja, de más de treinta años, además de que su crecimiento es del 1 % anual, cuando según la demanda de electricidad, es del 4 % por el mismo periodo. Estima que se requerirá mayor consumo de luz y por eso resulta importante, aumentar la capacidad de oferta de dicho fluido. 

Y para ello, la solución que propone la reforma, es incentivar la competencia de las empresas generadoras, suministradoras  y comercializadoras de energía eléctrica.

Para poderlo hacer, se aprobara una vez implementada la reforma, el Centro Nacional de Control de Energía, encargada de administrar el Sistema Eléctrico Nacional y así operar el mercado eléctrico mayorista y dar acceso abierto y no discriminatorio, a la red nacional de transmisión y redes de distribución para otras empresas eléctricas que quieran participar en el negocio.

Por ende la CFE pierde su carácter de autoridad, única compradora de luz y se convierte ahora, en un participante más, cuyo árbitro, sería precisamente el Centro Nacional.

¡Bienvenida a la General Electric¡.

El Fondo Petrolero

Hasta donde se sabía, México era una economía petrolizada. Su principal fuente de ingresos venía de la venta del petróleo. Al día de hoy, un 40% de sus ingresos provenían de la venta del petróleo. ¿Qué pasara el día que se acabe el petróleo?.

Los nacionalistas han dicho que al privatizar el petróleo, no se podrá completar el gasto de ese 40% faltante y que por lo tanto, este se sustituirá con el cobro de impuestos, como el IVA.  Sin embargo los neoliberales, sostienen lo contrario, señalan que será tanto la riqueza que se generará, que hasta habrá dinero para ahorrar y es por eso, que se crea, el denominado “Fondo Petrolero”.

El dinero obtenido de la llamada “renta petrolera”, se destinaba para gastarlo en el tiempo presente.  La reforma constitucional aprobada, crea la “alcancía nacional”, donde se ahorraran parte de los ingresos de esa futura renta petrolera, para el beneficio de los ciudadanos. Tal como lo hizo Noruega, que al crear el “fondo de riqueza soberano” (Fondo Gubernamental de Pensiones), lográndose convertir en el mayor inversionista en el mundo, garantizándoles ahora a los noruegos, el pago mínimo de 140 mil dólares a su retiro.

En fin, se crea un fideicomiso público nacional, llamado “Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo”, en el cual intervienen tres partes. El Fideicomitente, que seguramente será la Secretaría de hacienda, quien obtenga los ingresos por concepto de las regalías o utilidades generadas por las ventas petroleras; el Fiduciario que sería el Banco de México y los beneficiarios, que sin ser demagogo, serían los mexicanos. 

El destino de los recursos obtenidos por el fondo petrolero, serían a largo plazo, y sería para el pago de pensiones, proyectos de ciencia y tecnología en energías renovables y servir de vehículo financiero, para becas y proyectos de mejora de conectividad y desarrollo regional de la industria.

La adopción de constituir este fondo es una decisión de carácter técnico y menos política. Pues los diputados en la aprobación del Decreto de Presupuesto de Egresos anual, podían establecer en que se podía destinar el dinero de la renta petrolera; ahora con la reforma aprobada, será el Comité Técnico de ese Fondo, quien así lo establezca.  En pocas palabras, se cede la soberanía popular representada por los diputados quienes podían decidir sobre el destino de los recursos petroleros, por lo que decida un órgano colegiado compuesto por tecnócratas, quienes definirán en que se ahorrará y se  invertirá ese dinero que se recaude de la renta petrolera.  

Si México presume de haber consolidado en estos últimos años una política macroeconómica a prueba de crisis globales, provenientes de Europa y de los Estados Unidos; ahora con ese Fondo Petrolero, la macroeconomía mexicana, no solamente se fortalece, si no que se “requetefortalece”. Se hace un “blindaje” del “blindaje” económico; y eso pareciera bueno, demasiado bueno.

Sin embargo, ¿de que sirve que México tenga una macroeconomía, si esta no coincide con la microeconomía de los mexicanos?.

Los tecnócratas genios de las finanzas mexicanas, se entienden entre ellos.  Dos mexicos totalmente distintos, un “mundo macro” de millones de reservas del Banco de México y ahora, con los del Fondo Petrolero, se recabará mayor dinero y por otra parte, más de 52 millones de mexicanos viviendo en la pobreza, 12 millones de ellos, sin tener que comer.

A manera de conclusión.

¡Pues si¡. Si hay tal privatización del petróleo.

Pero eso no significa que sea “malo” o sea “bueno”. Esos maniqueísmos lo que realmente generan es no ver con detalle y seriedad, los problemas que se avecinan.

Olvidemos por momentos la cuestión ecológica y el aumento indiscriminado de plásticos y automóviles que se avecinarán. El calor seguirá aumentando y los huracanes sea el nombre que reciban, seguirán visitándonos anualmente. Con resultados, obviamente cada vez más catastróficos.

El problema radica ahora, en la nueva era que nos tocará vivir.

La reforma energética es la reforma que concluye todas las demás reformas antes implementadas, la laboral, la fiscal, la financiera, la de telecomunicaciones. Es el clímax del pensamiento neoliberal.

Ojala sea como visualizan los neoliberales optimistas y se encuentren equivocados los reaccionarios  conservadores, vestidos de nacionalistas hipócritas y de supuestos “progresistas”.

¡Ojala, me equivoque¡. Pero en el futuro cuando carguemos el tanque de nuestra gasolina en EXXON y no en PEMEX, espero que en ese momento, recordemos con nostalgia, cuando las gasolineras portaban el logo de PEMEX.

Lo único cierto que puedo predecir en éstas páginas, es que dentro de unos años, habrá una compañía petrolera extranjera que incumplirá sus promesas contractuales con el Estado Mexicano. Al grado tal que se generará una crisis política internacional entre México y una nación extranjera.

Entonces, será un campo de oportunidad política, para que el nacionalismo mexicano, vuelva a resurgir, del panteón, en el que se encuentra enterrado.

Me despido diciendo:

¡Hasta pronto: Lázaro Cárdenas¡.





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