JUAN PABLO II UN "SANTO" ANTIPRIISTA.
La canonización de Juan Pablo II me deja muchas cosas que pensar.
No le dejo a reconocer a Juan Pablo II su gran liderazgo evangélico, su enorme carisma y su vocación espiritual. Eso me consta, porque fui testigo de ello, en las visitas que hizo a la Ciudad de México.
Jamás olvidare la devoción de la gente, las personas que se aglutinaban en las calles y avenidas al verlo pisar, la cantidad de "voces" criticas y disidentes al catolicismo, que callaban, al verlo pasar.
La postal que jamás olvidaré fue su encuentro con el Comandante Fidel Castro. Ese para mi, desde mi alma latina, fue el encuentro del siglo. La postura de ambos hombres y los discursos que cada uno de ellos se dijo, son verdaderas piezas literarias en la lectura política, que cualquier politólogo debe de analizar.
Sin embargo, hay cuestiones que le reprocho.
Su congruencia de liberar los pueblos sujetos al régimen totalitario de la Unión Soviética, no fue congruente, con los pueblos de América Latina sujetos a dictaduras militares auspiciadas por la política exterior intervencionista e imperialista de los Estados Unidos.
Su aberración a la "Teología de la Liberación", permitió y desistió de cualquier acción política y espiritual, tal como ocurrió con el caso de los ministros religiosos Monseñor Romero o de los jesuitas que murieron asesinados por el gobierno represor de El Salvador. Pareciera que en la moral de Juan Pablo II ellos merecían morir, porque eran comunistas.
Contrario a ello, Juan Pablo II fue enemigo del PRI, logró evidenciar su política hipócrita y simuladora, supuestamente anticlerical, cuando logró derrotar moralmente al gobierno de José López Portillo, al haber hecho su primera visita en México, en el año de 1979. Situación que orilló la renuncia de un priísta distinguido y congruente como era Jesús Reyes Heroles, quien era en aquel entonces, el Secretario de Gobernación y cuya prensa controlada por el régimen de aquel entonces, logró ocultar.
Su aberración al PRI (parecido al PCUS, en ser partidos "únicos", "revolucionarios" y autoritarios), no solamente logró el reconocimiento de personalidad jurídica de la iglesia católica mexicana, nulificada desde la época de Benito Juárez, sino que también tuvo el descaro de apoyar sutilmente a Vicente Fox y al PAN en el año 2000, cuando canonizaron de un sólo golpe, "sin que nadie se hubiera dado cuenta" a treinta santos mexicanos, que murieron en la persecución política de la cristiada, auspiciada y promovida, por los fundadores del PRI. Ese partido que perdió en el 2000 y que para fortuna y desgracia de muchos, regresara en el 2012.
En fin, quizás podré perdonarle sus apreciaciones políticas inclusive hasta antipriístas, lo que no podría perdonarle y le reprocharía por siempre, fue su encubrimiento o su falta de neutralidad, para no haber investigado y sancionado, a uno de los peores pederastas que han desprestigiado a la Iglesia Católica mundial y que para variar, era de nacionalidad mexicana. Que sepan todos: Juan Pablo II toleró a que Marcial Maciel, cometiera abusos sexuales a infantes y jóvenes seminaristas, por más de cincuenta años.
Y lo más indignante todavía, nuestras autoridades (priístas, panistas y perredistas), junto con sus medios de comunicación (Televisa y TV Azteca), nada dijeron, como tampoco nada dicen el día de hoy, sobre ese criminal sexual, de nombre Maciel, que ensombrece y pone en duda, la investidura de "santo" que acaba de recibir, el "papa Peregrino".
¡En fin¡. Juan Pablo II, aquel que líder carismático que pensé que era, ¡No es mi Santo¡.
Espero que el Papa Francisco, lo pueda algún día ser: