¡CENSURADO¡ ...
No
creo que esta sea la última carta que yo escriba, ni que lo que diga, vaya
incendiar los ánimos de alguno que otro representante popular y/o funcionario
de tercer nivel. (Después de Presidente y Jefe de Gobierno, siguen los
funcionarios de tercer nivel, a eso me refiero); en verdad, no creo que lo que escriba pueda
generar tan malas interpretaciones para quererme acusar con quienes son mis
jefes o mis amigos dentro del Gobierno del Distrito Federal o bien, de la
Universidad Nacional Autónoma de México; ellos afortunadamente tienen un criterio
amplio para diferenciar, lo que es la vida pública de la privada, de lo que es
el servicio público del activismo político;
no acostumbran pues, a revolver la gimnasia con la magnesia, ni actúan
en forma autoritaria, como durante décadas, sino es que siglos, se actuaba en
este país.
Resulta
pues, que he sido víctima de la censura y no sé quién haya sido el autor
intelectual del mismo, si lo supiera o tuviera la mínima sospecha de saberlo,
en deshonor a esa misma censura, no podría decir su nombre, (toda vez que aún
persiste la censura) y en este país, como cualquiera otro que se presuma
civilizado, el que acusa, tiene la obligación de probar; yo no tengo pruebas,
más que mi pura confesión, así como mi derecho de manifestarme libremente para
señalar quienes son mis censores.
Por
lo anterior y para ellos, me permito hacer las siguientes declaraciones.
Primero.- El
suscrito es un ciudadano común y corriente, soy mexicano y mi domicilio para
efectos político electorales se encuentra en la Delegación Cuauhtémoc, dentro
de la Ciudad de México. No soy militante
de ningún personaje público o partido político, llámese Enrique Peña Nieto,
Felipe Calderón, Salinas de Gortari, Cuauhtémoc Cárdenas, el Subcomandante
Marcos o Andrés Manuel López Obrador; ni del PRI, PAN, PRD, PT, MC, PANAL,
PVEM; ni aun de los nuevos partidos políticos próximos a registrarse, MORENA o
Partido Humanista; y si así fuera, si yo
fuera simpatizante o militante de alguno de ellos, eso no sería ningún delito, ni tampoco falta
grave a la moral, a la historia o a las buenas costumbres.
Lo
que sí es grave, es que en este país, persista la censura y existan las
personas de un criterio tan reducido que piensan que en este país, todo se
limita a una cuestión tan simple de “Buenos” vs. “Malos”; “Conservadores vs Liberales”, “Patriotas vs
Traidores”, “Revolucionarios vs. Contrarrevolucionarios”; Si así fuera o mejor dicho, como así lo es o
dicen que es, entonces lo mejor sería que el debate político, se redujera a un
simple partido de futbol o pelea de box, para entonces, no andar
confrontándonos entre hermanos, ni estar mucho menos insultándonos en redes
sociales menos aun, para estar censurando a los que piensan diferente de
nosotros.
Estas
personas deben saber, que en la política, en su ámbito federal, estatal,
municipal, regional, existe pluralidad de ideas, de actores, de intereses; el
mundo real no es tan simple como muchos imaginan; es algo mucho más complejo y
difícil de entender.
Lo
que pensamos que es real, puede ser una ficción y lo que parece una
ficción, suele ser superada por la
realidad.
Así
es de complejo esto. Por eso resulta lamentablemente, incurrir en falacias ad
personam o en generalidades, que pueden generar el demeritar las instituciones
políticas y sociales por culpa de sus dirigentes, o bien, pensar o etiquetar a
los personajes públicos con estereotipos de “buenos”, “malos”, “nacionalistas”,
“neoliberales”, “populistas”, “corruptos”, “clientelares”, “mesiánicos”.
Segundo.- Soy
servidor público del Gobierno del Distrito Federal y lo soy, no porque haya
llegado al Gobierno por una cuestión político electoral, yo no llegue al lado
de ningún político, aunque tengo que decir, que muchos de mis jefes fueron
políticos, pero eso no tiene nada que ver; soy servidor público, porque cuento
con los conocimientos adquiridos por una universidad pública y porque yo, como
muchos miles de mexicanos, tocamos varias puertas después de nuestra vida
educativa formativa, para incorporarnos en la vida productiva; pude haber
formado parte de la Iniciativa Privada y quizás algún día, llegue a serlo; pero
también, las puertas que se me abrieron en la vida, fueron en el Gobierno. Eso
no me hace ser político, ni mucho menos miembro de un partido político,
simplemente me hace parte de más de los 120 mil servidores públicos que
trabajan para el servicio del Gobierno del Distrito Federal; o de los más del
millón de personas, que trabajan al servicio de una entidad pública
gubernamental.
Como
servidor público del Gobierno del Distrito Federal, laboré en áreas de atención
ciudadana, Así lo hice en las delegaciones Iztacalco, Milpa Alta y en la
Procuraduría General de Justicia; lo hice, prestando mis conocimientos
intelectuales, en una labor tan importante, como la función disciplinaria de
los servidores públicos.
Como
abogado al servicio de mi patrón el Gobierno del Distrito Federal, proyecte,
revise, corregí, propuse, instruí, radique, varios procedimientos seguidos en
contra de servidores públicos. Muchos de ellos, nefastos para la administración
pública y tengo que confesarlo, me toco casos de verdadera impunidad, de
influyentismo y prepotencia; pero también en honor a la verdad, tengo que
decir, que colaboré con algunos funcionarios que tuvieron siempre el ánimo de extirpar
de la administración pública, cualquier vestigio de negligencia y corrupción.
Aprendí
y sigo aprendiendo mucho de ellos. Aprendí que la administración pública es
algo tan técnico, tan bonito y tan especial, que no cualquiera merece ser
servidor público. Que los políticos se dediquen hablar bonito y a decir
inclusive mentiras, pero corresponde desde luego a los técnicos del gobierno,
hacer posible que esas promesas sean
verdaderas.
Que
quede claro. Ser servidor público y hablar mal del gobierno, no me hace ser
“traidor” o “desleal”; lo mismo hacen los líderes sindicales y también los
políticos de todos los partidos. No veo entonces, que la voz de un servidor
público, mi voz, tenga que ser
discriminada, rechazada, repudiada, cuestionada y por último, censurada.
Lo
que escribo en mi blog, lo hago, porque me gusta y porque así como muchas
personas les gusta ver televisión, a otros les gusta leer, otros a dibujar,
bailar o hacer vida social “antrera”; a mí en lo personal, me gusta escribir.
Es para mí, el mejor placer de mi vida, el que más me sana en mis enfermedades
espirituales y el que cumple, mi ánimo activista de cambiar a este país. Otros
prefieren marchar, hacer pintas, trollear en redes sociales, o aventar piedras a los granaderos, yo en
cambio, lo hago escribiendo.
¡Y
además advierto¡. Escribo en mis ratos libres.
¿Algún problema?.
Tercero.- El derecho al libre acceso a
la información plural y oportuna, así como buscar, recibir y difundir
información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión, es un
derecho humano, reconocido y protegido por la Constitución. La inviolable libertad de difundir opiniones,
información e ideas a través de cualquier medio, entre ellos el internet, es
también un derecho humano irrenunciable e inviolable; y también desde luego, se
encuentra este derecho inalienable, eterno y universal, prescrito en la Constitución. Para ser más
específicos, en los artículos sexto y séptimo de nuestra Carta Magna.
Luego
entonces, no veo porque carajos, existan personas que se molesten, se ofendan o “sospechen” cuestiones indebidas: no sé en
verdad porque se preocupen y hasta llegan hacer
llamadas telefónicas y solicitan audiencias, con funcionarios de alto nivel, para indagar, investigar y verificar, que
ciudadano de que dependencia gubernamental, anda ejerciendo libremente su
derecho.
Señores
legisladores y funcionarios de tercer nivel, dedíquense hacer lo que el pueblo
les ordeno en su voto popular. No anden por favor actuando de otra forma, que
no sea aquel, por el cual, se encuentran investidos bajo el amparo de las leyes
y de la representación popular. (No clientelar, ni mucho menos partidista).
¡Que
quede claro de nueva cuenta¡: Yo Soy
Jorge Luis Esquivel Zubiri y Yo, y solamente Yo, como muchos mexicanos más,
somos libres de buscar, recibir y difundir información, así como de expresar
libremente nuestras opiniones y difundir nuestra información. Si a una persona
le incomoda la verdad, entonces, desaparezcan las bibliotecas y hemerotecas, abroguen
las leyes de transparencia, las páginas de internet, los indicadores de
gestión, la organización de los archivos y las conciencias como la mía, para
que entonces nadie, absolutamente nadie los critique, ni los toque con el
pétalo de una rosa. ¡En verdad¡. Hagan con todo su poder, un viaje al pasado y
traten de retroceder a los tiempos que ya vivimos, a ver si pueden con su
soberbia y su poca cultura política, hacer retroceder esta revolución cultural
que nadie para.
Cuarto.- ¡Que mis necesidades son mis fuertes que mis
convicciones¡. Si lo reconozco, lo acepto y lo confieso.
Trabajo
por necesidad y no por deporte.
Soy
de los tantos millones de mexicanos que así lo hacemos. Eso no es motivo de
vergüenza.
Nunca
he robado, ni me he aprovechado de mi posición como académico o burócrata en el
servicio público para hacerlo. Tampoco nunca hice nada indebido, que la ley me
prohibiera.
No
tengo inmunidad, ni fuero, ni una dieta de más de cien mil pesos mensuales. No
soy influyente pues. Pertenezco orgullosamente a la clase media que trabaja
para medio vivir y darle a su familia, un nivel de vida decorosa. En ese gremio
me colocó y de ese gremio soy.
Jamás
pondría en riesgo la estabilidad económica de mi familia, de mis amigos y seres
queridos, por defender mis convicciones. Creo en los derechos colectivos, en la
libertad de prensa y de expresión, pero jamás llegaría a una actitud de
egoísta, de obligar a mis amigos y seres queridos, a que crean lo que yo
creo. Menos aún, de obligarlos a pensar
y sentir, como pienso y siento yo. Respeto pues, la pluralidad de ideas y
sentimientos y atiendo sus consejos y recomendaciones, porque son mis amigos y
los seres que siempre he querido.
El
que haya retirado un artículo de mi blog, obedece al respeto y a la lealtad que
tengo hacia ellos. De ninguna forma, a la intimidación suspicaz, de mis
censores.
Mi
familia pues, no tiene la culpa de lo que pienso, haga, escriba, diga.
Mi
familia, nunca estará en riesgo, por lo que yo haga o deje de hacer.
Quinto.- He publicado este
blog, el cual tiene una antigüedad de unos cuatro años, algo así como 160
artículos y más de 160 mil lecturas. Nunca nadie me había pedido, que lo diera
de baja. ¡Y no lo voy a dar de baja¡, al menos que Google Corporatión me
censure, pero mientras eso no ocurra, seguiré escribiendo, hasta el último día
de mi vida; y seguiré investigando, obteniendo y difundiendo información, también hasta que me vuelvan a callar o hasta
que encuentren un hacker que quite esta página.
Defenderé
con mi computadora y mi conexión al internet, este derecho, para que nadie,
absolutamente nadie, impida esta libertad que es propiedad de todos.
Si existiera
la voluntad de acabarme. Es obvio que no me quedare con los brazos cruzados.
Admiró a Sócrates, a Jesús de Nazaret, a Tomas Moro, a Francisco I. Madero, a Mahatma
Gandhi, Martin Luther King, a Nelson Mandela, pero no soy tanto santo como
ellos. Defenderé con todo mi fuerza, mi derecho a decir y a escribir lo que
pienso, a investigar, recabar y difundir información; a conservar mi trabajo y
mi patrimonio familiar. Defenderé con todo lo que tenga que defender mi status
de ciudadano, con la única limítate, de hacerlo en paz, sin odio, sin rencor, sin violencia, ni aun la violencia verbal;
siempre con el perdón y la templanza, que como ser humano, pueda y deba extenderle a
mis censores.
Seguiré
así escribiendo, pese a quien le pese; y no lo hago, para que les pese a ellos;
lo haré porque me encanta y me apasiona a mí; porque dejar de hacerlo, sería
como cortarme las manos, los brazos, los pies; porque me quiero tanto a mí, que
no pudiera mutilar mi alma. ¡Jamás lo haría¡. ¡Mi libertad es tan grande que no
tiene precio¡. ¡Es mi libertad¡. ¡Soy yo¡.
¡Yo escribo¡ y en cada de mis líneas y en mis letras, esta mi alma que
se conservará y se inmortalizará por siempre.
Sexto.-
Nunca he utilizado un seudónimo para ocultar mi nombre.
Respeto a quien así lo haga y lo entiendo bien, porque en un país donde no
impera el respeto de las leyes, no le corresponde a los tribunales hacerlos valer,
sino a los hombres de poder hacerlos respetar, por el simple y mero imperativo categórico ético, de que
ellos cuentan con el poder, los recursos y el monopolio de la violencia, para
hacerla respetar y observarla cabalmente.
Yo
por mi parte, creo en el valor civil. Uso mi nombre, porque ese soy y no soy otro.
Si alguien quiere ser Jorge Luis Esquivel Zubiri, ese es asunto de quien quiera
ser como como yo.
Reconozco
la autoría de lo que es mío, porque así lo escribo con mi nombre, que es de
Jorge Luis Esquivel Zubiri. Si alguna persona quiere utilizar mi nombre, a
forma de seudónimo o de simple anónimo, puede hacerlo, dentro de los límites
legales; si alguien quiere hacerlo, debo decirlo que no puedo impedirlo y si en
cambio, abogo a la autoridad, para que respeten el derecho de mis compatriotas,
de mis vecinos, de mis alumnos, de mis semejantes y de quienes utilizan mi
nombre, para que así lo hagan.
He
requerido información al gobierno de mi demarcación, a diputado que me representa;
y también lo he hecho, con el fisco que condona deudas a poderosos monopolios
empresariales y también lo he hecho, con
las instancias encargadas de fiscalizar los recursos públicos; así como
también, he indagado, investigado y auditado en la medida de mis posibilidades,
las obligaciones del Estado, desde el más humilde contrato de obra pública de
un monto de 300 mil pesos sobre una banqueta o remodelación de un parque
público, hasta los cuantiosos contratos
de miles de millones de dólares, celebrados entre empresas petroleras, de la
todavía única empresa nacional, con las extranjeras.
Apeló
a la civilidad, al entendimiento, al espíritu democrático. No es cuestión de
partidos, ni de candidatos; es un imperativo ético, de ser y sentirse
ciudadano. De ser y enseñar a ser demócrata; de construir con convicciones y no
con descalificaciones, los cimientos de lo que debe ser un estado democrático
de derecho.
Esa
es mi profesión y la pauta de mi vida ética, como académico en la universidad,
como servidor público en el gobierno y como jefe de familia.
Séptimo.-
La esfera pública es para mí importante,
es donde debe originarse el debate público y donde debe de partir la
democracia.
En
sistemas autoritarios como el nuestro, la democracia fue concebida como “algo”,
que debía de ser “de arriba pá abajo”, y por eso, dentro de la cultura y la idiosincrasia
mexicana, aprendimos a obedecer lo que se ordenaba en las “altas esferas”,
primero el Rey, luego el Virrey, le seguía el Superintendente y al final el
intendente; aprendimos mal este concepto del poder popular y por eso, el debate
que tenemos es demasiado pobre y vertical, reducimos la discusión política en
un funcionario llamado Presidente de la República y se nos olvida, que este
cuenta con decenas de miles de funcionarios; no sabemos tampoco, que existen 31
gobernadores, más de 2,000 presidentes municipales, un Jefe de Gobierno y 16
delegados políticos; desconocemos lo que hacen los 500 diputados, los 128
senadores, los cientos de diputados locales y miles de regidores que nos representan;
ni que decir, los 4 billones de pesos anuales que gasta la federación, o los
500 millones que eroga el Municipio en el que vivimos. En este país, la esfera
pública debe de ser construida de “abajo hacia arriba”, el ejemplo de la
honradez, la congruencia, la transparencia y la rendición de cuentas, debe
iniciar desde lo más abajo, desde el gobierno más próximo con el que
interactuamos, hasta llegar a la cima.
Es
importante entonces, cuidar nuestra escuela, nuestra clínica, nuestra casa de
la cultura; cuidar nuestras calles, nuestras banquetas, nuestros semáforos,
nuestro parque público. Es importante estar pendiente del suministro de agua de
gas, de electricidad. La política no
inicia discutiendo las decisiones nacionales. Empieza, desde como convivimos
con nuestros vecinos.
Esta
es mi convicción y por ende, mis censores no son las personas de las altas
esferas gubernamentales y empresariales, ni tampoco los de la delincuencia
organizada; mis censores, son las personas legitimadas, que la democracia
próxima e inmediata, ha designado para representarme y administrar los bienes
públicos, propiedad mía y de mis
vecinos.
¡Eso
me duele¡.
¡Eso
es no predicar con lo que critican¡.
Si a
estas personas las he ofendido por mi sarcasmo, mi ironía, mi crítica, a título
personal, le disculpo y por esta vía hago publicas dichas disculpas.
Pero
lo cierto es, que la crítica, no va fundada en su vida personal; sino al
desempeño de sus funciones.
En
verdad no me interesa su vida sentimental, su estado de salud, sus vicios o entretenimientos;
me interesa como ejercen el gasto público, porque ese dinero, es mío y el de
mis vecinos; no me interesa tampoco cuáles son sus diferencias con sus
compañeros de partido o de “tribu”, eso en verdad, a nadie que participe en
dichas organizaciones les pueda interesar.
Mis
censores deben saber, que viven en la Ciudad más informada, donde muchos de las
conciencias críticas que lo habitan, se encuentran cansados con representantes
populares que compran candidaturas desde los puestos públicos, o que son
designados por las burocracias partidistas; debe saber, que esta ciudadanía,
quisiera escuchar debates inteligentes y que muchos de estos ciudadanos, son
apáticos, porque creen que este país, con gente como ustedes, no tiene remedio.
Pero
en cambio existen otros ciudadanos, dispuestos a dar la cara y emprender las
nuevas luchas democráticas, para realmente moralizar la política e innovar la
protesta. Les pido a esos hombres de poder, que no frenen los vientos de cambio
que ellos mismos propiciaron. La lucha
democrática por cambiar a este país, no le pertenece a un grupo político, ni a
un personaje, ni a una historia que no termina de escribirse. La lucha democrática,
la hacen los ciudadanos anónimos y de las personas del montón que trabajamos para sobrevivir, que nos
dedicamos a otras cosas, no vivir de la política. Menos aún, de la política (partidista).
Octavo.- Cabe
la posibilidad como diría Rene Descartes, que todo lo que piensa que exista, no
exista realmente; y por ende, cabe también la posibilidad, de sospechar,
suponer, inferir o presumir, que si pensé que me censuraron, no haya sido así realmente.
¡Todo puede ser una suposición mía¡. Quizás una fantasía, algo que yo, me haya
imaginado.
Puedo
encontrarme en un error y suponer, que el gasto público del presupuesto
ciudadano se ejerce eficiente y eficazmente, sin que existan pagos en exceso; pensar
que toda obra pública, el dinero se gasta honrada y correctamente y no exista
algún desvió de recurso que pudiera servir luego para financiar alguna futura campaña
política. Presumir que no existen
compras infladas de luminarias y que mis diputados, están más interesados en
vigilar como se gasta esos recursos públicos y no andar promoviéndose en anteprecampañas,
a fin de que luego puedan tener, toda la autoridad moral y jurídica, para poder
fiscalizar los cuantiosos contratos que en el sector energético y en telecomunicaciones
se avecinan.
Creo
en la democracia y en la investidura de los funcionarios electos, los cuales
sino saben administrar, porque su profesión sea el de hacer promesas, contaran
con personas como su servidor y otros miles más, que desde la administración
pública, nos dedicamos precisamente a eso; administrar el bien público, para el
bien de nosotros.
También
creo que en el futuro, habrán cientos de ciudadanos dispuestos a cumplir su
misión de contrarrestar el manejo discrecional de los recursos públicos, de las
decisiones políticas, que sabrán comportarse como ciudadanos dignos y no como
militantes de alguna organización política; ciudadanos voluntarios que ejerzan
vía democrática, antes que pedir una cubeta, una despensa, una tarjeta, una
pensión o ser beneficiados de un programa social.
Eso
es lo que espero. Representantes populares que dejen de andar investigando a
blogueros y andar pidiendo favores o utilizando su investidura de
representantes populares, para solicitar favores encaminados a censurar la
libertad de prensa.
Espero
que en el futuro, pueda sentirme orgulloso de quienes me representan en la
Cámara de Diputados. Y que nunca en la
vida, vuelva a ver a un diputado, con un sentimiento de pena y vergüenza, de
sentir mi país, burlado, engañado, cada vez más saqueado.
Noveno.- Agradezco el apoyo de todos mis amigos,
familiares, alumnos y demás seres queridos que apreció y desde luego, los que
me siguen también en redes sociales.
Por
esta vía les informó, que a partir de la próxima semana, dejaré de escribir
cualquier nota relacionada con los gobiernos delegacionales del Distrito
Federal y también, desde luego, con los diputados que representan a los
habitantes del Distrito Federal.
En
consecuencia, no escribiré nada sobre estas personas.
Tampoco
divulgaré información alguna para que no pueda ser mal interpretada y obvio, no
poner en riesgo la estabilidad de mi familia y de mis amigos.
Así
de simple: ¡No lo hare y punto¡
¡Obvio¡.
Tampoco escribiré nada, sobre lo que ocurra en alguna circunscripción de
Zacatecas. Si algún lugar de la
República me interesa, ese es Poza Rica Veracruz, no Zacatecas.
No
escribiré nada sobre esos personajes, cuyos nombres yo censuro, a fin de no
poner en riesgo su seguridad y sus proyectos políticos futuristas.
Tomo
esta decisión, no porque me hayan censurado.
¡Soy yo realmente el que decide hacerlo.
Lo
dejo claro y lo reitero. ¡Nadie me ha censurado, soy yo el que se censura¡.
En
su lugar, a partir de ahora, abriré un nuevo blog, en donde enseñaré a los
ciudadanos que así les interesa, como participar y construir una democracia,
como la que exige, nuestra Ciudad.
El
blog lo escribiré en términos prácticos para que cualquier ciudadano, pueda
entenderlo.
He
tomado pues la decisión, de enseñar en internet. Las nuevas formas de protestar
y como vigilar a los que nos gobiernan. Quiero pues, asumir la decisión de más que
enseñar democracia, enseñar ciudadanía.
Espero
que el nuevo blog, potencialice a los ciudadanos, a participar en la vida
pública de su región, para poder así construir una democracia edificada en la
ética de los ciudadanos para vigilar los asuntos de la ciudad y no una demagogia, construida en grupos de
interés de pandillas corruptas y porriles, vividores de los recursos públicos, como
las que nos han gobernado en estos últimos quinientos años.
Así
nadie en el futuro, censurara a nadie.
¡He
dicho¡. ¡Siempre he sido el dueño, de mi silencio¡.