CRÓNICA DE LA REFORMA ENERGÉTICA Y DE LA TEMIBLE PRIVATIZACIÓN DEL PETRÓLEO (Cuarta Parte).



Con motivo de la expropiación petrolera, el gobierno mexicano contrajo una deuda con las compañías petroleras de $1,606,819,827.00.  (Un Mil Seiscientos Seis Millones, Ochocientos Diecinueve Mil Ochocientos veintisiete Pesos 00/100 MN).

Eso no se supo en el momento, ese fue el cálculo, que las propias compañías expropiadas hicieron de estimar los bienes que le fueron nacionalizados por el gobierno revolucionario del general Lázaro Cárdenas.

¿Poco o mucho dinero?.

Para que podamos visualizar esa cantidad, el monto de la indemnización que debía de pagársele a las compañías petroleras, era de casi cinco veces, de lo que el gobierno federal erogaba al año.  Tan sólo en aquel 1937, el Presupuesto de Egresos de la Federación que autorizó el Congreso de la Unión, era de $333,225,688.82 Trescientos Treinta y Tres Millones, Doscientos veinticinco Mil, Seiscientos Ochenta y Ocho Pesos 82/100 M.N.).  Es decir, apenas una quinta parte, de lo que debía pagársele a dichas compañías. Esto significaba, que para que el gobierno mexicano pagara el importe de las indemnizaciones a las empresas petroleras, no debía de programársele recurso alguno para su subsistencia, durante un periodo de cinco años.



La solidaridad del pueblo mexicano se manifestó ante tal acto patriótico y nacionalista y en una muestra de apoyo solidario con su gobierno, ofreció espontáneamente donativos, que oscilaban entre los dos millones de pesos en total, veinticinco mil dólares y treinta y tres mil ochocientos pesos en oro.   Esta aportación de recursos a cargo del pueblo mexicano, que empeño desde alhajas, hasta animales, más que una contribución pecuniaria, pues representaba apenas el 0.1% de la deuda total por pagar, tiene un carácter simbólico; significa una manifestación solidaria y desde luego, el sentido de apropiación del pueblo mexicano, con su empresa.

El Gobierno de Gran Bretaña manifestó su molestia por el acto expropiatorio, en una nota diplomática, manifestaba su “reservas por la sentencia dictada por la Suprema Corte y consideraba, la expropiación como un acto arbitrario”.  Días después, en otra nota diplomática, fijo el importe de su indemnización, a la cantidad de 371 millones de pesos.  La fricción entre ambas gobiernos, hizo que el gobierno mexicano se comprometiera pagar ese importe, con intereses, pero también en una muestra de dignidad, retiro a su embajador en Londres.

Los Estados Unidos de América también reaccionarían ante la embestida nacionalista del gobierno cardenista. Recordó al gobierno mexicano, que no se le había pagado a sus ciudadanos, las compensaciones correspondientes afectados por la Reforma Agraria. Cartas epistolares se dieron entre los diplomáticos de ambos países, a través de los cuales, el gobierno mexicana invocaba su legítimo derecho de actuar en apego a sus propias leyes. Luego de intensas negociaciones diplomáticas, el gobierno de los Estados Unidos, presidido por Franklin D. Rooselvelt, sorprendió al reconocer el legítimo derecho del gobierno mexicano, para expropiar sus tierras y su petróleo. La discusión entonces giró, ya no con la amenaza de la intervención armada sobre el suelo patrio, sino por el importe de la indemnización.

La expropiación petrolera decretada por el gobierno del Presidente Cárdenas, generó también una crisis económica en el sector bancario. Los recursos de los bancos privados (capital, reservas y depósitos), bajaron de 442 millones de pesos, a unos 329 millones de pesos. Es decir en menos de un mes, salieron del país, 113 millones de pesos.

El gobierno mexicano recibiría un crédito del Banco de México de apenas 89 millones de pesos y ajustaría su presupuesto de egresos de 333 millones a 450 millones de pesos. Sin embargo, dichas cantidades y la deuda que contraería el gobierno mexicano, así como los donativos que recibirían estos a cargo de la solidaridad del pueblo mexicano, no alcanzaba a pagar, ni siquiera en una décima parte, el importe de las indemnizaciones para las compañías extranjeras.

El gobierno de Lázaro Cárdenas con el apoyo del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, crearían la empresa “Petróleos Mexicanos” PEMEX.  El Congreso de la Unión hizo lo propio, emitiría su ley reglamentaria, mientras que el referido Sindicato, emitiría una circular dirigida a sus 32 secciones, con la cual instruía a sus agremiados, que los artesanos debían de fabricar con extrema urgencia, algunas de las refacciones que necesitaban la industria, celebrando pacto con los ferrocarrileros, para que con los trenes, también recién nacionalizados, sirvieran de transporte para la distribución de gasolina, combustóleo y demás derivados. 



¡Cierto¡. La producción bajo a un 45% y la exportación hasta un 85%. Resultaba difícil, producir, distribuir y comercializar petróleo mexicano. ¡No existía el personal técnico que hiciera posible que la industria siguiera caminando.  ¡Fueron meses difíciles¡.  Contra el boicot de las compañías extranjeras, de retirar a los operadores que hacían posible el funcionamiento de la industria petrolera en México; se respondió con la creatividad y el patriotismo de los trabajadores, ingenieros, técnicos y ayudantes de la recién empresa mexicana. Fue en esos primeros dos años de la nacida compañía mexicana, cuando se abrieron treinta perforaciones en Poza Rica, El Ebano y el Istmo de Tehuantepec; y en contra de las dificultades, la empresa recién nacionalizada, fue saliendo de su crisis; ¡eso si¡, sin haber pagado todavía ni un peso, el importe de la indemnización y obviamente aumentando su plantilla de trabajadores, de 17,600 a 21,940, todos ellos propuestos por el Sindicato.

Manuel Avila Camacho

El gobierno de Lázaro Cárdenas, cuestionado de haber impuesto a su sucesor a través de un fraude electoral, el general Manuel Ávila Camacho, heredó a éste, una cuantiosa deuda, que debía de cubrir a los antiguos dueños del petróleo mexicano.

Perdían las finanzas mexicanas aparentemente, pues debía indemnizar a la compañías petroleras durante un largo tiempo. A cambio de ello, el Estado Mexicano adquiría la inversión mas importante del sistema político (priísta), pues se convertía ahora en el dueño de una de las compañías que más riqueza generaba al mundo. Más aun, no fue necesario que el petróleo mexicano buscara nuevos mercados en Europa, sobre todo, venderles el vital aceite a las naciones facistas como España, Italia y Alemania; pues Estados Unidos sería su gran comprador.

Nada mejor para la suerte mexicana, que administrar esa empresa, con un mundo convulsionado por una guerra cruel, sanguinaria, destructiva. Compartiendo la frontera con una de las naciones que esperaba en cualquier momento, su ingreso a la guerra, nos referimos a los Estados Unidos. Mientras eso sucedía, millones de seres humanos perdían la vida, al mismo tiempo, que el gobierno mexicano invertía en la construcción de oleoductos, así como de su primer barco petrolero, el “Toteco”.  Siendo también una de sus principales actividades gubernamentales, emprender la defensa del territorio nacional, en contra de un posible ataque que pudieran incursionar, las naciones beligerantes.

El ataque a la flota petrolera mexicana se dio aquel 13 de mayo de 1942, cuando submarinos nazis, torpedearon frente a las costas de Florida Estados Unidos, el buquetanque “Potrero de Llano”; siete días después, frente a las costas de Veracruz, sería  torpedeado también, el “Faja de Oro”; entonces el Presidente Manuel Ávila Camacho en un discurso transmitido en la radio, informaba al pueblo de México, que no obstante de la neutralidad del país, ni de que la nave tenía los signos característicos de su nacionalidad, y que éste viajaba con las luces encendidas a fin de hacer claramente perceptibles los colores de nuestra bandera, alegó que ni por razones de derecho internacional y humanitarias, se les había otorgado a sus tripulantes de dichos buques petroleros la oportunidad de atender su salvamento.


Luego de una tensa espera de siete días, el gobierno mexicano no recibió explicación ni disculpa alguna del gobierno alemán, entonces, México le declaró la guerra a las potencias del eje: Alemania-Italia-Japón. Al día de la fecha, ha sido la única declaración de guerra realizada por nuestro país durante el siglo XX. 

La ola de agresiones sobre México, no terminaría ahí; el 27 y 28 de junio de aquel 1942, serían hundidos otros dos buque tanques: el “Tuxpan” y “Las Choapas”; finamente el día 2 de julio, sería atacado el quinto buquetanque petrolero, el “Amatlan”; finalmente el 19 de octubre de 1944 correría la misma suerte, el “Juan Cansiano”.

El saldo, 107 marinos mexicanos al servicio de Petróleos Mexicanos muertos. La respuesta, a dicha agresión, fue una cuadrilla de treinta pilotos aviadores mexicanos de la recién creada Fuerza Aérea, entrenados en el campo aéreo de Greenville (Texas), cuyo destino bélico fue combatir a los japoneses en Formosa y Filipinas.  

 De esa manera, el atentado a la industria petrolera, no vendría ni de Gran Bretaña, ni de Estados Unidos, sino de Alemania y quien pagaría bélicamente por dicha frenta, no serían los alemanes, sino los japoneses.

Mensaje declarando la guerra

Por otra parte, existen las sospechas que esos buques petroleros no fueron realmente inundados por los alemanes, sino que fueron submarinos americanos quienes así lo hicieron, en una maniobra bélica política, con la cual, éstos “engañaron” a los mexicanos, para hacerles creer que fueron los alemanes quienes los agredieron; pero cuyo fin realmente perseguía, asegurar la lealtad de su fiel vendedor de petróleo, el cual únicamente vendería su petróleo (recién expropiado), a los Estados Unidos.   

Así transcurrieron los primeros años de la orgullosa empresa nacional, en un clima en que los noticieros de radio informaban sobre los acontecimientos bélicos ocurridos en Europa, mientras que el “presidente Caballero”, emprendía la conciliación, entre los “reaccionarios” y los “revolucionarios” del régimen. La llamada “Unidad Nacional”. La historia no termina ahí, a diez días de terminar el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho, gracias a un crédito otorgado por el Banco de Washington, se inauguraría  la primera refinería de la industria petrolera mexicana: “18 de Marzo”, ubicada ésta en terrenos de Azcapotzalco, Distrito Federal, el cual tendría un oleoducto proveniente de Poza Rica, capaz de transportar y refinar, 50 mil barriles de petróleo.

Mientras tanto, la deuda de la indemnización de la expropiación petrolera, comenzaría a pagarse desde 1940; la misma terminaría pagándose hasta 1962.  Sin embargo, aún no terminaba de cumplirse la obligación internacional, cuando el nuevo presidente que sustituyera al general Ávila Camacho,  el licenciado Miguel Alemán Valdez, tendría la ocurrencia, por razones “técnicas y financieras”, de llevar a cabo cinco “contratos de riesgo”, con las compañías extranjeras CIMA, Scharmex, Isthmus Development Company y Pauley-Noreste.  Dichos contratos de exploración y perforación, se pagarían con una compensación de entre el 15 y el 18.25% del valor, durante un plazo de 25 años. Teniendo aparejada ésta la obligación de celebrar con posterioridad, los “contratos de venta”.

Lic. Miguel Alemán Valdes


No falto quien dijera que el Presidente Alemán Valdez, estaba traicionando la revolución mexicana, sobre todo, la expropiación petrolera realizada por su antecesor el general Lázaro Cárdenas, entonces, dentro de esa masa de diputados priístas que todo aplaudían y votaban de su jefe y líder político, surgiría  un diputado valiente, proveniente de Michoacán, un ex líder estudiantil, de nombre Natalio Vázquez Pallares, quien denunciaría al Presidente Alemán Valdez, de violar la constitución.


Entonces la gran tentación aparecería. ¡La inversión privada en PEMEX¡.  

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