¿DERECHO ECOLÓGICO? ...(El prologo de mi libro).



A propósito de la publicación del libro de Derecho Ecológico de mi autoria, me permito compartirles el proemio del mismo: 

A Manera de Proemio

Este no es un libro de texto de Derecho Ecológico. Posiblemente, tampoco llegue a ser un ensayo sobre cuestiones ambientales. Por eso, el autor de estas páginas, ha decidido titularlo: ¿Derecho Ecológico?. Porque ni Él mismo sabe, si realmente lo escrito en estas hojas, es realmente derecho ecológico.

Esta obra pretende ser un ensayo de temas ambientales para la enseñanza del Derecho ecológico en los estudiantes de la carrera de jurisprudencia. Sin embargo, trato de escribirse a manera de ensayo, exponiendo un conjunto de reflexiones, sobre un tema ambiguo, de lo que mucho se ha dicho y poco se entiende; por ser difícil su sistematización para su legislación y enseñanza, en virtud de ser un tema tan amplio y tan profundo, y la dificultad de no poder decirse en forma tan concreta, como quisiera expresarse en estas líneas.

En marzo del 2001, conocí por vez primera el derecho ecológico. No es que haya sabido antes lo que era la Ecología. Sino simplemente, pensaba que los arboles y los animales no tenían absolutamente nada que ver con el derecho. Cuando en julio del 2001, el entonces Jefe de Carrera Mtro. Fernando Pineda Navarro, tuvo a bien designarme como catedrático de esta asignatura, me impuso uno de los retos profesionales mas grandes de vida, pues no solamente tenía que exponer una asignatura de la que nada sabía y que estaba obligada moral y profesionalmente a impartirla, sino porque nunca pensé, que esa materia, pudiera cambiar la visión de mi existencia.  

Ahora, que han pasado ocho años, me encuentro sentado frente al monitor de mi computadora, tratando de explicar que es el Derecho Ecológico. Para explicármelo y podértelo así explicar, tuve que escribir estas hojas durante cuatro años, para terminar diciendo, lo que acabas de leer: ¿derecho ecológico?.

La ecología no solamente es una ciencia, es también una concepción del mundo, de la realidad, de la sociedad, de la política y ahora, también del derecho.

La ecología no es una tarea especifica para los biólogos, los químicos o los ingenieros; también lo es para los abogados; acostumbrados a ver cuestiones formales de normas jurídicas e intereses individualistas; la visión ecológica en el derecho, es más de lo que parece.

El derecho ecológico no es el conjunto de normas jurídicas contenidas en la Constitución, leyes, reglamentos, tratados internacionales y en normas oficiales; no es tampoco la protesta política o el romanticismo de defender focas, mariposas o arboles. La ecología, es más que eso, es una materia que implica un conocimiento profundo de la realidad, una nueva interpretación del mundo que los paradigmas ideológicos tradicionales de liberalismo y socialismo no han podido explicar. 

Este libro, pretende cambiar la mentalidad de sus lectores. No es que se trate de una selección de “nota roja” o “noticias amarillistas”; no se trata de exponer aquellos temas que quizás, como alguna vez me ocurrió, me resultaban tediosos de leer o cambiaba de canal al televisor.  De esos temas, que había que pasar por alto; uno debía de estar en la disyuntiva de aceptar o rechazar lo que era la normalidad: que hiciera mucho frio y un calor tan sofocante, que uno fuera capaz de dormirse en el suelo; que el transporte público fuera tan deficiente, el cielo, la gente, el ruido, los tragafuegos, vendedores ambulantes y niños payasitos de los cruzeros, algo tan cotidiano, que no tuviera relación alguna con la materia. Había que aceptar o rechazar, que los alimentos que consumimos pudieran producir cáncer, o quizás, suponer que en alguna parte del mundo, pudieran hacer falta. Algo tan elemental como imaginar que en este momento, acaba de nacer un bebe que tiene derecho a la vida digna, a la libertad, a la igualdad, a la felicidad; y que sin embargo, en el mundo construido por esta sociedad de la que formamos parte, no podía garantizar la sobrevivencia digna de ese nuevo ser.  De que una cosa es estudiar las normas jurídicas plasmadas en libros tangibles y otra muy diferente, saber que tuvieran realmente aplicación. Que no hay tal igualdad, sino una discriminación; que no hay propiedad, sino pobreza; que no hay libertad, sino restricción de todos los derechos; que no hay alimentos, sino hambre; que no existe la paz, sino la guerra. ¡Que no hay derecho, sino la falta de derecho¡.

Había que colocarse en la disyuntiva de observar un crecimiento urbano de recordar como era antes la ciudad y como se fue transformando. De escuchar las conversaciones de nuestros padres, abuelos y hasta bisabuelos, para tratar de negar, de que el mundo que nos ha tocado vivir, es evidentemente mas difícil de lo que ellos habían vivido.  Había que poner atención a los temas incómodos del calentamiento global, observar que el internet y el teléfono celular nos ha abierto las puertas a otras fronteras que nuestros padres no conocieron; había que ser un poco abiertos, para cuestionar, que tan normal es que en el mundo haya pobres, hambre, guerra, ciclones, terremotos; y un planeta que año con año, se derrite.

Alegrémonos de cambiar el mundo que hemos cambiado. Sintámonos orgullosos de ser después de todo, racionales y también sentimentales para sentir tristeza, indignación y coraje por un mundo injusto que día a día se degrada, pero que lucha por seguir sobreviviendo.

La ecología, si bien no me volvió ecologista, me ha dado la capacidad para saber lo que quiero para mi hijo para mis sobrinos y para todos los niños del mundo. Me ha dado el impulso de escribir estas líneas que, sin tener afán de “nuevo doctrinario” del derecho ecológico, me permita dar una pequeña contribución jurídica a la concientización de los futuros abogados, de escribir, lo que estas líneas contiene.

 

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