¿Y SI MÉXICO SE "ARGENTINIZARA"?. México y Argentina. Historias paralelas.
A
propósito de los peritos argentinos que trabajan intensamente en la
identificación de las osamentas y restos de los posibles 43 estudiantes
desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapan, no me queda más que
preguntar: ¿Y si México se
“argentinizara”?, ¡imposible¡. México y Argentina son dos naciones hermanas
latinoamericanas, pero cada una de ellas ha crecido de manera separada e
independiente.
Sin
embargo, cuando ocurren hechos como los de Tlataya o los de Ayotzinapan, donde
la intervención de las fuerzas armadas o policiacas, asesinan y en el otro de
los casos, “desaparecen” a personas de la sociedad civil, no nos queda más que
reflexionar esta pregunta; cuestionarnos, si con las violaciones a los derechos
humanos antes citadas, no nos estaríamos “argentinizando” (me refiero desde
luego a la Argentina gobernada por los militares, no la actual); habría que entender un poco la historia de
nuestro país vecino y tratar de especular, a la luz de la historia, si es
posible que México, tenga alguna experiencia autoritaria como la que tuvo
Argentina.
Si
ese fuere el caso. ¿Qué nos falta o que nos sobra, para ser o no ser, como
Argentina?.
Los
nativos de Argentina no se comparan a los nativos de México. En territorio de
Argentina, no floreció ninguna cultura, como las que habitaron en Mesoamerica,
no existieron los mayas, ni los toltecas, ni los aztecas; contrario a ello, los
territorios de Argentina, fueron alguna vez dominio de los incas y fue Perú,
por así decirlo, el territorio “madre” o “raíz” de la actual Argentina. Cuando
llegaron los españoles a conquistar esa región sudamericana, lo hicieron a
través del sometimiento y conquista de los incas, donde después, pudieron
edificar el Virreinato de Perú. Digamos pues, que México tendría quizás mayor
coincidencia con la República de Perú, pero de ninguna forma, lo puede tener
con los argentinos.
Argentina
no sabe lo que es y fue ser imperio; y mucho menos sabe, lo que significa haber
sido conquistado. No existió pues en su historia, ningún personaje como Hernán
Cortez ni Francisco Pizarro. Los enormes terruños de la Argentina de hoy, eran
solo llanos en los cuales, pasaron inadvertidos por cientos de años, hasta que
finalmente, allá por el año de 1776, los españoles decidieron fundar el
Virreinato del Rio de la Plata, el cual era totalmente independiente, del Virreinato
de Perú. El surgimiento de un nuevo
puerto Buenos Aires, daría una nueva identidad, a esa región sudamericana.
Entonces lo que vendría siendo Argentina de aquel entonces, se conformaría por los
territorios del actual Uruguay, Paraguay y Buenos Aires.
Todavía
no se independizaba Argentina, cuando fue víctima de las agresiones militares
de los ingleses. Su experiencia de “conquista”, la vivieron precisamente con
los ingleses y no con los españoles; y esa experiencia la vivieron además de
manera triunfante, no derrotista como ocurrió con sus vecinos los peruanos y
desde luego, a los mexicanos.
Fue
allá por los años 1806 y 1807, cuando la Corona Británica había decidido
reconquistar América, en su guerra contra Francia-España; así que las dos
expediciones que realizaron los ingleses, fracasaron y generaron en la clase
política del virreinato del Rio de la Plata, la necesidad de buscar su propia
independencia política de la Corona Española. Corría entonces el año de 1810 y
con ello, la primera revolución de América Latina. La Revolución de Mayo de
1810.
Argentina
sería el primer territorio Americano, después de Estados Unidos y de Haití, en
proclamar su independencia. Lo haría en una Junta Militar, su declaración de
independencia fue el 25 de mayo. No existió pues, ninguna conspiración
descubierta, ni tampoco un cura de pueblo que llamará a los indios a liberarse
contra los “gachupines”. La Revolución de mayo de los argentinos, es el
movimiento político que encabeza esa cúpula militar virreinal, que decidió
separarse de los españoles, en los momentos en que políticamente, no existía
Rey de España; y en las cuales también, las ideas políticas de la ilustración,
concretamente de la revolución francesa y de la independencia de los Estados
Unidos, estaban generando conciencias revolucionarias.
El
acta de la independencia de Argentina, la emitió el Congreso de Tucumán el 9 de
julio de 1816. Fue en esa fecha en que nació Provincias Unidas de América del
Sur.
Entonces
pienso que quizás los argentinos, les paso algo parecido a los mexicanos. En
México la fecha oficial de la independencia se dio el 27 de septiembre de 1821
y no el 15 de septiembre de 1810, como muchos creemos; pareciera que algo
ocurre con los argentinos, la fecha de su independencia es el 25 de mayo de
1810 y no otra.
Y es
que la guerra de la independencia que enfrentaron los argentinos fue cruel,
larga, difícil, se dio no solamente en tierra, sino también por mar. La guerra
de independencia de Argentina, fue también la de Paraguay, la de Uruguay,
Chile, Perú y Ecuador; fue la guerra de
Sudamérica entera por resistir el ataque de los españoles. ¡En México claro que
también hubo guerra de la independencia, pero no se compara con las de Sudamérica¡.
La guerra de independencia de México, era de México y para los mexicanos; una
guerra que encabezaban líderes populares como eran en aquel entonces, los sacerdotes
de las parroquias provincianas, una guerra liderada por el pueblo, gente pobre
y humilde, peleando en contra del gobierno, de clase pudiente y dominante; sin
embargo, las guerras de independencia de Sudamérica, son las guerras de la
cúpula militar separatista, contra la cúpula militar de la corona española. Una
guerra pues entre militares, cuyas tácticas y estrategias, fueron más cruentas
y mucho más destructivas. Así pues, los héroes de la independencia sudamericana
(y por ende de Argentina), se compone de generales de verdad. Su experiencia
castrense en el campo de batalla, no tenía nada que pedirle, a la de los
franceses, rusos, ingleses, austriacos con sus célebres batallas napoleónicas.
En Argentina, la experiencia militar nace desde la resistencia a la conquista
de los ingleses y continua, en su lucha contra los españoles. Por eso hay que
entender que Argentina, nace con una moral guerrera totalmente diferente. Ellos
entendieron la guerra profesional como una ciencia para conseguir sus fines
políticos; nada que ver con las rebeliones populares que encabezaban Hidalgo,
Morelos, Guerrero, que al carajo mandaron a los militares que al menos en
teoría, si sabían hacer guerritas. (Ignacio Allende y Juan Aldama).
La
independencia de Argentina, se parece más a la de los Estados Unidos, que la de
México. Inclusive, la historia de
Argentina, se parece también más a dicha nación que la de los mexicanos.
Pareciera así, que los mexicanos y los argentinos, no tenemos nada en común.
Y es
que sus héroes patrios como Manuel Belgrano, José Rondeau, o José de San
Martín, no tienen nada que ver, con los héroes patrios de México. Manuel
Belgrano no murió derrotado, más que por la pobreza en la que incurrió luego de
haber erogado tantos gastos para sus causas militares; José Rondeau desempeño
varios cargos públicos en la Argentina independiente, murió de edad nomás de
hacerse “viejito”; José de San Martín, todavía tuvo tiempo para retirarse de la
milicia y después, irse a viajar a Francia. Los argentinos no saben, el
sentimiento de tristeza que tienen los mexicanos, de saber que sus héroes
patrios como Miguel Hidalgo, José María y Morelos o Vicente Guerrero, hayan
muerto traicionados, sometidos, derrotados en campaña y finalmente fusilados.
Pareciera que la historia de los argentinos se escribió con triunfadores, la de
México, fue con fracasados.
Argentina
como México, también tuvieron problemas con sus vecinos. México los tuvo con
Estados Unidos, al grado que llegó a una guerra con éste; mientras que
Argentina, las tuvo con Brasil, Paraguay, Perú, Bolivia, Inglaterra y hasta con
mercenarios alemanes y españoles. Ambos
países, también tuvieron conflicto con Francia y también en ambos países, se
dieron las constantes pugnas por implementar la forma de gobierno, si era el
federalismo o el centralismo. En el caso Argentino, la pugna federal llego a
tal grado que se detonó la guerra civil contra Buenos Aires, mientras que la
guerra en civil en México, fue contra la Iglesia Católica, posteriormente,
contra Francia quien impuso en México una monarquía sostenida por un ejército
franco-argelino.
Los
argentinos nunca conocieron un gobierno monárquico. Sus derrotas militares con
los brasileños no fueron tan drásticas como las derrotas mexicanas. A lo más,
Argentina perdió el territorio de Uruguay, pero en cambio, México, perdió la
mitad de su territorio nacional ante los Estados Unidos. Argentina, tuvo una
guerra, donde recupero ante Paraguay lo que había perdido ante Brasil; en
cambio, México, no tuvo guerra alguna en el que saliera triunfante. Los anhelos
del general López de Santa Anna de invadir a Cuba, jamás los pudo cumplir
México.
Argentina nunca conoció en el siglo XIX la
trayectoria de un político civil. Sus principales líderes, pertenecieron al
estamento militar. El liderazgo de los políticos argentinos se ganaba en los
campos de batalla; en cambio, el
liderazgo de los políticos mexicanos, era el de los civiles, respaldado éste por
los militares. Situación difícil de construir en países como el nuestro. Donde
la tentación militar termino con la republica civil que estaba construyendo
nuestro país en la época pos juarista. En ese aspecto, Porfirio Díaz, pareciera
más un militar con sangre argentina y Benito Juárez, es lo más próximo que
tienen los mexicanos, a los héroes patrios de los Estados Unidos; concretamente
a su homologo y contemporáneo: Abraham Lincoln.
México
logro construir una república con leyes civiles, dirigida por un militar como
lo fue Porfirio Díaz, el cual, termino siendo derrocado cuando se gestó la
revolución mexicana que demandó inicialmente el sufragio efectivo y la no
reelección. Sin embargo, en Argentina, gobernó el general Julio Argentino Roca
y otros militares, los cuales, nunca fueron derrocados y si en cambio, eran
sucedidos mediante elecciones democráticos.
El
“milagro económico” del México porfirista y el de Argentina de inicios del siglo
XX, lo fueron las políticas de promoción a la inversión privada extranjera y
sometimiento a las exigencias sociales de los obreros y campesinos. El caso Argentino adiciona la inmigración
europea, sobre todo la de italianos que pisaron territorio argentino en
búsqueda de oportunidades y también, sin olvidar las políticas racistas y
genocidas de los gobiernos argentinos respecto a su intención de exterminar a
los pueblos indígenas de Argentina. Porfirio Diaz, claro que también lo hizo en
México con los yaquis de Sonora, pero los militares Argentinos, lo hicieron con
el territorio sur de Argentina, en una visión pionera muy semejante al de los
americanos, con la “conquista del oeste” en sus guerras contra indios apaches.
Argentina
nunca tuvo una revolución social como la que ocurrió en México. Nunca pudo
visualizar un país, sacudido en una guerra civil y popular por ideales de
mejores condiciones de trabajo y reparto agrario de los inmensos latifundios.
Argentina no vivió ese proceso, porque sus gobiernos democráticos del Partido Autonomista
Nacional y la Unión Cívica Radical, fueron coincidentes en su posición
antiobrera y antisindical. La revolución
social de Argentina, llegaría con posterioridad a los golpes de estado
encabezados por los militares y con el restablecimiento de un gobierno militar
más, como el que encabezó el general Juan Domingo Perón, durante los años
cuarenta y cincuenta.
Juan
Domingo Perón es lo que más se le parece a Lázaro Cárdenas en México. Un líder
político militar, antimperialista y simpatizante del movimiento obrero. Es la
Argentina de Perón, cuando se logra el pacto político entre militares y
sindicalistas, cuando se reconoce y se fortalecen las leyes del trabajo, de
seguridad social y la construcción de un movimiento sindicalista fuerte; es
también durante el “peronismo”, cuando se promueven las luchas sociales
feministas, encabezadas por quien fuera la primera esposa del general Perón, la
señora María Eva Duarte de Perón, conocida también como “Evita” o simplemente,
Eva Perón.
Resulta
difícil entender un movimiento peronista en México, por la sencilla razón, de
que en México, tuvo una revolución y conto con líderes políticos que pudieron
edificar un Partido Político de unidad como en su momento lo fue el PRI y una
central obrera poderosa, como lo fue la CTM, liderada por su eterno líder
vitalicio Fidel Velázquez. Cuando Perón lo hizo con el Partido Justicialista y
su central obrera “CGT”, México, estaba en ese aspecto, demasiado avanzado,
diría yo, insuperado.
Resulta
también difícil para México, asimilar un fenómeno social como Eva Perón.
Inadmisible en la cultura machista mexicana, que una primera dama sobresaliera
a la figura del Presidente. Lo más parecido a Eva Perón es Martha Sahagún de
Fox, con la radical diferencia, que la señora “Marthita”, no contaba con la
carisma de Evita, es más caía mal y nadie duda, que le restó el liderazgo que
tenía su esposo, el expresidente Vicente Fox, quien ante los ojos del pueblo
mexicano, se veía como “mandilón”; más aún, si doña Martita o la “Jefa” como le
decían se hubiera muerto, nadie absolutamente nadie, le hubiera llorado; a
diferencia de Evita, que logro aumentar la legitimidad de su marido, que se
convirtió con su imagen y recuerdo nostálgico, en el lado rosa o romántico, del
peronismo.
Eva
Perón es el marco de referencia de su gran imitadora, de quien fuera moralmente
su “suplente”; nada que ver con la primera esposa del general Perón. María
Estela Martínez, conocida, como “Isabelita”. Su ineficiencia en el gobierno, le
valió su desconocimiento y derrocamiento militar.
Sin
embargo, algo deberíamos aprender los mexicanos de los argentinos y eso es, el
liderazgo político de las mujeres. La actual Presidenta de Argentina Cristina
Kirchner, es ejemplo de ellos. Veo difícil en México, que la esposa de un ex
presidente pueda convertirse en Presidente. Y si bien, pudieran existir
actrices y estrellas de la farándula artística como en su momento fueron Eva
Perón y María Estela Martínez puedan ocupar cargos públicos de gran trascendencia
en la conducción nacional, difícilmente, gente como Gabriela Rivero, alias “La
Gaviota”, la esposa del Presidente de México Enrique Peña Nieto, pueda ganarse
la simpatía del pueblo, ni aun, con todo el aparato ideológico televisivo del
emporio telenovelero en México y en el mundo. Por muy pagada que se encuentre.
Pero
en fin, México debería aprender mucho de Argentina.
Perón
es un símbolo de patriotismo y de todas las bondades del discurso social,
radical, revolucionario, laico, reformador y nacionalista que pudo haber tenido
Argentina. México, no pudo existir un Perón, porque para ello tuvo un Benito Juárez,
un Ricardo Flores Magón, un Emiliano Zapata, un Álvaro Obregón, un Lázaro
Cárdenas. No obstante ello, el liderazgo de Juan Domingo Perón, en su forma
“valiente”, “retadora”, “bravucona” de los poderes facticos argentinos,
inclusive del imperialismo americano, eso es algo que nunca ha tenido nuestro
país. Perón, fue antes de Fidel Castro en los años sesentas y mucho antes, del
Comandante Hugo Chávez, en la primera década del siglo XXI; fue sin duda
alguna, uno de los enemigos públicos de
los Estados Unidos. México, ha carecido
de ese tipo de liderazgos, si acaso Pancho Villa, pero nada ver este típico
personaje folclórico mexicano, “roba-vacas” y “secuestra-trenes” a lo que fue
el generalísimo Perón.
Juan
Domingo Perón, desde mi perspectiva de extranjero analizando la historia patria
de Argentina, es la máxima ilusión nacionalista de los argentinos, pero también
su gran decepción. En eso se parece, al general Antonio López de Santa
Anna de ilustre memoria en el pueblo México. Perón se traiciona así mismo y peor aún,
traiciona, a los jóvenes que creyeron en él. Qué bueno que murió Perón. Nada hubiera sido
peor, que el mismísimo Perón, terminara con el peronismo.
Quizás,
aquí viene la parte importante de mi reflexión. En esa década turbulenta de
finales de los sesentas e inicios de los setentas, cuando en México, se pone en
riesgo la legitimidad del PRI y de su máximo líder político, el Presidente de
la República, a consecuencia de los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971;
en el caso argentino, son los jóvenes, los que promueven el regreso de Perón y
se lanzan algunos de ellos, en movimientos subversivos y guerrillero, como lo
fueron los “montoneros”, lo más parecido en México, a los que hoy llaman
“anarketos”.
“Montoneros”
logra aprehender a un expresidente de Argentina y “ajusticiarlo”. Eso nunca ha
ocurrido en México, aún no ha llegado el día en que los “anarketos” secuestren
a Salinas y lo “ejecuten”.
Peor
aún, existen escenas tristes que no tienen comparativo alguno en la historia de
México. Cuando el general Perón, luego de su exilio en Europa, por más de 17
años, regresa Argentina, allá por el año
de 1973 y para ello, se convoca a la población argentina, en un lugar llamado
Ezeiza, a reencontrarse con su viejo líder. La historia de lo ocurrido en ese
lugar se me hace triste, indignante y abominable. Una concentración masiva de
más de dos millones de transeúntes, agredida por francotiradores e infiltrados,
con una cantidad de cientos de muertos desconocida, que hace que el 2 de
octubre de Tlatelolco, sea sólo un juego de niños.
Triste
más aun, fue que el general Perón, no respondió a esos trágicos hechos con
indignación, con molestia, con enfado; sino peor aún, clasificando a muchos de
sus fieles seguidores como “infiltrados”, inclusive hasta de “estúpidos” o
“imbéciles”. Es como si Andrés Manuel López Obrador, ofendiera así a las
juventudes de MORENA. Algo, que por el
bien de sus huestes, no lo desearía.
Pero
en fin, un país construido con militares, acostumbrados a jugar a las
guerritas, no era de extrañarse, que fueran ellos, los que tomaran el control
político del país, en una etapa de la historia de Argentina, al que le llaman
“Proceso de Reorganización Nacional”.
Los militares, se dedicaron a declarar su guerra al “terrorismo” y
desaparecieron a cuanto disidente, comunista, agitador, rebelde pudieran hacerlo.
Un
pueblo argentino, idiotizado también con el mexicano, y no con las telenovelas
sino con el futbol. Solo en Argentina fue posible, que se organizar un mundial
de futbol, al más estilo de las olimpiadas de Berlín 36 de Adolf Hitler o inclusive, del mundial de Futbol de Italia
34 organizado bajo el régimen de Mussolini. El mundial de Argentina de 78, no
solamente es lo que más se le parece, sino un ejemplo más, de cómo las cúpulas
del poder, pueden coaligarse con esa poderosa empresa privada del futbol,
llamada FIFA, para entretener y distraer el pueblo, en sus peores
momentos.
Es
el pueblo de Argentina, que dominado bajo el terror y bajo el falso patriotismo
nacionalista e imperialista, se lanza a una
guerra, con la reivindicación nacionalista, de recuperar los territorios
despojados de las Islas Malvinas. Eso nunca lo ha vivido México. Nunca ha
existido un líder que convoque al pueblo a rebelarnos contra los Estados Unidos
para la recuperación de Texas, mucho menos un Sadam Hussein que invada Kuwait;
el caso de las guerras de las Malvinas, es el capítulo con el cual, la
dictadura militar de Argentina pretende legitimarse para borrar su pasado
brutal y autoritario y con el cual, también, lamentablemente para la clase
política militar de dicho país, es su sepulcro eterno, ante la derrota contundente
de los británicos.
Mucho
deberíamos aprender los mexicanos de los argentinos. Saber por ejemplo, que
fueron ellos los que innovaron esa modalidad de desaparecer a los adversarios
políticos, a los enemigos o terroristas del Estado. Genocidas como Hitler los
mataba y los quemaba, Stalin los mandaba a las granjas, pero en el caso de los
militares Argentinos, los sedaban y los aventaban al mar, para que no
estuvieran ni “muertos”, ni “vivos”, sino simplemente “desaparecidos”; eso es
una situación jurídica novedosa que les garantizaba a los militares, su total
impunidad.
Pero
en fin, México había tenido pasajes de autoritarismo, como los que encabezaron
Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, civiles, no militares; cuyos muertos y
desaparecidos, son apenas un poquito más del medio millar, nada comparable a
los diez mil desaparecidos que se dieron en Argentina.
Claro
que habrá mucho que aprenderle a los argentinos, aprender en ellos, que sus gobernantes
tuvieron la voluntad política de juzgar a esa clase política militar, que
cometieron crímenes de lesa humanidad. Algo que en México, jamás hemos visto. Ningún
presidente de México, ha sido juzgado, por sus crímenes en el amparo del poder,
ni mucho menos por sus actos de corrupción, el único que fue juzgado, fue el
Presiente Luis Echeverría y su juicio, fue tan secreto y discreto, que nadie,
pocos diría yo, se percataron de ello. La lucha electoral del 2006, opaco lo
que debió de haber sido el juicio histórico más importante en la historia de
México. ¡Pero en fin¡. En México, la
Televisión y un futbol mediocre, basta para distraer al pueblo. Más aun, cuando
el América es el campeón.
Si
México se “argentinizará”, sería solamente para aprender de ellos, lo que mejor
tienen. Sin duda alguna, un espíritu triunfador. Momentos de gloria y de
patriotismo. Liderazgos femeniles, una lucha inquebrantable por la defensa de los
derechos humanos y el combate a la impunidad.
Eso deberíamos
aprender a los argentinos. Saber que las juventudes radicales, pueden ser en
cualquier momento traicionadas por sus líderes y aplastadas salvajemente por
sus enemigos.
Saber,
que Argentina, como México, diario construyen una forma de gobierno, que aspira
a construir pueblos felices, sin problemas, con un porvenir exitoso.
Así
es la historia de Argentina, más aun, cuando en el Vaticano, cuenta con uno de
sus máximos representantes. Tan cercano de dios, como el mismísimo Diego
Armando Maradona.
Y
todo esto ocurre, cuando los peritos argentinos identifican lo que al parecer
son los restos humanos, de otros “desaparecidos”, que no de sus queridos compatriotas,
sino para vergüenza nuestra, de nuestros paisanos, los mexicanos.