CARTA PROSELITISTA ELECTORAL A LOS QUE FUERON MIS ALUMNOS Y COMPAÑEROS DE TRABAJO




Ser profesor, es un modo honesto, más que de vivir, de sobrevivir.  Los profesores, no viven del salario, sino más bien, del espíritu de sus alumnos.  Por eso he tenido la dicha de ser y haber sido un modesto profesor universitario y de vivir, del alma, de las buenas vibras, de las experiencias y éxitos, de quienes alguna vez fueron mis alumnos.

Alguna vez fui alumno también. Lo fui en una aula universitaria, allá en el CCH Naucalpan y después, en el CCH Azcapotzalco;  lo fui, en los edificios de la entonces ENEP Aragón, lo fui entre tantos compañeros de clase, en una época, como la de hoy, en crisis y de falta de esperanza hacia el futuro.

¡Claro que es difícil estudiar¡, cuando se tienen muchas necesidades. La escuela pareciera una inversión riesgosa, insegura, sin porvenir alguna; es más seguro que conseguir un empleo mal pagado en el momento actual, que esperarse cuatro o cinco años, y obtener de igual forma, otro empleo mal pagado o lo que es peor, con el riesgo, de morir en cualquier parte.



Pero no quisiera escribir esta vez, para transmitir este mensaje.  Esta carta la escribo a los que son o fueron mis alumnos y dejarles esta lección de vida, de lucha y sobrevivencia.

El alumno ceceachero que alguna vez fui, creyó que vivir, era una responsabilidad. Que la vida, tenía significado precisamente para luchar y transformar, las injustas condiciones de desigualdad que en aquel entonces, se vivía (y peor, se sigue viviendo), en mi país.

Como la gran inmensa mayoría de los alumnos de este país, también carecí de muchos recursos, desde dinero para mi pasaje, hasta de una computadora, ya ni siquiera para conectarme al internet, sino para escribir.  Carecí de libros y también, hasta de buenos maestros y lamentablemente, también carecí de buenos líderes.

Convertirnos en una República de cínicos y de absurdos es lo peor que nos pudiera pasar. La vida profesional fuera de las aulas universitarias, no es el “mundo de la práctica”, como muchos desatinadamente dicen; es el mundo de la falta de valores, de principios, de una profunda injusticia e ignorancia. Es el mundo, donde las personas son tratadas como las cosas y donde la gente que según “sabe” y conoce la “práctica”, actúan con arrogancia, con falta de sensibilidad y prepotencia.

Aprendí a lo largo de mis años en el servicio público, a conocer profesionistas mediocres y funcionarios, también igual de mediocres y en otros casos, salvo honrosas excepciones, funcionarios cínicos y corruptos. Aprendí también, justo es reconocerlo, a tratar con ciudadanos con una mentalidad mágica, frustrada, resentida, a causa todo ello, de un gobierno insensible, nefasto e incompetente.

Ser docente y después ser político, es algo que pudiera reprocharse. Quizás la concepción que se ha creado del maestro es la de ser un mártir que acepte el postulado de la docencia y con ello, el desprecio del Estado y de la sociedad.  También ser político y docente, son dos cuestiones que deben tratarse separadamente, de tal forma, que el “académico”, jamás debe involucrarse en asuntos “vánales” y temporales como lo es la política. Su esencia, sostienen muchos, debe permanecer pura e inmaculada, para que el “mundo de los políticos”, no lo ensucie o lo desprestigie.










Sin embargo, no siempre es así. No todos podemos pensar como aquel genio que fue Max Weber, que se abstuvo de participar en cuestiones políticas; o Norberto Bobbio que su pasado fascista demeritaba su genialidad.  Cada persona proveniente de la academia, es libre o no de participar en cuestiones políticas, sus aciertos o errores, son propios precisamente, de la diversidad de personas y de contextos temporales que les toca cada uno vivir.

Se me viene a la mente José Vasconcelos, hombre de vicios y virtudes, en su vida pública y privada; pero que alguna vez, fue el joven abogado que le tocara vivir el fraude electoral de 1910, después la revolución y posteriormente, por azares del destino, encabezara la Secretaria de Educación Pública y por consiguiente, la dirección de la Universidad Nacional.  Hombre que sintió la vocación y responsabilidad de ejercer sus derechos políticos en 1929 al competir en una elección presidencial fraudulenta, habiéndose enfrentando con lo que vendría a ser en las décadas siguientes, la poderosa maquinaria electoral priísta.

En las aulas universitarias, cuantas veces no nos quejamos del gobierno, cuantas veces no reprochamos a los diputados que tenemos; cuantas veces, no hacemos las críticas más despiadadas a las leyes absurdas, incompletas e incongruentes; cuantas veces, no demeritamos al presidente, a los ministros de la corte, cuantas veces, no hemos hecho críticas a un gobierno, que sentimos nefasto e incompetente.

¿Y que hacemos?. Hacernos críticos o criticones. Tratar de componer el mundo en una charla de café, o bien, salirse a la calle, a enfrentarse con esa realidad.



Cuantas veces no trabaje en un escritorio burocrático, componiendo los errores de la clase política gubernamental, aquella que también robaba, pero cuyo discurso de sus principales líderes políticos, era la de ser honestos y valientes.

Cuantas veces no apoye a esos líderes, con mi bolsillo, como si ser burócrata era una honrosa distinción, que me obligaba moral y políticamente, emprender la lucha electoral en la contienda electoral del 2006 y 2012.



Decidí participar políticamente, porque pienso que es lo mínimo que debo hacer por mi conciencia ética y cívica, por mi país, mi comunidad, mi familia y por los que fueron mis alumnos.

¿Por qué en un “partido chico”?. Porque en un partido como el Humanista.




¡Los partidos políticos van y vienen, las ideas no¡. Participo en un partido político, al que sostengo no es “chico”, aunque algunos de sus dirigentes nacionales parecieran serlo;  sin embargo, reitero mil veces que no hay “ciudadanos chicos”, ni “ideas chicas”. Participo políticamente porque es un derecho humano hacerlo y con ello, me enfrento en la organización y construcción del partido, con los mismos problemas que existe en el país; como son los pocos y la mala distribución de los recursos, el desconocimiento de muchos temas, buenas intenciones, falta de método en transformar las cosas y desde luego, las tentaciones de la vanidad y la corrupción.  

Ninguna organización humana es perfecta. Eso no es justificante de que “todos los partidos sean lo mismo”. Simplemente es una ley humana social. La red compleja de personas, hace que todos tengan interés y existan grupos que defiendan o traten de preservar sus intereses. Existe política dentro y fuera del partido;  y existe política también, dentro y fuera de nuestra vida privada, la familia; o dentro de nuestra vida social, la escuela o el trabajo.

La política es algo que se da naturalmente en quienes estudiamos derecho. Los que viven en el litigio, viven en carne propia el conflicto y saben, que ante el problema, debe buscarse una solución, la cual puede ser a largo plazo, o bien, a corto y mediano plazo, siempre y cuando, exista la voluntad de las partes en solucionar el conflicto. Es decir, en buscar la conciliación.

Eso es la política. ¡Resolver conflictos¡. Pero no los problemas individuales, sino los problema colectivos. La política es la vocación redentora de salir a la calle, a la asamblea, a las calles, a las casas, a buscar todas las formas posibles  que existen, para solucionar el conflicto.

¡Así pues¡. El mundo es un conflicto permanente. Y la forma de enfrentarlo, es buscar la solución del mismo.

¡Acúsenme de ser Quijote y salir con mi armadura a pelear contra los molinos del viento¡.

Pero es que realmente, no acepto la resignación y que el conflicto sea algo natural. No acepto de ningún modo, que los vicios triunfen sobre las virtudes, no acepto, ni aceptare jamás, que el cinismo, la corrupción, la opulencia y la pobreza, pueda existir y seguir existiendo. Peor aún, no acepto ni aceptare jamas, que estos puedan triunfar, sobre los principios de la justicia, la libertad, la igualdad y la búsqueda de la felicidad a la que tenemos cada uno de nosotros.

Participo en un “partido chico”, porque es momento de romper con los monopolios que también existen en la política.  Un tripartidismo que no es más que la cuarta fase del monopolio político partidista con el que Vasconcelos se enfrentó en 1929, eso es lo que enfrentamos; y también, hay que reconocerlo, peleo con el surgimiento de un nuevo partido, que nació desde sus pequeñas posiciones gubernamentales.  (Por reglas de cortesía, no me atrevo a decir el nombre de MORENA).

“¡Muchos partidos dividen al pueblo¡”. – Eso escucho -  ¡Falso¡, ¡falso¡ …¡falso de toda falsedad¡.  Quien dice que el pueblo se divide, piensa que el pueblo es uno o debería ser uno, desconociendo su gran riqueza es la variedad. No todos son iguales, ni debemos caer en la falacia de generalizar las cosas. Cada problema cada región, cada persona y cada político, es diferente.  

Creo en el multipartidismo y en el derecho y la libertad que tienen las personas de competir en igualdad de condiciones con sus adversarios.  Creo en proyectos políticos recientes, porque el monopolio partidista que nos ha gobernado en los últimos veinte años, deje de creer en ellos. Ni tampoco puedo creer en las personas con las que alguna vez me mandaron, trabaje y escuche de sus bocas, lo mismo que desde mi escritorio burocrático, no pude cumplir. 

"Los partidos chicos son empresas familiares", no lo dudo, la falta de participación de los ciudadanos, hace posible este fenómeno, que los "pocos", se hagan "muchos", no porque llamen a los ciudadanos a participar, sino porque son los familiares, los que entran a "reforzar" el partido. La manera de evitar este triste fenómeno, es que no permitamos que una entidad de interés público como es un partido político ,se convierta en una empresa familiar, subsidiada por el Estado. 

"Muchos partidos, es gastar dinero del erario público". Esa es la cantaleta que inventaron los medios de comunicación para desprestigiar el surgimiento de nuevos partidos políticos; aquellos medios masivos que dan los espacios en sus noticieros, a la clase política gubernamental que hay que desplazar. 

Quiero decirles que se gasta dinero en la democracia, como igualmente se hace, en la seguridad social, en la educación, la obra pública, la procuración e impartición de justicia.  ¡Gastar en democracia, no es malo¡. Solamente los dictadores, son los que se oponen a ello. Gastar el dinero público no es malo, para eso es, para el público, el pueblo, la gente o como quieren llamarle. Como tampoco es malo gastar en los adultos mayores, en los niños y niñas, en los estudiantes. Solamente la soberbia de los que tienen el control de los medios masivos de comunicación, se atreven a sostener y a repetir más de mil veces, este mito; idea falsa que se propaga y se repite cientos de miles de veces, para sostener la oligarquia que nos gobierna.

"Los políticos se roban el dinero". Claro, pero quiero aclarar lo siguiente. No son los políticos los que se roban el dinero, son los ladrones, ese es el termino correcto y la forma de evitarlo, es precisamente, participando en política.  

Es por todo ello, que hago la presente invitación:

Invito a los que fueron mis compañeros en la oficina, a los que fueron mis alumnos, a mis familiares, a que voten por la opción política con la que me encuentro participando.  ¡Les pido que no desperdicien su voto votando por la misma clase política que los manda, los engaña, les miente, les roba, les traiciona¡.













¡No soy candidato¡. Cosa curiosa, no soy candidato y participo en la política; y pido además, que voten por personas que no conocen, como a mí me que si me conocen.

Quiero responder que no soy candidato, porque eso hubiera significado limitar mis ideas, a un espacio y tiempo determinado.  Pido perdón a mis vecinos y a mis compañeros de gremio por no trabajar para ellos. Lo que pasa, es que la batalla que libro, es grande, que  en esta guerra, me siento mejor colocado en la posición en la que me encuentro.

Prefiero estar en muchas campañas, con muchos candidatos y si la vida me concediera gracia, quisiera estar en muchas partes, en muchos gobiernos, inclusive, en muchos partidos.

Quisiera seguir aprendiendo de la praxis de la política, de las lecciones de vida que me han dejado muchos candidatos; hombres y mujeres que buscan un mejor destino para sus pueblos, sus rancherías, sus vecinos.  ¡Hay más gente buena que mala¡. En México, sigue existiendo la honradez, la lealtad, el compromiso, la esperanza.

Quisiera seguir conociendo los hombres y mujeres que he conocido en estos últimos meses. Mexicanos de ideas diversas, pero mexicanos de sangre, de cuerpo y alma,  de ideales puros en la construcción, de eso, que pocos entienden, pero que es y se llama democracia.

Quiero decirles que en México, existen personas trabajadoras que piensan de distinta forma. Madres que trabajan y hasta tienen que abandonar a sus hijos, para buscar trabajo y mantenerlos. 

Quiero decirles que en México, si existen seres humanos que se regeneran, se readaptan, que renuncian a su vicios, dispuestos a ser mejores padres, esposos, hijos, vecinos, mejores personas.

Quiero decirles que en México, existen muchos jóvenes que estudian todos los días, no para tener futuro, sino para construirse un futuro.

Quiero decirles que en México, hay muchos campesinos, personas de comunidades indígenas, adultos mayores, discapacitados; personas "gueras", "morenas", católicos, creyentes, cristianos; personas de preferencias sexuales diversas, personas como tu y como yo.  ¡personas de pie que nos trasladamos diariamente en el camión, en el metro, que nos atoramos en el tráfico y en la desesperación de esta ciudad.

La lucha es intensa, más lo es, cuando en este ejército, no se cuenta con el suficiente parque de conocimientos, de recursos, de lonas, mantas, volantes, se spots de radio y televisión; cuanto uno se convierte en objeto del espionaje político y de la delincuencia organizada; y también desde luego, víctima de la traición de muchos compañeros de causa.

La lucha es casa por casa, calle por calle, familia por familia, persona por persona. La lucha es con nosotros mismos. Ser diferentes, rehacernos y reinventarnos. Comprometernos que el cambio, no es de gobierno, es con uno mismo.

Por eso la lucha, no debe fomentar ningún odio. En esta patria, todos somos hermanos, no hay "malos", ni "buenos", hay personas que han traicionado gravemente la confianza, pero eso no da motivo que en nuestros corazones, se albergue el germen del odio y la venganza.  La justicia es sabia y equitativa, jamas vengativa. Necesitamos, un país donde impere lo primero, no lo segundo. 

La lucha no ha terminado, ni terminara el día de las votaciones, cuando el Partido al que pertenezco y defiendo, se enfrente a su principal reto, que es conservar el registro. Un reto que fue impuesto, por los monopolios políticos que están en contra de la representación y el surgimiento de nuevos liderazgos políticos.


Quiero decirles a mis compañeros de partido, que me quedo con Ustedes en estos días y meses intensos, de trabajo, estrés, de angustia y ansiedad.

Quiero decirles a todos mis compañeros dentro  y fuera del partido; dentro y fuera de la Universidad; dentro y fuera de mi comunidad; que me quedo con lo mejor de ustedes, que pase lo que pase el 7 de junio.

Yo Jorge Luis Esquivel Zubiri.

¡Seré Humanista por siempre¡.  

  



































































































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