LA HISTORIA DEL CHAPO (Segunda parte)


Nunca pensó en ser famoso. Que su cabeza valiera siete millones de dólares o treinta millones de pesos, menos aún, convertirse en el criminal numero uno de todo el planeta. Aun recuerda hace más de veinticinco años cuando no era famoso, cuando tenía cuatro mujeres y más de veinte amantes, cuando su trabajo era sobornar a los militares de la zona militar de Nayarit, para esperar con calma, el aterrizaje de aquellos aviones provenientes de Colombia, con cargamento de droga, mucha droga, para poderla introducir en sus túneles en la línea fronteriza de California y Arizona. Meter y seguir metiendo droga, enlatada de chiles jalapeños y poder incrementar una gran fortuna, de la que no daba ningún quinto, a sus amigos, los hermanos Arellano Félix.
Ese era Joaquín Guzmán Loera, el narcotraficante anónimo que levantaba a campesinos para darles empleo de agricultores, sicarios, transportistas, narcomenudistas y en el peor de los casos, de albañiles para que pudieran construir en la frontera sus túneles secretos; hombre inteligente y despiadado que al igual que los hermanos Arellano Félix, no se frenaba en matar a quien tuviera que matar.
Por eso los hermanos Arellano Félix fraguaron el plan para atacar al Chapo y acabarlo de una vez por todas; habían contratado a unos pandilleros de San Diego, para que estos atraparan a los lugartenientes del Chapo y pudieran sacarles la información respecto al último túnel que construía su “ex amigo”.  Posteriormente, dieron con la familia del “Güero” Palma, su esposa e hijos, a quienes torturaron y después asesinaron y decapitaron; imbatibles y más sanguinarios, los terribles hermanos Arellanos Félix “rompieron” el pacto de no respetar a las familias de sus antiguos aliados o adversarios; también instalaron una bomba a fuera de la casa del Chapo, pero éste no estaba, la suerte le sonrió.
¡El Chapo contraatacó¡. Con quince de sus mejores pistoleros, los disfrazó de policías e hizo seguir a los hermanos Arellano Felix, Francisco y Ramón, hasta Puerto Vallarta, en una discoteca, donde despiadadamente dispararon a la concurrencia, con la esperanza de que en la balacera murieran éstos; pero el plan fallo, hubo muertos y los hermanos Arellano Félix sobrevivieron al ataque, ahora estaban más que dispuestos, para acabar con el “Chapo” Guzmán.
Una cuadrilla de sicarios poderosamente armados con metralletas AK-47, se dispusieron a localizar el Chapo, quien se encontraba escondido en Guadalajara; ahí tuvieron toda la paciencia del mundo para buscarlo, cuando lo hallaron, lo encontraron en el aeropuerto de Guadalajara, circulando en un automóvil gran marquiz, color blanco, al que dispararon despiadadamente, pero grata sorpresa tuvieron los sicarios que cuando se acercaron al automóvil, vieron a un sacerdote con toda y sotana; era el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

El “Chapo” quien se encontraba cerca del lugar en un automóvil verde, se escondió y logro huir, para esconderse en una casa de seguridad, después viajaría a la Ciudad de México, donde se enteró que ya era un personaje conocido y que el gobierno federal ofrecía un millón de dólares por su cabeza, algo inusitado en la historia del narcotráfico en México, nunca antes había existido una persecución tal como la que estaba enfrentando el “Chapo”, mucho menos una recompensa al estilo “americano”, no era su culpa, que un cardenal hubiera muerto por él, tampoco lo era, todo la manipulación que hacían los medios de comunicación, sobre una historia que no era la verdadera. Después de todo, la muerte del Cardenal Posadas encierra una serie de sospechas politicas y “coincidencias”, que lo mejor de todo, era que nunca se supiera la verdad. El “Chapo”  
Huyo el Chapo a Guatemala, donde un Teniente Coronel del ejército Guatemalteco lo esperaba para esconderlo; ahí escondido, se enteró por radio y televisión, sobre la posición enérgica del gobierno presidido por Carlos Salinas de Gortari, para acabarlo. Mientras tanto, el general Jorge Carrillo Olea solicito al Secretario de la Defensa Nacional Antonio Riviello Bazán, autorización para disponer de un avión 727 y un pelotón de fusileros, en la base militar de Tapachula Chiapas, quienes cruzaron la frontera con Guatemala, donde se contactaron con el Teniente Coronel guatemalteco, quien previa compensación, les entregó en una camioneta pick up, amarrado de piez y brazos, a quien en ese momento, era un "narcotraficantillo" de tantos, pero de una fama inesperada todavía desconocida: Joaquin “el Chapo” Guzman.
¡Alguien había traicionado al Chapo¡.  Quizás, el narcotraficante mas poderosos del país, Amado Carrillo Fuentes, “El Señor los Cielos”.
Amado Carrillo Fuentes "El Señor de los Cielos".
“Mi nombre es Joaquín Guzmán Loera, tengo 36 años y me dicen El Chapo …soy casado, estudie hasta el tercer año de primaria, soy originario de Culiacán, Sinaloa, soy mexicano y me dedico a la agricultura y el comercio”. Esa fue la declaración que vertiera aquel desconocido narcotraficante. “”Toda mi vida me he dedicado a la agricultura. Desde que nací he vivido en Culiacán, Sinaloa y hasta 1984 me fui a vivir a Guadalajara. Ahí viví hasta 1992, hasta que me regresé a vivir a Culiacán porque me quiso matar una familia de apellido Arellano Félix”. Declaración fácil, digerible, más aun cuando manifestó: “Todo lo que declaré sobre la balacera en el aeropuerto fue igualito como lo presentaron en televisión cuando lo explicó la PGR”. El Chapo firmó su declaración y se desistió de denunciar, quienes eran sus verdaderos jefes, Amado Carrillo “El Señor de los Cielos”, así como el nombre de los policías y de los militares que lo protegían, inclusive, hasta las personas que protegían a su jefe, el mismísimo …
Era preferible quedarse callado y salir fotografiado como el responsable del asesinato del cardenal Jesús Posadas Ocampo. Posteriormente fue internado en el Penal de Máxima Seguridad Almoloya de Juarez, donde enfrentaría los cargos que el Estado mexicano le haría; ahí entre las celdas de prisión, conocería después a Mario Aburto Martínez, el asesino material del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y posteriormente, a Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex Presidente de la Republica.
Raúl Salinas de Gortari

El “Chapo” Guzmán fue cambiado de penal, a Puente grande Jalisco Guadalajara, donde seguiría enfrentando los procesos penales en su contra, inclusive, los procesos de extradición que el gobierno de los Estados Unidos de América, tramitaba.
En la prisión conoció quien era sus amigos. Juan José Esparragosa Moreno alias “El Azul”, así como Ismael “El Mayo” Zambada, quienes continuarían con el negocio, con gente leal como los hermanos Beltran Leyva; por otra parte “El Señor de los Cielos” su antiguo patrón y seguramente quien lo había traicionado, había muerto en una operación en su intento de cambiarse el rostro; Juan García Abregó, el narcotraficante tamaulipeco había sido expulsado del país, fuera de eso, el negocio continuaría con algunos de sus hombres leales que le seguían trabajando. También conocería a una guapa cocinera con quien  emparentaría, ahí en su habitación, su lecho de amor; también formó un equipo de beisbol y a sus integrantes, les llamo “los bateadores”, jugadores dispuestos a “batear” a quien instruyera su jefe. Los días pasaron y el personal de la prisión se volvió amigo del Chapo, quien para ese entonces, ordenaba a los cocineros sobre el “menú” del día, o bien, recibiría terapia psicológica para modificar su trastorno de personalidad antisocial. Los días pasaban y los sobornos también, la fortuna del Chapo crecía y los hermanos Arellano Félix, seguían libres por toda Tijuana, como si todavía recibieran la protección de “alguien” poderoso. Como si el escándalo de la muerte del Cardenal, se hubiera olvidado.

Las elecciones del año 2000 fueron provechosas para el Chapo Guzmán, enterado de lo que ocurría en su latop, con los servicios de internet y telefonía celular que gozaba en su celda y que no existía dicha tecnología en su captura, se enteró de lo que llamaban la “transición” del gobierno mexicano. Supo entonces, que el PRI el poderoso partido político que gobernó el país había sido derrotado tras setenta años en el poder y que ahora, llegaría un nuevo Presidente, proveniente de otro partido politico.

Posiblemente la DEA haya negociado con él, gozaría de la libertad a cambio de que entregara a los hermanos Arellano Félix, solamente él, podía encontrarlos. La enemistad continuaba y paradójicamente, el único lugar seguro que tenía Chapo para protegerse de ellos, era precisamente la prisión, de la que él, era practicamente el dueño.
Seguramente, lo pensó muchas veces, tuvo que hacerse amigo de custodios, abogados y hasta de funcionarios públicos; tuvo que incrementar su red de amigos, para que todos lo ayudaran; era sólo cuestión de tiempo, el nuevo gobierno de extracción panista llegaría. La fuga costaría 2.5 millones de dólares, sobornar a docenas de custodios; le prometieron que le darían veinticuatro horas para salir del Estado y ganar suficientemente tiempo, para la embestida militar que lo perseguiría.
El día llegó y el “Chapo” Guzmán se fugó de la cárcel.
¡Hay chapo¡ …. ¡Huye, porque te quieren agarrar¡.


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