CARTA A MI AMIGO VICTOR NEPOMUCENO MARTINEZ
¡Supe que ayer
partiste¡ … No volví a verte después de veinte años, no sabía que tocabas la
guitarra eléctrica, que te dedicaste a las letras hispanas, que tus libros de
cabecera eran Julio Cortázar, Jorge Luis Borgues y Sor Juana Inés de la Cruz,
entre otros más; hasta apenas me entere que eras corrector de estilo del diario
“El Universal”; también me entere que te casaste y te convertiste en jefe de
familia y que ahora tienes un hijo, que se parece mucho a ti: Ulises.
No pude conocerte en estos últimos años. ¡Lamento en
serio haberme perdido muy buenos momentos¡ Espero también que me disculpes por
mis errores de sintaxis y gramaticales, sabes perfectamente que nuestra amistad,
constantemente discutíamos, por asuntos quizás muy vánales, pero que para
nosotros, eran realmente fundamentales. Así era nuestra amistad. Realmente, sabes que más
que mi amigo, te considere mi hermano.
Nunca supe porque en la secundaria, te decían “El sope”;
te recuerdo eso sí, muy introvertido, no tenias muchos amigos; los compañeros
de la secundaría decían que eras mi hermano, por eso te decían a ti “Zubiri” y
a mi “Montaño”. También me platicaban que un día entraste a los andenes del metro
San Cosme y que alguien te dio su “zape”, por el cual, tus anteojos se cayeron
a las vías del metro. ¡En verdad, se reían por platicarme esa anécdota¡. Nunca
supe si fue cierta, porque eras muy serio, reservado, realmente eras un
observador.
En el taller de artes plásticas, nos la pasábamos platicando,
aunque el maestro nos callara, porque al parecer, yo era muy escandaloso y tú
solamente te reías, intensificando mi locura. No solamente dibujábamos, pensábamos
totalmente diferentes de lo que pensaban nuestros compañeros; no nos interesaba
o mejor dicho no nos apasionaba el futbol, preferíamos ver a DeporTV con José Ramón
Fernández e indignarnos, por los casos de corrupción que tanto Televisa, como
la Federación Mexicana de Futbol, hicieron con el asunto de “los cachirules”.
La razón por la cual, México no iría al mundial de Italia 90. Estábamos también en contra de la “liguilla”;
te juro que no lo entendía eso de los puntos y de los cuartos de final, pero recuerdo
bien, que un día me la explicaste. Entonces, por ser rebelde ante la vida, tú
le llevabas a las Chivas por tu sentimiento “anti americanista” y yo en cambio,
le iba al Tampico Madero, nomás por mamón.
Nuestra primera revista fue “Pies Planos”. Nos inspiramos en una sección cómica de la Revista Contenido, publicada allá por los de 1963 a 1965. Nos gustaba tanto la sección, que por eso, buscábamos las fotografías mas chuscas de los periódicos, para insertarle globitos con leyendas cómicas; no existía el fotoshop, ni tampoco ninguna de las tecnologías que hoy se usan, pero en ese entonces, vivimos la campaña electoral de 1988. Confiesa, eras un priísta de closet y jurabas y perjurabas, que el candidato priísta sería Manuel Bartlett Díaz y yo te decía que sería Carlos Salinas de Gortari; al final, yo gane la apuesta y Cuauhtémoc Cárdenas le harían fraude electoral. Mientras tanto, Pies Planos, fue una “revista cultural”, que circulaba a través de un cuaderno, con fotografías de recortes de periódicos en el que insertabas frases cómicas; la popularidad de nuestra revista clandestina, superaba a los “chismografos”, no sé en verdad, de donde sacabas tantas cosas para inventar frases y guiones, cuando lo único que hacía era darte los recortes.
Contigo aprendí política, desde muy joven trabajabas en
la Representación del Gobierno de Veracruz en la Ciudad de México, ayudándole a
tu papa. Tu trabajo consistía en “hacer la síntesis”. Leías las noticias, las
recortabas y después las fotocopiabas para armas varios juegos y repartirlos a
distintas oficinas gubernamentales. ¡Así de sencillo y así de complejo¡. Leíste
desde muy joven, que por ti, supe que existía Luis Spota o Bruno Traven; me
platicabas de Octavio Paz y Carlos Fuentes y también de las novelas de Vargas Llosa,
mientras a mí sólo me interesaba ver las noticias de “Eco”; ver como Alan García
y Vargas Llosa perdía la presidencia de Perú, ante el desconocido Alberto Fujimori,
o como Pinochet perdía el plebiscito. Sabes también que fui admirador del
comandante Fidel Castro y que no se por qué motivo, era sandinista. Había cosas
que no entendía, decías que mi abuelito era la Ayatola Jomeini y también, me
hacías burla, de cómo iban a izar la bandera, más allá del asta, el día que yo
me muriera a causa de cuatro balazos en un atentado que me iban hacer en el zócalo
capitalino. Historias que solamente tu inventabas.
¡Creo que tu también eras muy mamón¡. Pero eso solamente
lo sabíamos tus amigos; porque ante los demás, eras muy serio, muy estudioso,
un “niño inteligente”. Pronto me llevaste a conocer a tu familia y ahí fue, donde
tus papas me recibieron con los brazos abiertos, donde supe y entendí, el valor
de la familia, de los hermanos, de los primos, de los amigos; de irte a las canchas
del deportivo Tlatilco, para jugar una cascarita y hasta ser testigo, de cómo participaban
en la obra teatral “Los tenis rojos”.
Recuerdas cuando fuimos a la Plaza de Toros a escuchar un
concierto de Luis Cobos. No sabía que la música te gustara tanto. Recuerdas
también, cuando recorríamos el sur de la Ciudad, repartiendo las canastas
navideñas, a las casas de los políticos, periodistas, diplomáticos y demás
gente del medio. Contigo aprendí a tener un contacto con la vida real, con “los
de arriba”. Me asimile “pueblo”, opte por cambiar de religión, dejé de ser
cristiano y me convertí desde los 13 años en comunista; me compartiste desde
esa edad, el Manifiesto del Partido Comunista por editorial Progreso, de Moscú.
Terminamos la Secundaria e ingresaste al CCH
Azcapotzalco, yo tarde un año para alcanzarte; pero nuestra amistad nunca se
rompió. En ese lapso, en que estuvimos separados, formamos un equipo de futbol,
era el Inter 26, en el, jugaban “El Chapulín”, Edder”, “Cobos”, y obviamente,
el portero Zubiri. Recuerdas nuestra pasión futbolera, de irnos al estadio
azulgrana, de ver jugar como el Nacional de Medellín y su estrella René Higuita,
le ganaban 4 a 1 a los pumas de la UNAM, ¿Te acuerdas?. En esos días, tú me animaste para que
ingresara a la Universidad, en verdad, no solamente me inspiraste, sino también
me motivaste. Nunca seré desagradecido, por que el día en que aplique mi examen
de conocimientos para ingresar a la UNAM, ahí estabas tú esperándome en la
calle, como si fueras mi papa, pero realmente, no lo eras, tampoco eras mi
amigo, eras más que eso, eras mi hermano.
Quede en la Universidad y el destino nos unió nuevamente
en el CCH Azcapotzalco, para ser cómplice otra vez de tus fechorías. Tú fuiste
el autor intelectual de entrar al concurso de la “Feria del Que Hacer universitario”,
al que tu le llamabas, “ La feria del hogar”; tú fuiste el de la ocurrencia, de
formar un grupo teatral, para despertar conciencias. No éramos actores, pero eso
sí, teníamos dos cosas, éramos muy mamones y teníamos unas ganas intensas de revolucionar
el mundo.
Entonces, tu espacio era tu recamara, tu modular con
varios cassets donde grababas tu música y hasta donde según “editabas” la música
que escuchabas; ahí estaban también tus libros, los devorabas, leías y seguías leyendo,
luego escribías a mano y hasta encuadernabas tus cuentos, a los que me compartías
para que yo los leyera; después de discutir pendejada y media, veíamos con Vladimir e Iván un capitulo de los
Simpson. Era divertido. Jugar basquetbol, hablar de política, estudiar en el
CCH y seguir teniendo ideas para revolucionar el mundo.
Entregabas los guiones para que los aprendiéramos de
memoria y pudiéramos hacer las obras teatrales que el TRD iba a presentar en
cada uno de los CCH’s. ¿Te acuerdas?. Se sumaría Rodrigo Pérez “El Chaqueto” o “Chaketman”
y Eduardo Mayo “Mayabas”, después entraría Noé y su novia Esperanza; luego tuve
la ocurrencia de hacer “Rojo Amanecer” y entonces sin darnos cuenta,
conformamos una gran compañía teatral “independiente”, con la cual, iríamos de
gira a al Instituto Politécnico Nacional y donde después supe, llegaste a realizar las
25 representaciones, ganando el “Festival de Teatro Universitario”.
Era tu amigo. ¡Pero nunca me lo dijiste¡. El mejor consejo
que me diste, fue recomendándome una canción de Joaquín Sabina y el mejor
momento de la noche, era cantar una melodía del TRI, al lado de tu hermano
Vladimir. ¡Qué chido desmadre¡. No tomábamos, no fumábamos, no nos drogábamos; simplemente
ejercíamos nuestra libertad de criticar y despertar conciencias; eso hacías cuando
te subías al escenario e improvisabas el monologo con el cual, criticabas al
gobierno “modernizador” de Carlos Salinas de Gortari, hasta los grupos
radicales del “CEU”, que ejercían modos stalinistas y borrachiles de activismo
estudiantil. Sino acuérdate del “Pelón grifo” y la “ojos de gato”.
Nos opusimos al aumento de las cuotas que el Rector
Sarukhan Kermes quiso imponer. Marchamos del Parque de los Venados a Ciudad
Universitaria y Jacobo Zabludovsky nos decía en su noticiero, “pseudoestudiantes”;
éramos contestatarios y también, disidentes de los disidentes; éramos muy
mamones, pero muy libres para criticar, objetar cuestionar; trabajamos intensamente,
porque eso era el TRD, el nombre de nuestra agrupación, de nuestro movimiento,
de nuestro activismo de hacer posible nuestras dos pasiones, tú te desarrollarte
como escritor, haciendo tus historias reales y yo, despertando conciencias de
quienes eran nuestros espectadores, sin darme cuenta, fuiste mi maestro, haciéndome
maestro y quizás, yo era tu instrumento, de tu mente introvertida de crear tus
propios cuentos.
La vida nos separo, porque el ciclo de nuestra relación tenía
que concluirse. Tu y yo sabemos las razones, aunque en su momento, no lo
entendimos, pero eso suele suceder con los grandes dúos, ocurrió con Regulo y
Madaleno, con Eduardo Manzano y Enrique Cuenca, con Chucho Salinas y Héctor
Lechuga; le paso a Viruta y Capulina y hasta al propio Chespirito con Kiko;
ocurre en todas las agrupaciones que recordemos, ocurrió inclusive en grupos
musicales, con los ídolos de Mayo y de Gustavo, el cuarteto de Liverpool: los Beatles;
¿por qué no iba a ocurrir en el TRD?.
Al principio fue difícil. Sentí que me hiciste falta y me
sentí excluido; después me sentí enojado, hasta que finalmente, deje que el
tiempo curara los malos entendidos. Nunca dejaste de ser mi amigo, porque me
quede con lo mejor de ti. Siempre te recordé, siempre quise saber, que había
sido de tu vida.
Me volví profesor de la universidad y mi activismo
izquierdista, termino por elegir la vía institucional de la docencia y del servicio público.
Edite una revista jurídica al mismo tiempo, que editaste un periódico; también
edite podcasts y otras cosas, donde obviamente no estabas presente; al igual
que tu, me volví escritor, pero no con tu calidad de literato y experto en el manejo
de las letras; yo sólo soy un intento de jurista más cerca de ser un pseudofilosofo
que de ser un técnico en el manejo de las normas jurídicas. Soy en el fondo, la
misma persona que conociste: rebelde, luchadora, loco, idealista, romántico, enojón,
apasionado, critico, revolucionario y aunque ahora sea un “izquierdista liberal”
que cree en la democracia y en el libre mercado, por momentos, me gana mi sentimiento
castrista y revolucionario.
Eso sí, no sé si votar por quien tu ibas a votar, porque
eso implicaría como buenos amigos que éramos, a iniciar otra de nuestras
discusiones favoritas.
¡Ayer te di un fuerte abrazo¡ ¡Se lo di a tu hermano¡. ¡A
tus papas¡ ….
¡Luego nos vemos … ¡. ¡Haber que otra mamoneria se nos
ocurre¡.