TODOS SOMOS JUAN GABRIEL
Soy miembro de una generación, de hombres y mujeres, que nacimos y crecimos con la música de Juan Gabriel, ahora conocido por todos, como “El Divo de Juárez”. ¿Qué podría decir, si ya todo está dicho, o casi, está todo dicho?. Decir por ejemplo, que Alberto Aguilera Valadez, nació en Paracuaro Michoacán y creció en Ciudad Juárez, Chihuahua; que vivió en un orfanato hasta que se escapó de él, cuando tenía 14 años de edad; o decir, que cuando llegó a la Ciudad de México, dormía en los parques públicos y que inclusive, fue huésped, de la Penitenciaria Lecumberri.
Juan
Gabriel es un ejemplo de esos mexicanos, valiosos que lucha contra la
adversidad; por eso es grande; porque su grandeza le permitió sobrevivir en un
país autoritario, que hizo posible, superar los monopolios empresariales, los
prejuicios sexuales y hasta los conservadurismos musicales, culturales e
intelectuales.
No
quisiera hablar de estos detalles, quisiera mejor platicarles, de cómo fue mi
vida con Juan Gabriel. Un pasaje “oculto”, que el régimen autoritario que nos
gobernó (y que pareciera nos sigue gobernando), tuvó por oculto, por más de 30
años.
Mi
Señor Padre, siempre fue un fanático de la compra de libros, de tal forma, que
en mi infancia, en el departamentito en el que vivíamos, ubicado éste en la Colonia
Guerrero, nunca tuvimos sala, sino teníamos biblioteca.
En
uno de esos libreros, recuerdo bien, un libro de pasta guinda, intitulado,
“Juan Gabriel y Yo”, escrito por Joaquín Muñoz; se trataba de una biografía no
autorizada, sobre la vida oculta de Alberto Aguilera Váladez, escrito con
cariño por cierto, en las letras de un hombre, que confesaba, además de ser el
“apoderado legal” de Juan Gabriel, ser su “amigo” y haber tenido el encargo,
del propio Juan Gabriel, de escribir su biografía.
Lo más
curioso del libro, era que en el mismo, se denunciaba el homosexualismo de Juan
Gabriel, a quien se le comprobaba “dicha conducta”, con varias fotografías a
color, donde se mostraba Juan Gabriel, besando a hombres y teniendo como
parejas sentimentales, inclusive, a varios miembros de la comunidad artística. Recuerdo
ahí, el cantante Oscar Athie, en ese momento, novio de Ericka Buenfil y otros
aseguran, que se encontraba también, el esposo de Rocio Durcal.
Era
apenas un niño de 10 años de edad; estos hechos ocurrieron antes de los sismos
de 1985; así que mi padre, o quizás mi abuela Zenaida, ejerciendo voto de
censura en la vida familiar, nos quitó el libro, lo escondió, se perdió, se
olvidó con el paso del tiempo. Fue para mí terrible ese acto de censura en mi
vida familiar; era una joya al morbo ese libro, el cual, no alcance a leer,
quizás por el miedo, a que me descubrieran leyéndolo.
Inclusive,
fue testigo de varias conversaciones, ahora sé “mojigatas”, donde mi abuela
Lucrecia, proveniente de Poza Rica, decía, “¡Pobrecito, ya dejen a ese hombre
en paz¡” y una de mis tías decir, en tono de enojo y asombro: “¡Mamá, ese hombre, incurrió en pecado¡”. Era
un ser anti bíblico, que ofendía a Dios y que por ese hecho, no debía ser
bendecido, aunque su música rítmica y celestial dijera otra cosa.
Entonces,
Radio Variedades y Radio Felicidad, estaciones ubicadas en la vieja “AM”,
transmitían, “La hora de Juan Gabriel”, donde se repetía interminablemente, su
exitosa melodía, en el primer lugar de las listas de preferencias musicales, la
canción de Querida. Y
como siempre, en el aburridísimo programa semanal dominical, llamado “Siempre
Domingo”, que literalmente, era “Siempre lo mismo”, su conductor estrella, Raúl
Velasco, nunca hizo mención del libro; tampoco lo hizo, Paty Chapoy, con su
programa diario, “El mundo del Espectáculo”, que salía de lunes a viernes, a
las 5 de la tarde”; tampoco, el programa, de Video Éxitos, conducido por Gloria
Calzada; nadie, absolutamente nadie, hizo referencia a ese libro censurado y
prohibido; ni los periódicos, la Prensa, el Universal, que era los que llegaban
a mi casa, se hacía referencia a ese texto. Únicamente el Semanario Alarma, el
cual, daba seguimiento al caso, pero ya desde una perspectiva, de acusar al
autor de la obra, Joaquín Muñoz, a quien bautizaban sensacionalmente “la
Joaquina”, de haber mentido y falsificado las fotos, en aras, de chantajear a
Juan Gabriel, con cantidades millonarias.
Así
pues, el gobierno y su televisora monopólica, Televisa, decretaron que no había
pasado nada; que Juan Gabriel, no era lo que parecía, que era “tan hombre” como
José Alfredo Jiménez, o como el mismísimo Jorge Negrete; que estaba prohibido,
hacer cualquier referencia a sus preferencias sexuales. ¡había que olvidar y
censurar, ese escándalo¡.
Sin
embargo, siempre fue un curioso de los puestos de periódicos; me gustaba leer
todo lo que encontraba en la mano, así que fui un lector de Kalimán y de una
serie de historietas, que ya habrá momento de hablar de ellas; sin embargo, en
esas búsquedas en los puestos de periódicos, leía las portadas del Semanario
Alarma, el cual, podía leerlo íntegramente con el peluquero que me cortaba el
pelo; fue ahí, donde la revista amarillista de México, especializada en “Nota
Roja”, daba cuenta del escándalo de Juan Gabriel. Es decir, su homosexualismo
descubierto y las demandas civiles y penales, que el “divo” había interpuesto,
contra su “ex amigo” y autor del libro, al grado que, lo recuerdo muy bien, el
libro salió de la circulación y su autor, recibió, reclamaciones millonarias,
que terminaron, refundiéndolo en la cárcel, por haber querido extorsionar y
“acusar falsamente”, al “Divo de Juárez”.
Recuerdo
también, que después la Revista Alarma, dió a conocer, otro “escándalo”, donde
se hablaba de la demanda de reconocimiento de paternidad en contra de Juan
Gabriel; dicha nota, obvio, era quizás, para tratar de “cubrir” su homosexualidad, pretendiendo crear el escenario de ser un
“hombre irresponsable”; tiempo después, la Revista Alarma, cambió de tema, con
motivo de los sismos del 85, luego, poco a poco, de manera gradual, fue
desapareciendo la revista de los puestos de periódicos; mientras que el libro,
que mi abuela Zenaida, celosamente recogió y escondió, nunca jamás apareció.
Es
un misterio familiar, saber, donde carajos quedo ese libro.
Los
años pasaron, los discos de Juan Gabriel continuaron, nunca se tomó el tema de
ese escándalo, ni aun en los programas de Verónica Castro, ”Mala Noche, No”, transmitido
por el Canal 2, cuando su invitado especial, era el mismisimo Juan Gabriel y
cuyo programa, duró tanto, que empezó a las 11 de la noche, de un día entre
semana y que terminó, a eso de las 6 de la mañana del día siguiente; para dar
pie, al noticiero matutino Hoy Mismo, conducido por Guillermo Ochoa. Nunca antes había ocurrido eso en a historia de la televisión.
¡Entonces
era un estudiante de Secundaria y me valía un comino la música comercial¡.
Odiaba a Raúl Velasco y todo aquello que tenía sello o marca comercial de
Televisa. De veras, no se imaginan lo
terrible que era vivir, en una sociedad, donde solo existe una sola televisora
y lo que es peor, tener conciencia de ello.
Cuando
fui estudiante del CCH, mi entonces novia, era una coralitas de la UNAM, que
presumía cantar en las salas de conciertos más importantes del país, como lo
era la Sala Nezahualcoyotl o inclusive, el Palacio de Bellas Artes; al grado
tal, que recuerdo, que se había escandalizado, de cómo un sujeto como Juan
Gabriel, hubiera cantado en el Palacio de Bellas Artes; manchando con ello, el
recinto artístico mas importante del país; entonces, yo de manera irónica y
burlona le decía, que simplemente había cantado, en “el otro Blanquita”,
refiriéndome obviamente, la comparación del palacio de bellas artes, con el
viejo “Teatro Blanquita”, que hasta ese momento, era ya la última carpa que
sobrevivía de la Colonia Guerrero.
Lo
que más me sorprendió, es que mi Papa, hombre que siempre veía como un hombre
recio, bueno para los golpes y que “nunca se rajaba”, había comprado todos los
discos de Juan Gabriel, al grado tal, que lo escuchaba una y otra vez,
quedándose maravillado de sus canciones, los cuales decían, “tenía ritmo” y
cuyas composiciones, decía, que eran “bien chingonas”. Nunca dude de la
masculinidad de mi padre, en aquella sociedad machista y con un padre, educado
de esa forma, mas bien, tenía que aceptar que la música de Juan Gabriel “tenía
algo raro”.
Pues
si tenía que reconocer, que esa estrella de televisión, no era de Televisa,
sino era una estrella del país entero. Recuerdo bien, en aquel 1994 o 1995,
cuando surgió la llamada “guerra de las televisoras”, entre Televisa y TV Azteca, donde muchas de las estrellas de
Televisa, se habían ido a cantar a programas de TV Azteca o que habían ido a
cantar a Telemundo, pero cuyos conciertos, eran transmitidos por TV Azteca.
Entonces,
recuerdo ver, muchas estrellitas de televisión, como Daniela Romo, Yuri y otros
más, hablar de su lealtad a Televisa, pidiendo perdón a la televisora, por
dicha afrenta; sin embargo, Juan Gabriel, no lo hizo. El siguió cantando a
donde se le pegaba la gana, a tal grado, que Televisa, nunca pudo ejercer sobre
Juan Gabriel, su clausula de exclusividad, sino que fue al revés. Fue Juan
Gabriel, quien vetó a Televisa.
Entonces,
el “Divo de Juárez”, me cayó bien. Había mandado a la chingada, a la importante
televisora del país y eso me hacía ver a Juan Gabriel, como una estrella de
televisión, cuyo país le quedaba chico. Era un hombre excepcional y universal.
Después, Televisa cedió ante la grandeza de Juan Gabriel, termino musicalizando
el trema de algunas de sus telenovelas, mientras que Juan Gabriel, se volvió un
personaje, propiedad de su público y no, de una simple televisora.
Aquel
año 2000, nuevamente Juan Gabriel volvió a ser sujeto de escándalo. Un
promocional a favor del candidato priísta, Francisco Labastida y una melodía
pegajosa, que decía: “¡Ni Temoc, ni Chente¡,
¡Francisco será Presidente¡. ¡Ni PRD ni PAN, ni PRD ni PAN; el PRI es el que va
a ganar¡”. Dicho spot político, despertó una serie de críticas en contra de
Juan Gabriel; empezando por Vicente Fox, el candidato presidencial del PAN, que
hacía mofa de la canción.
Así
que, ni aun la popularidad de Juan Gabriel, hizo posible que el PRI ganara la
presidencia del año 2000. El pueblo de México, no es tan tonto como parece,
creo que es peor, pero en ese momento, no le dió su voto al PRI de Juan
Gabriel.
Al
año siguiente, se supo que Juan Gabriel había sido encarcelado por sus deudas
al fisco, entonces, el gobierno era del PAN y se hablaba, de un escándalo más
de Juan Gabriel; cuentan que el PRI había negociado con la estrella, para que
elaborara un promocional a su partido, con la promesa, de que se le perdonarían
sus deudas fiscales, lo cierto es, que el PRI perdió la presidencia y Juan
Gabriel, tuvo que pagar, hasta su último peso.
Por
cierto, nunca escuche una canción, un comentario o una letra, despotrificando
contra hacienda, el gobierno, el Presidente o alguna autoridad, ningún
comentario de odio o de reproche. Juan Gabriel, como siempre, permaneció
callado.
En
fin, muchas anécdotas que contar. Llegaron los tiempos de cambio, se empezó
hablar de la discriminación, de los derechos de los comunidades LGBTTT, de la
competencia en los medios de comunicación, de la llegada del internet, de otros
cambios tecnológicos que revolucionaron el mundo. El mas notable de ellos, el canal Youtube de
Juan Gabriel, donde sus ùltimas canciones, logran tener, de 40 a 52 millones de
vistas. Una cantidad insuperable.
Después
el polémico Juan Gabriel, mandó hacer su serie de televisión, cuyos derechos
los compró la empresa Disney y cuya transmisión, lo es por TNT, Telemundo y TV
Azteca. Lo mando hacer, porque como buen todo hombre que sabe que se acerca su
fin, quiso contarle al mundo entero su historia. Unos lo hacen escribiendo sus
memorias, mi padre fue uno de ellos, otros más, como en el caso de Juan
Gabriel, lo hizo mandando hacer una serie de televisión, que ni Karla Estrada,
ni el corporativo Televisa, pudo equiparar y hacer.
En
fin, que podría esperar de Juan Gabriel.
Una
“juangabrielamanía”, la revelación de melodías inéditas, de discos postmortem,
de secretso relevados.
Espero
ansiosamente, que ese libro que leí de niño, “Juan Gabriel y Yo”, reaparezca a
la venta y no tanto para satisfacer mi morbo, sino como una manera de comprobar
una hipótesis, que en estas líneas traduzco.
Juan
Gabriel nunca fue un activista de los derechos de las comunidades LGBTTT, sin
embargo, creo que tampoco quiso hacerlo, prefería que se le reconociera mas
como músico compositor, que como miembro de una comunidad en constante lucha
política, exigente de sus derechos.
Sin
embargo, cuando pienso en ese misterioso libro, que lamentablemente, nunca
apareció, libro donde se revelaba el homosexualismo de Juan Gabriel, tengo la
sospecha, de que él hizo publicar ese libro, como queriendo “salir del closet”
y en ejercicio de una rebeldía, que la televisión monopolica, lo tenía atado.
Y
dado el escándalo que dicho libro generó, la reacción de la sociedad, machista
y conservadora, trato de “ocultar” lo evidente.
No
dudaría que los hombres cercanos a Juan Gabriel, empresarios de las televisoras
y disqueras, censuraron la noticia y simularon, un chantaje, un pleito entre un
perverso apoderado, Joaquín Muñoz, que había intentado extorsionar a Juan
Gabriel, con mentiras, aprovechándose de su carrera artística. Tampoco dudaría,
que el círculo más cercano a Juan Gabriel, su amiga, madre de su hijos y los
amigos del ambiente que lo rodeaban, lo aconsejaron, continuar con ese
silencio, apostando al olvido.
Sin
embargo, estoy seguro, que ese libro reaparecerá y que la verdad, tarde o
temprano, siempre brota.
Lo
que diga ese libro, en nada afecta la imagen del gran divo.
Nadie
puede escatimar que Juan Gabriel rompió los paradigmas de la masculinidad
ranchera; en un país de machos, de “Negretes”, “Infantes” y hasta de “chentes Fernández”,
un hombre “amanerado”, “joto”, “marica”,
“puto”, como les llaman despectivamente, logró vencer los muros de los
prejuicios ideológicos, sociales, culturales, religiosos y hasta
musicales.
La
gran aportación de Juan Gabriel, no solamente es su música y su concepción
artística de lograr conjuntar el mariachi con la orquesta sinfónica; de “actualizar”
la cultura artística mexicana, generada en la era de la posrevolución, a la
época actual global; de haber vencido el poderoso monopolio de Televisa, que
establecía sus patrones ideológicos, para controlar las masas, en beneficio del
viejo sistema priísta que quería controlar todo, las fronteras, los pesos y
hasta las ideas de sus gobernados.
Juan
Gabriel es grande, porque nos hace sentir más que mexicanos, nos hace sentir
humanos, con la capacidad de llorar, de reír y lo que es mejor, de bailar.
Juan
Gabriel no necesito defender sus derechos, pues aun habiendo sido víctima del
autoritarismo mexicano, concretamente, de la corrupción del sistema de
procuración e impartición de justicia, que lo llevo encarcelarlo injustamente,
uno acusado de robo y otro más, acusado de no pagar impuestos; o de haber sido
víctima de los monopolios empresariales,
que tenían el control de la distribución, difusión y comercialización de la música;
o de la cultura machista, homofóbica, que denigra, discrimina, golpea y hasta
asesina a seres humanos de preferencias sexuales distintas a las
heterosexuales; Juan Gabriel aun y con todo eso, logra superar el poder político,
el poder económico, el poder religioso y hasta el poder familiar. (Abuelitas
que escondían libros prohibidos).
Juan
Gabriel nos hace todos, decir con orgullo, que tenemos algo de él y que él, se
llevó algo de nosotros.
Por eso
decimos con mucho orgullo:
¡Todos somos Juan Gabriel¡.