PENSAMIENTO MAGICO MEXICANO


Pensamiento mágico es creer en los “Reyes Magos” o en los “milagros mexicanos”; creer que va a llegar el “mesías sexenal” a liberarnos de nuestra opresión y pobreza y a quitarnos los vicios que como ciudadanos tenemos.  ¡Renunciemos a nuestras fantasías que no tienen sustento real y racional¡. Seguimos creyendo que un candidato a la presidencia es mejor que el otro, u otro partido político es mejor que el otro; seguimos creyendo en la eterna lucha de los “buenos” contra los “malos”, donde los “buenos” son el pueblo entero quien siempre pierde por los “malos” que son pocos, pero que tienen poder y dinero, y que por esa sencilla razón, siempre ganan.
No seamos ilusos, los “reyes magos” no existen, el “milagro sexenal” tampoco; dejemos de ser ilusos soñadores, pues el mexicano flojo no se convertirá en trabajador, ni el que es alcohólico, déjalo de serlo; ni que decir, de quien es ignorante déjala de serlo o el cínico padre desobligado empezara a dar dinero para el “gasto”, por el simple hecho de quien gane la presidencia en el 2012. ¡Por favor no sean ingenuos¡. ¡Lo que no hagamos por nosotros nadie lo hará¡. ¡Dejemos de creer en los Reyes Magos¡.
Cuantos mexicanos de nosotros no decimos: “Me vale madres”, “nomas tantito”, “mañana lo hare”, “no es malo”; o bien:  “pinche gobierno”;  ¡Ya chole con eso¡. La culpa no es de “ellos” quienes nos gobiernan o de quienes tienen el dinero o la fama; la culpa es nuestra, a causa de nuestra ignorancia, nuestra pereza, nuestra traición, nuestra mediocridad, nuestra falta de asumir compromisos y la responsabilidad a la que nos hemos hecho acreedores.

Nuestra ignorancia. ¡Claro que si¡. En un país donde las escuelas son gratuitas y tenemos bibliotecas, cuántos de nosotros hemos desertado de la escuela, o hemos asistido de ello, como estudiantes mediocres, pensando no pasar en forma excelente nuestras materias, sino de “panzazo”; cuántos de nosotros no copiamos en los exámenes o llegamos al extremo de rezar y decir: “Ave María dame puntería”; no nos interesa la escuela, porque no la vemos como una inversión, sino como una perdedera de tiempo y por eso, nos vendemos y compramos una y mal excusas para justificar nuestra mediocridad. ¿Por qué no decimos que somos mediocres?. ¿Por qué no aceptamos que somos flojos?. Se nos hace más fácil criticar que los niños indígenas les enseñen ingles o computación en sus escuelas, que asumir nuestra responsabilidad académica de ser o haber sido, mejores estudiantes, técnicos o profesionistas.,

Nuestra pereza, claro nuestra pereza, no solamente a levantarnos temprano y trabajar más de lo que podemos dar, sino también, para cumplir con nuestros compromisos. “Haces como que trabajas”, “o ellos hacen como que te pagan”; nos vendemos y también compramos falsas ideas para justificar nuestra maldita “huevonada” que nos ha convertido en un país de huevones. “Somos simplemente  los hombre y mujeres del mañana”, y el “mañana”, es aquellos que bien podemos hacer el día de hoy, lo hacemos mañana; cuando trabajamos y aplicamos la “ley del mínimo esfuerzo”, pensamos que aquel maldito jefe “nos explota” y por eso también “trabajamos para no trabajar”, no nos interesa generar, producir o crear “riqueza”; lo que queremos es “repartir”, “robar” o “acabar” con esa riqueza que nos mantiene y satisface mediocremente en nuestras necesidades. Y por eso tenemos pensamiento mágico, creemos que la “riqueza” llegó ahí solita, que fue producto de la generación espontanea, que su aparición se dio, sin la mínima necesidad de trabajo o inteligencia aplicada. Por eso nos enojamos y desprestigiamos a quien logra obtenerla, a quien logra comprarse una mejor casa o automóvil o conseguir un ascenso en el trabajo o aperturar su pequeño negocio; se nos hace más fácil acusar a esa persona de “ratero”, “corrupto”, “mafioso”; si es mujer, le imputamos falsos como “dió las nalgas” y ante esa frustración, le reyamos el carro, le grafiteamos la casa, le hacemos burla a sus escondidas; no aceptamos, que la envidiamos; se nos hace más fácil decirle: “Se le subió”, porque no toleramos, que una persona que se encuentra abajo, como estamos ahora, llegue ascender y estar “arriba” de nosotros. Por eso decimos, se le “subió”, para no decir, te odio porque estoy abajo.

Nuestra traición, claro que nuestra traición, porque traicionar es romper el compromiso de fidelidad y lealtad que debemos tener hacia nuestra pareja, nuestros amigos y hermanos, a nuestro jefe y a nuestras instituciones; ¿Qué acaso no somos traidores?.  Cuantas veces no hemos hablado bien o mal de una persona, solo para salir del paso; cuantas veces no hemos “tomado dinero prestado”, o de plano, robado a nuestros socios. Como vamos a generar empleo y hacer aumentar la riqueza de nuestras pequeñas empresas, si nunca falta el mexicano flojo que no trabaja y el otro mexicano, que siempre está robando; somos traidores, porque traicionamos nuestras ideas; porque vendemos nuestro país y nuestra alma, al mejor postor; porque nuestra conciencia es muy barata de comprar; porque decimos “hasta que nos hizo justicia la revolución”, o bien, “a mi pónganme donde hay”, “año de Hidalgo, chin chin el que no robe algo”, “el que no tranza no avanza”; somos traidores porque odiamos al que es leal en sus compromisos y lo equiparamos como un “pendejo”, porque no robo, no mintió, no cogió, porque simplemente, es un pendejo.



Nuestra mediocridad, si porque ser mediocre es tener mentalidad de no competir, no ganar, sentirnos orgullosos o mejor dicho, estúpidamente orgullosos de nuestra forma de ser, inclusive hasta de nuestra pobreza, como si eso fuera motivo de orgullo; nos justificamos con ideas falsas para sentirnos orgullosos de nuestra mediocridad, nos decimos con mucha seriedad y sabiduría: “así somos”, “es nuestra idiosincrasia”; inclusive, llegamos al extremo de echarle la culpa a otro, ¡Si¡, a otro, menos a uno mismo.
Nuestra falta de asumir compromisos y asumir responsabilidad”, Si porque nos da flojera, porque es más fácil que otro tenga la culpa y no el otro; porque no somos leales y tenemos en nuestra sangre, el germen de la traición; porque odiamos lo que hemos renunciado a ser, porque nunca como antes, los valores como la honestidad, la lealtad, la amistad, han sido tan vituperados por nosotros mismos.
Lo peor de todo, es que hasta cínicos también somos. Porque sabiendo que efectivamente somos mediocres, perezosos y traicioneros; no hacemos nada para dejar de serlo; nos evadimos en nuestra propia irresponsabilidad, hemos decidido ahogarnos en nuestra propia mierda y no tener un cambio de actitud para salir del excusado en que nos encontramos atrapados.

La culpa es del PRI, es de Carlos Salinas de Gortari, son los partidos políticos, es la Iglesia Católica, es Televisa, es el imperialismo Yanqui y hasta del “Chupacabras”, la culpa fue de Cristóbal Colón, de Hernán Cortes y de la Malinche, fue de Santa Anna y de Carranza; como si todos y cada uno de ellos hubiera influenciado en nuestra decisión de ser mediocres, de no trabajar, de mentir, robar y traicionar cada día.
Pensamiento mágico de aquellos mexicanos que siguen creyendo en los Santos Reyes.
En que el país cambiara en el 2012 y si no fue así, lo será para el próximo sexenio.








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