¿EN VERDAD, ESTABAMOS MEJOR CUANDO ESTABAMOS PEOR?
¡Es el colmo, pero como no pensarlo¡
Cuando estábamos peor, nos gobernaba una monarquía sexenal en vía transversal hereditaria, un presidencialismo exacerbado, gobernando con su aparato político, hegemónico y predominantemente único, el Partido Revolucionario Institucional, sin el contrapeso del Congreso de la Unión que no hacían más que aplaudirle a su jefe y levantar la mano; eran tiempos en que todo lo que decía el Presidente de la Republica se tenía que cumplir, porque lo decía el mismo Presidente; sobre él giraba, toda la administración pública federal, estatal y municipal; así como todos y cada uno de los cargos de elección popular, eran designados por el Presidente; incluyendo a los ministros, numerarios, supernumerarios, magistrados y jueces de todos los tribunales; en conclusión, todos los puestos, de todos los niveles, eran designados por el sumo Tlatoani. ¡La hoja de ningún árbol, se movía sin su voluntad¡.
Para la vida de cualquier mexicano, también era diferente. Los servicios educativos de salud, educación, agua, luz, transporte, entre otros, eran casi gratuitos. No había tanta inseguridad, sólo había que cuidarse de los policías, pues ellos eran los verdaderos delincuentes; al igual que los lideres charros, los porros o las madrinas, todos ellos eran orejas de Gobernación, quienes vivían para atemorizar y reprimir cualquier intento de libertad de expresión en contra del Presidente o de las instituciones republicanas “revolucionarias institucionales” compuestas de caciques que no hacían más que hablar, de las bondades de eso que llamaban “revolución mexicana”. Si los precios de los bienes y servicios aumentaban, todo se solucionaba con un decreto presidencial en el que ordenaba el aumento de salarios y si las cosas volvían a subir de precio, pues nuevamente el presidente anunciaba otro aumento de salarios y así sucesivamente, hasta que los mexicanos olvidaran los miles de pesos y empezaran a gastar en millones, volviéndose de un día para otro, en millonarios.
Hoy los tiempos son diferentes. Nos sigue gobernando, no propiamente una monarquía sexenal en vía transversal hereditaria, sino un presidente electo en condiciones “sospechosistas”, con poca legitimidad popular, y no me refiero a que si éste haya ganado las elecciones por trampa, pues hoy una organización imparcial y profesional como el Instituto Federal Electoral, es quien organiza las elecciones apoyándose de ciudadanos y de leyes electorales más claras y transparentes; sino “sospechosista”, porque es inadmisible que en este país, alguien puede ser presidente con menos de la mitad de los electores; es decir, no gana quien obtiene la mayoría, sino el que tiene la “mejor minoría”. Seguimos entonces, viviendo en un presidencialismo, pero sin Presidente; quien gobierna o trata de gobernar en contra de todos; sindicatos, partidos políticos, sociedad civil y hasta de organizaciones criminales llamadas carteles; un Congreso sin diputados y senadores, que no hacen más que criticar por el mero arte de criticar, de asaltar tribunas e insultarse entre ellos mismos, olvidándose que todos son mexicanos; legisladores faltistas, influyentes, broncuros, peleoneros, al menos esa ha sido su percepción. Lo que era el viejo “aparato político”, hegemónico y predominantemente único, el Partido Revolucionario Institucional, no desapareció, sino que amenaza con volver, sobrevivió en el “pacto federal”, en las gubernaturas y presidencias municipales que conforman nuestra “feudoraciòn”; ahora todo lo que decía el Presidente de la Republica se tenía que incumplir, criticar, cuestionar, mofar, porque lo decía el mismo Presidente, a quien se le puede atribuir todos los crímenes de guerra, todas las mentiras, inclusive hasta decirle “excremento”. La administración pública federal, estatal y municipal, sigue existiendo, pero supuestamente con servicios civiles de carrera que a nadie convencen y no llegan a instrumentarse de plano, porque los que gobiernan, no les conviene la profesionalización de los servidores públicos; y que decir los cargos de elección popular, ya no son designados por el Presidente, sino por unas corporaciones públicas que privilegian siempre a los “suyos” y no a los ciudadanos y que dicen llamarse partidos políticos, inclusive llegan a constituir “gobiernos legítimos”, cuyos presupuestos y dineros públicos que reciben, hacen que cualquier ignorante, o persona con muy buenas intenciones, tenga la sana aspiración de gobernar y legislar, ojala a favor, de lo que requiere el país. ¡Nuestros ministros¡ bien gracias. Los asuntos importantes se discuten en la Corte, pero muchas de sus resoluciones siguen siendo tan técnicas, que la inmensa mayoría de la ciudadanía sigue sin entender.
Para la vida de cualquier mexicano, también las cosas son diferentes. Los servicios educativos de salud, educación, agua, luz, transporte, entre otros, ya no son gratuitos, cuestan y lo que es peor, son de muy mala calidad. Muchos ciudadanos aspiran a convertirse en ciudadanos clientes y puedan recibir mejores servicios de la nueva administración pública empresarial, pero los que no puedan adquirir la calidad política económica de ciudadano cliente, estará condenado a vivir de la dádiva y la promesa partidista de los políticos. La inseguridad impera, ahora hay que cuidarse de todos, los delincuentes son secuestradores, narcotraficantes, misóginos, narcoguerrilleros, sicarios, “zetas” y hasta “matazetas”, quizás hasta haya grupos paramilitares, ¡bueno, hasta hay que cuidarnos de Anoymus¡. Se cuenta con toda la libertad de expresión para subir en el face book, en el twiter cualquier pendejada, inclusive hasta de escritos como éstos, se puede insultar al Presidente de la Republica, al Peje, a cualquier personaje público y no pasa nada. La Republica transparente trata de sostener sus instituciones públicas, las cuales “mandan al diablo” y los diablos, ni siquiera pueden nombrar consejeros electorales; se habla de globalización, modernidad, de “reformas estructurales”, los más estudiados, hablan de “economías de emergencia”, pero nadie sabe eso, ni pueden explicar el nuevo contexto nacional y mundial; ya no hay comunistas ni guerra fría, sino terroristas árabes coludidos con narcotraficantes mexicanos, que quieren hacer atentados en territorio americano y uno que otro romántico izquierdizoide que idolatra a los viejitos Castro y sus pupilos Chavez. Olvidando que los tiempos cambian y existen otras nuevas alternativas. Nuestros políticos, se dicen “demócratas”, aunque su carrera política sea de antecedentes antidemocráticos, o tengan comportamientos que recuerdan más a las actitudes autoritarias, de cuando estábamos “peor”. Los precios de los bienes y servicios ya no aumentan, pero no hay dinero para comprarlos.
Y con todo eso que está pasando el país, hemos perdido nuestra capacidad de asombro. Cuando estábamos “peor”, había un 68 donde morían cientos de estudiantes, ahora que estamos deberíamos estar “mejor”, mueren entre treinta y cuarenta personas todos los días, ni más ni menos, hasta llegar a cincuenta mil almas mexicanas, que si pudiera matarlos el Presidente con piedras, lo haría.
Cuando estábamos “peor”, el propio gobierno organizaba las elecciones, constituía las instancias que llevaban a cabo los procesos lectorales y hasta designaba de sus burócratas, previa invitación escrita del Presidente, quienes serían los funcionarios de casilla. El resultado de la elección se sabía desde el “destape”, las votaciones eran en paz, no había muertos y los escrutinios y cómputos, no se cuestionaban, porque ya se sabían que eran artificiales. Pero ahora que estamos o deberíamos estar “mejor”, una institución profesional, ideal, modelo a nivel mundial, lleva a cabo las elecciones federales, con cuantiosos recursos económicos que otorga a los partidos políticos para sus respectivas campañas electorales; que lleva a cabo los actos preparativos para las elecciones y que designa a los ciudadanos mediante sorteo, los que conforman las mesas directivas de casillas. Con la presencia de observadores electorales nacionales e internacionales y nada de eso vale, porque ahora, los políticos como no les convence ese sistema, prefieren creerle más a sus encuestadoras o a sus propios periodistas “líderes de opinión” que vaticinan, una guerra donde no hay adversarios y competidores políticos, sino una lucha ensangrentada por el poder mismo. Que divide y polariza la sociedad, que vuelve a sus políticos en mentirosos, estrellas de televisión, profetas mesiánicos, cuyo enseñanza a la ciudadanía, no es la cultura democrática, sino la de la desconfianza, el insulto, el odio, el rencor. ¡Y el país, bien gracias¡.
Cuando estábamos “peor”, nadie sabía en que se gastaba el dinero, o mejor dicho, si se sabía en que iba a parar ese dinero. Ilustres políticos empresarios, dueños de ranchos y caserones; pero ahora, hay transparencia, hay algo que se llama IFAI, hoy sabemos o podemos saber, lo que cuesta el mantenimiento de una banqueta, de una luminaria, de la obra pública que se ejecuta en una escuela, el presupuesto asignado de un hospital, el salario de cualquier funcionario; pero no pasa nada, los Estados de la Federación pueden endeudarse a diestra y siniestra y no pasa nada, porque no están en Europa, porque el país, sigue teniendo tanto dinero, que a todos reparte el pastel, con diputaciones plurinominales y mejores prebendas para sus partidos políticos u organizaciones sindicales.
Estoy hasta la madre de vivir en el país de los privilegiados, de los agremiados sindicalizados, de los burócratas partidistas que suspenden elecciones porque las “tribus” que mas bien parecen “hordas”, no aprenden a vivir en democracia; estoy hasta la madre, que hoy que tenemos democracia, transparencia, que aspiramos a la rendición de cuentas, estemos inmersos en discusiones estériles y hasta pendejas, como decir si un candidato a la presidencia es “joto”, o si uno tiene su “copete envaselinado”; ¡que pobreza de discusión¡. ¿Reducir la política a pitos y a pelos¡. Es tan vulgar como lo que acabo de decir.
Y los avionazos siguen cayendo. Cuando estábamos “peor”, se había caído el avión donde viajaba el líder priista disidente Carlos Alberto Madrazo y nadas más. Ahora que estamos o deberíamos estar “mejor”, muere un Secretario de Seguridad Pública, y dos Secretarios de Gobernación, en menos de seis años. ¿Y qué pasa?. Fallas técnicas?. Parece que cuando estábamos peor, había mejores pilotos, técnicos e ingenieros.
Había mejor, proyecto de país, había reconciliación, había esperanza …