GENESIS DE LA NUEVA GUERRA CIVIL O DE REVOLUCION MEXICANA (Segunda Parte)


Una oleada inexplicable de reivindicaciones liberales y políticas, se hizo notar por las calles de la Ciudad de México en aquel verano de 1968. Los medios de control político que se ejercían en las fabricas, las escuelas, las colonias, fueron totalmente rebasados; lo líderes sindicales, los estudiantes “porros” y las “madrinas” de los policías judiciales, cada uno en sus respectivo reporte, informaron a los agentes de la temible Dirección Federal de Seguridad, que el proyecto político priista, había fracasado totalmente. Los datos eran alarmantes. Una sociedad que sentía vivir en un régimen corruptor de conciencias, demagogo, dictatorial, simulador, donde no imperaba la libertad ni la democracia, donde tampoco había existido revolución mexicana alguna, servil frente a los Estados Unidos y represor de sus jóvenes, campesinos y obreros; ¡México era una farsa¡; y eso, sin duda alguna, lastimo el alto ego patriótico del Presidente constitucional.
¿Y el “milagro mexicano”?, ¿donde dejaban la paz social?, el sometimiento de los caciques al poder presidencial, el liderazgo de México sobre América Latina, no solamente para organizar una olimpiada internacional, sino para tener alternancias democráticas sin derramamiento de sangre, sin golpes de estado, sin intervenciones armadas de los Estados Unidos o de la Unión Soviética. ¿Dónde habían quedado las instituciones que había creado el Estado Social mexicano?. El IMSS, el ISSSTE o el libro de texto gratuito, con contenido histórico, científico, social y a favor de la educación sexual; el derecho sindical y el derecho a huelga, que ni siquiera existía en las supuestas republicas socialistas de trabajadores; ¿Dónde quedaba el espíritu mexicano?, de sus héroes patrios y revolucionarios de Emiliano Zapata y Francisco Villa, sustituidos, por aquellos desleales agentes secretos comunistas, de Fidel Castro y Ernesto Guevara que alguna vez fueron cobijados y apoyados por el gobierno priista revolucionario para finalmente servirles a los comunistas rusos. ¿Dónde quedaba los años de trabajo fecundo y creador, de las generaciones de ingenieros, arquitectos, médicos, que habían construido autopistas, caminos, puentes, escuelas, hospitales, conjuntos habitacionales y hasta universidades públicas como el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México.
El “hijo ingrato” (la juventud mexicana) desconoció la obra de su “padre creador”, el gobierno priísta nacionalista y revolucionario; al que durante todos esos años se había esforzado en haberle dado identidad, proyecto, visión y misión; el gobierno que le había otorgado derechos sociales y que para preservarlos, había instituido para ello, medios de control que les permitiera a sus ciudadanos, vivir en forma libre, como presumían los americanos. México aceptaba que hubiera comunistas, muchos de ellos, les había dado un partido político para que en éste se manifestaran, cosa que jamás ocurrió en la supuesta nación más libre del mundo; México les había dado a muchos comunistas, trabajo  en el gobierno, los mas agradecidos, los había premiado dentro de los puestos burocráticos del gobierno, les había dado casa digna en sus lujosos fraccionamientos habitacionales y los medios suficientes para la manutención de sus familias, servicios de seguridad social y de educación de primera calidad; el gobierno priista había sufrido el primer acto de deslealtad de su hijo rebelde, inconsciente, ingrato, manipulado; que no había valorado, sobre la gratuidad de su educación, de sus servicios médicos, de los caminos y autopistas gratuitas, de aquel mercado publico donde podía encontrar alimentos accesibles y baratos, del reconocimiento de las organizaciones sindicales que habían arrebatado importantes conquistas sociales en sus contratos colectivos; de los medios de comunicación de la prensa escrita, auditiva y visual, que entretenía al público, con música decente, moral, y no depravada y degenerada, como la que pregonaba Elvis Presley, los Beatles, Jim Morrison, y otros seres inmorales, que incitaban a sus juventudes a la promiscuidad, el homosexualismo y la drogadicción.
Y por eso el régimen de Gustavo Díaz Ordaz respondió con enojo, utilizando para ello, los medios de control político que sus antecesores le habían heredado. Salvando el país de la intervención militar de los Estados Unidos de América y de la revolución comunista patrocinada por los soviéticos. El golpe final o el golpe de Estado de 1968, fue para el régimen priísta, el acto político patriótico más censurado, reprochado y responsable, que asumió el líder político de la nación mexicana. El Presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Tlatelolco fue el campo de batalla donde la nación mexicana, salvo su proyecto de país. ¡Y qué paradoja también¡. Porque también, Tlatelolco, fue la fecundación ideológica, del nuevo proyecto político democrático del país.

MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968
PLAZA DE LAS TRES CULTURAS (2 DE OCTUBRE)
El Ejercito constitucionalista al servicio del Presidente de la Republica, fue atacado cobardemente, cuando intentaba salvar a la población civil manipulada por células comunistas; los soldados del Estado Mayor Presidencial habían ocupado también la plaza, para abatir el golpe de Estado que un general de dudosa lealtad, estaba propiciando en contra del presidente y que daría el Golpe de Estado, precisamente en Tlatelolco; los Agentes de la Dirección Federal de Seguridad únicamente cumplirían las ordenes de capturar a los principales líderes de la revuelta que ponían en riesgo, la celebración de la justa olímpica internacional y en medio de ese escenario, de esas tres posiciones (ejercito, estado mayor presidencial y servicio secreto), los estudiantes, ciudadanos libres de manifestarse y objetar las políticas del gobierno, fueron masacrados, por las balas del régimen autoritario y paranoico, que se defendió a toda costa del enemigo imaginario, tanto de la revolución comunista, como del riesgo de la intervención militar de los Estados Unidos.
Era preferible una y mil veces, que el pueblo pensara la versión de que el gobierno había sido un represor de los estudiantes, un asesino despiadado, encabezado por un presidente genocida y cruel; era preferible esa verdad y no la verdad verdadera, de que en México, se había suscitado un golpe de Estado, patrocinado por los americanos a través del general Marcelino García Barragán y en el cual, el patriotismo del Jefe del Estado Mayor Presidencial, Gral Josè Luis Gutiérrez Oropeza, había intentado frenar esa decisión violenta que atentaba contra la soberanía nacional. Las horas de Tlatelolco, de las 18:00 horas a las 24:00 horas, sobre todo la segunda balacera, que fue a las 23:00 horas aproximadamente, fueron decisivas en la historia del México contemporáneo, cuando el general Marcelino García Barragan, Secretario de la Defensa Nacional, anunciaba en Publico, su lealtad al Presidente Gustavo Díaz Ordaz y a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; el general golpista, como buen militar de la época, había salvado, no solamente a la república, sino al régimen político priísta. (desistiéndose en lo secreto de dar el golpe de estado ansiado por los Estados Unidos) Y por esa razón, por esa pagina vergonzosa en que el régimen político priista había fracasado, en el que los americanos habían intervenido militarmente, había que dejar que el mito del 68, fuera aceptado y difundido por la población y las masas criticas de las nuevas generaciones de mexicanos y políticos. Que el pueblo de México en sus próximas generaciones, fueran libres de pensar respecto a la masacre de estudiantes, ordenada por un presidente cruel y genocida, por un gobierno fuerte y temible; y no, en la intervención de la CIA y del ejercito, para frenar la revolución comunista (paranoica) que experimentaba los círculos políticos del poder.
En consecuencia, la decadencia del régimen, inició a partir de ese trágico 68. Posterior a ello, se inició una etapa, de autoritarismo y de corrupción; ambas conjuntadas en una política criminal.
El miedo a otro 68, fue lo que intensifico los aparatos de control para evitar que nuevamente los americanos intervinieran militarmente; la represión o la llamada “guerra sucia” fue el principal motor que tuvo los gobiernos priistas revolucionarios, para seguir sosteniendo el mito de la revolución y del proyecto de país, cuestionado, fracasado, en crisis.


JACOBO ZABLUDOVSKY
Tele Sistemas SA de CV, fue la empresa que jugó un papel importante en esa época; nunca como antes, la censura existió, al permitirse y prohibirse, ciertas corrientes musicales y en la moda; hombres de televisión como Raúl Velasco y Jacobo Zabludovsky, a través de sus programas televisivos “Siempre Domingo” y el Noticiero “24 Horas”, cumplieron ese papel de sostener el monopolio ideológico, de lo que debían creer y no dejar de creer los mexicanos. La prensa escrita debía seguir controlada, no solamente dependiente del papel que le vendìa el gobierno, sino también de la intervención sindical que a veces el propio gobierno promovía para derrocar a los directores de algunos diarios nacionales, como fue en el caso de Excélsior. Había que sostener también los principios morales de la sociedad mexicana, la familia mexicana de padres e hijos mexicanos, que vivían felices, fuera de toda “americanización” que propiciaba la desunión familiar, con el culto a la gran matriarca, la madre mexicana, representada en la actriz Sara García, y desde luego también, en el culto católico de la Virgen de Guadalupe.
Las políticas económicas jugaron también un papel fundamental, el “boom petrolero” de los nuevos yacimientos petroleros descubiertos en Tabasco y Campeche, “Cantarel”, daban a este país, la promesa de administrar la abundancia. Obras publicas espectaculares, la construcción de más presas y autopistas, así como nuevos edificios públicos y la puesta en marcha del sistema de transporte colectivo “Metro”, hecho al nivel, de los mejores suburbanos del mundo; dando con ello muestra de que el país, podía continuar con su proyecto nacionalista y revolucionario, aunque esas palabras fueran “huecas”, por el desprestigio en que habían incurrido mucho de sus políticos demagogos, autoritarios, corruptos y criminales, pero no importaba, la burocracia crecía a niveles cada vez más sorprendentes, dando cobijo a todos los mexicanos, ingratos o no, con puestos públicos y el reparto de despensas, material para construcción, productos de consumo subsidiados; habiéndose promovido para 1977, una reforma poltiica, diseñada por el gran politólogo e ideólogo del régimen priísta Jesus Reyes Heroles, dando por fin representación, reconocimiento y “prerrogativas”, a la oposición combativa al régimen,  haciéndoles por fin “justicia la revolución”.
¿Y los criminales?. Donde quedan nuevamente los criminales. Ellos quedan donde estaban antes, cumpliendo el pacto criminal contraído con los gobiernos priístas. Pagando derechos y tributos, a los funcionarios de la Secretaria de la Defensa Nacional, de la Secretaría de Gobernación, de la Procuraduría General de la Republica, para producir, transportar y comerciar, droga, opio y mariguana principalmente, a un público consumidor, que era los soldados del ejército de los Estados Unidos, combatientes en la ocupación militar en Vietnam; y también, de aquellos jóvenes rockeros “pacifistas” idiotizados por la música rockera y la droga. En medio de toda esta situación, se esconde uno de los primeros pioneros de este rentable negocio, Pablo Acosta Villareal, cacique de Ojinaga Chihuahua, hombre broncudo y dadivoso, amigo de políticos y empresarios; quien controlaba el acceso de droga a los Estados Unidos. Otro cacique también importante, Juan N. Guerra, con antecedentes familiares de haber traficado con alcohol al sur de los Estados Unidos, durante los años de la ley seca.
Los derechos o “impuestos” que pagaban estos primeros empresarios criminales, servirían para a completar el gasto público y con ello, satisfacer las nuevas necesidades sociales para seguir compensando aquellas plazas que estaban fueran oficialmente del presupuesto, pero que servían sin duda alguna al régimen priísta, ya fuera para comprarle desde charolas, armas, patrullas, mobiliario y más “puestos” públicos, que la derrama del petróleo mexicano económico no alcanzaba a cubrir, dada también las “fugas” de dinero que algunos políticos mexicanos, desviaban para su provecho frívolo y personal; y también por la aparición de mayores líderes sindicales, porros y madrinas, así como también de “infiltrados” en los partidos políticos de oposición, que debían cumplir con su papel de cuidar a los obreros, estudiantes, ciudadanos y ahora también, a los opositores al régimen.
La corrupción fue el pilar de la decadencia del régimen político priista; la peor estigma que le fue adjudicada injustamente a los creadores del sistema político; el desvió de recursos económicos, que fue aprovechado por los políticos y los funcionarios públicos de todos los niveles, federales y municipales; corrupción que implicaba dinero y más dinero, para la compra de automóviles, nuevos edificios, residencias, departamentos, playas privadas, hoteles, centros turísticos, escuelas o universidades privadas y hasta bellas edecanes que emparentaban con algún político; más y más corrupción, la que reportaba utilidades económicas, producto de la compra de droga al mercado estadounidense, que adquirían estos amparados bajo el régimen de libertades civiles que contaban con esos ciudadanos embrutecidos por el sexo, la droga y el rockandroll, dispuestos a suicidarse lentamente, matando éstos poco a poco sus neuronas; así como también, por las legiones de soldados marines que ocupaban Vietnam, que le suministraban de la droga mexicana y colombiana, para atenuar el sufrimiento e intensificar la resistencia, en sus intentos patrióticos de frenar el comunismo americano. Dinero y más dinero, por la entrada de ilegales al territorio de los Estados Unidos, miles de mexicanos que cruzaban el Rio Bravo para buscar mejores oportunidades de trabajo y prosperidad que no encontraban en un país abundante, donde sus políticos corruptos derrochaban el dinero; dinero y mas dinero, por el trafico de drogas que se producía en Colombia pero que transitaba por el suelo aéreo, terrestre y marítimo mexicano; dinero convertido en dólares, que se confundía con la venta del petróleo, con las remesas de los ilegales mexicanos y por la compra de cocaína y mariguana.   
El México de los setentas y de inicios de los ochentas, es el México de la inmoralidad, de la corrupción y simulación del crimen; es también la decadencia del régimen priísta, el fin del modelo ideológico de la revolución mexicana; un país, de trabajadores burócratas que vivían ni siquiera de las contribuciones que debían pagar sus ciudadanos, sino de los prestamos que el gobierno mexicano requería del Banco Mundial, Banco Internacional de Desarrollo o del Fondo Monetario Internacional; un país de burócratas corruptos que no trabajaban, pero que adquirían casa y automóvil a bajos precios y que encontraban los productos de la “canasta básica” subsidiaria; un país, donde los obreros que generaban la riqueza, se encontraban controlados con sindicatos charros, lideres vitalicios que envejecían sin dar paso a las nuevas generaciones, que vivían estos mejor que los propios empresarios y dueños del capital; un país, donde los estudiantes universitarios se dedicaron a grillar y guardar un resentimiento ideológico, a todo aquello que representaba el gobierno y su régimen político represor, el PRI, estudiantes que reprobaban sus materias, convencidos de vivir en un gobierno dictatorial, demagogo, cínico y corrupto; llegando inclusive comparar la violencia del Estado, como la que vivían países como Chile y Argentina, cuyos habitantes fueron víctimas de los regímenes militares de Pinochet y Videla. Es el país de la hipocresía, donde los presidentes Luis Echeverria Alvarez y José López Portillo, muestran al mundo un discurso izquierdista, revolucionario, solidario con las causas sociales y revolucionarias de Chile, Cuba, Nicaragua y Salvador; donde se vive un país laico y de una moral juarista y anticlerical, pero donde se aplaude, se escolta y se tolera en secreto, la visita de su Santidad Juan Pablo II para dar una misa privada a la familia del Presidente constitucional; un país mil veces hipócrita, donde la televisión mexicana tenía prohibido decir “pinche”, “pendejo”, “chinga tu madre”, “buey” y todo el léxico lépero y alburero de los mexicanos, inclusive hasta palabras como “aborto”, “homosexualismo”, “mota”; sin embargo, donde existe también un cine nacional que se satura de películas eróticas fantasiosas, sobre mujeres hermosas con cuerpos impresionantes, al servicio sexual de hombres comunes, feos, borrachos, flojos, ignorantes; es la época de la perdición y la corrupción total; donde el dinero compra conciencias, políticos, jóvenes, famas; donde los empresarios criminales terminan convencidos que es más rentable dedicarse a la siembra de la amapola o la mariguana, que a la siembra del maíz o del frijol. Donde el empresario Narcotraficante es además, compadre, amigo, hermano, primo y hasta mentor, del diputado, senador, ministro, secretario, gobernador y presidente. Y donde también, los aparatos represivos de persecución e investigación del delito, solo sirven para intimidar a las grupos hostiles y comunistas al régimen autoritario. Un país, donde todos, absolutamente todos, tienen precio. “Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”.

ARTURO DURAZO
JEFE DE LA POLICIA
Ese es el país criminal, donde el jefe de la Policía Arturo Durazo, construye palacios y organiza fiestas espectaculares para congratular a su amigo el presidente y a otros políticos del partido; donde defiende inclusive la criminalidad mexicana e impide, el ingreso de narcotraficantes colombianos, quienes los tortura y ejecuta, escondiendo sus cadáveres en el Rio Tula, advirtiéndoles a la mafia colombiana, que en México, la única mafia que podría existir, seria precisamente la mafia mexicana (controlada por el gobierno); el país criminal, donde el Jefe de Departamento, construye los ejes viales de la Ciudad de México, impedido de expropiar o comprar mayores terrenos, por ser estos de su propiedad; es la época, en que el país despierta de su borrachera, al estallar la crisis económica que devaluó su peso y su moral también, que lo hizo despertar de “su sueño mexicano” y endeudarse eternamente con millones de dólares, con políticos chillones, que bajo el discurso nacionalista, nada pudieron hacer, para que el país fuera saqueado.

REVISTA ALARMA
La crisis económica de México, fue también una crisis moral, de corrupción y cinismo; los precios de los bienes y servicios aumentaban en forma desproporcionada, mientras que los salarios, por mas decretos presidenciales que salieran publicados, o por  conquistas sociales negociadas en los contratos colectivos, resultaban insuficientes, para cubrir las necesidades básicas de las familias; entonces la delincuencia aumenta y el régimen criminal priista, tiene el reto, de seguir incorporando en sus filas, a mas burócratas ineficientes y también, para dar mecenas a las nuevas generaciones de líderes sindicales, espías, porros y madrinas que se incorporan para el control social del país, solo que esta vez, ya no alcanza el dinero; más de setenta millones de mexicanos que requerían comer todos los días y un Partido Revolucionario Institucional, que había desgastado la formula paternalista revolucionaria de gobernar y controlar a la población, que encuentra esta vez, con que su oposición histórica y tradicional, el PAN, el riesgo latente de perder no solamente ayuntamientos y diputaciones, sino hasta gubernaturas, como el caso de Chihuahua en 1986.
Es el fin del proyecto nacional, sepultado por el movimiento estudiantil de 1968 y por los escándalos de corrupción de la crisis económica de 1982; es el fin del país prometedor por el que trabajaron los priistas de los años treinta, cuarenta, cincuenta y sesentas; convirtiéndose ahora en el país, de la inmoralidad, donde aun acecha la guerra fría y la amenaza de intervención de los Estados Unidos sigue existiendo. Y es por eso, que el principal eje rector del discurso del nuevo Presidente de la República, era la “Renovación Moral”, a manera de respuesta y critica al régimen decadente de su antecesor, cuyo lema “La Solución Somos Todos”, termino convirtiéndose en “La Corrupción Somos Todos”.

FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION NACIONAL
REVOLUCION NICARAGUENSE DE 1979
El comunismo seguía avanzando en todo el mundo, esta vez en la región centroamericana. Guatemala, Nicaragua y Salvador se enfrascaban en una revolución aun no terminada, donde el Frente Sandinista de Liberación Nacional y Farabundo Martí de Liberación Nacional, enfrentaban a los militares “cachorros” del imperio estadounidense, que trabajaban a toda costa para evitar el avance de los comunistas; son los años, donde México debía ejercer todavía el poco liderazgo que le quedaba, en sus naciones hermanas latinoamericanas, junto con Colombia, Venezuela y Panamá, y por ello, conformaban el grupo CONTADORA, para abastecer de petróleo a dichas naciones y lograr la paz en dichas regiones, pero sus resultados son infructuosas, los Estados Unidos presionan nuevamente al gobierno mexicano, para que desistiera continuar su política colaboradora.
Ronald Reagan requiere de dinero para financiar no solamente las contraguerrillas centroamericanas, sino también, a los opositores del régimen Iraníe y  frenar la amenaza terrorista de la Ayatola Joemini. Era cuestión de tiempo para que la Unión Soviética cayera y perdiera por siempre la “guerra fría”, los recursos fiscales del erario estadounidense eran insuficientes, para seguir patrocinando el proyecto militar, “La guerra de las galaxias” y los ciudadanos y empresarios americanos, estaban hartos del pago de impuestos, que los gobiernos republicanos exigían. ¿Cómo podía obtener Reagan recursos económicos que le permitieran a los Estados Unidos cumplir con sus proyectos políticos y militares de frenar y extirpar por siempre el comunismo en el globo terráqueo, y también, de frenar la amenaza musulmana de la revolución islámica de Irán; la respuesta la tenía la CIA, había que evitar escándalos políticos como “Irán-Contra” y obtener recursos económicos a toda costa y quienes podían proporcionar esos abundantes recursos, eran países como México y Colombia; y no propiamente de la venta del petróleo, sino del trafico de drogas. ¡Sorprendente pero cierto¡.
México es el país de la política de la doble mascara. El régimen manifiesta políticamente en todos los foros internacionales, su doctrina de no intervención y autodeterminación de los pueblos, mostrándose siempre solidario con la revolución nicaragüense, impulsando con los jefes de otras naciones, la paz en dicha región; pero por otra parte, el mismo régimen, consiente que sus criminales, los narcotraficantes mexicanos, financien la contrarrevolución nicaragüense, para complacer a la CIA y obviamente, a los intereses oscuros y paranoicos de los Estados Unidos.
El gobierno priísta criminal que de revolucionario ya no tenía nada, pero si mucho de criminal, financió con la venta de droga, el hostigamiento militar en contra de los sandinistas nicaragüenses y los guerrilleros gualtemaltecos y salvadoreños; a cambio de ello, el sistema político, vio a nacer a nuevos empresarios criminales, en Jalisco, uno de ellos, Miguel Ángel Félix Gallardo, ex policía judicial que llego a convertirse en prospero banquero y verdadero mentor y protector de sus peores gatilleros, como Ernesto Fonseca alias “Don Neto” y Rafael Caro Quintero, este último, un tipo extravagante que raptaba a mujeres y ostentaba su riqueza inmoral, al grado tal, que su vida excéntrica y sin límites, puso en riesgo el pacto secreto entre México y la CIA (Estados Unidos), al haber asesinado con cizaña, a un agente especial de la DEA, Enrique “El Kiki” Camarena.
CARO QUINTERO
Este es el fin de la primera etapa de la historia del Narcotráfico mexicano, es el fin del sueño y donde la inmoralidad y la corrupción política, se hace visible; el gobierno priísta corrupto y revolucionario, en su sentimiento nacionalista, asesina y tortura a un agente americano de la DEA, dando el mensaje de que no aceptara la intervención de espías americanos, sin el consentimiento del gobierno mexicano; el único que puede espiar e investigar a los mexicanos, son los propios mexicanos; el único responsable de perseguir, investigar y castigar a los delincuentes mexicanos, es también el gobierno mexicano; la única mafia que puede existir en México, es precisamente la mafia mexicana; en pocas palabras, lo que es de México es de los mexicanos y los fechorías y actos inmorales de los narcotraficantes mexicanos, deben ser juzgados por los tribunales mexicanos; Caro Quintero es el antihéroe mexicano, el nuevo Pancho Villa que incursiona en Columbus, asesinando cruelmente a un Agente de la DEA; con qué cara los americanos hablan de la inmoralidad del general Arévalo Gardoqui, Secretario de la Defensa Nacional y del Presidente de la Republica Miguel de la Madrid, cuando el propio Ronald Reagan, acepta el dinero de la venta de droga de los carteles mexicanos, para financiar la contraguerrilla centroamericana y frenar a toda costa la revolución islámica. Hablar de moral a una nación de políticos corruptos, criminales e inmorales, no es tan moral como pareciera. Los policías y fiscales americanos, encabezados por los agentes de la DEA, tiene miedo de llegar a la verdad, “verdadera”, o la conocen bien, pero no quieren llegar a sus últimas consecuencias, no quieren revelar que la empresa criminal llamada Narcotráfico, se convirtió en el soporte económico no solamente de algunas naciones latinoamericanas como México, Colombia, inclusive hasta de Cuba; sino también, en una de las principales fuentes de ingresos, para las actividades “ilícitas” de los americanos. 
Estados Unidos de América, decide acabar con los capos narcotraficantes; presiona a las policías mexicanas y colombianas, para detener y encarcelar, a sus respectivos carteles; América Latina tiembla de la intervención armada de los americanos, so pretextando sus funciones policiacas para abatir el narcotráfico. Las acusaciones señalan a la ruta Colombia-Panamá-México, o Colombia-Panamá-Cuba.  Los revolucionarios comunistas cubanos, juzgan al general Arnaldo Ochoa, con la pena capital, acusado de haber traicionado la revolución por sus nexos con el narcotráfico, por permitir éste el tráfico aéreo y hasta marítimo de drogas de la ruta Colombia-Cuba-La Florida, llegando inclusive al extremo de televisar durante un mes el juicio al ex héroe de guerra, quien en aras de “salvar a la Revolución”, (quizás al Comandante Fidel Castro), confesó su alta traición; posteriormente en Colombia Pablo Escobar el “Cartel de Medellin”, sería el enemigo público numero uno de todo Colombia, lo acorralarían hasta finalmente capturarlo y con ello, descubrir su poderío político y económico conocido secretamente por el gobierno colombiano y la CIA; Panamá, otro caso más, el dictador de dicho país, Manuel Antonio Noriega enfrenta también acusaciones de narcotráfico, a tal grado, que no puede evitar la intervención armada de los Estados Unidos, para su captura y encarcelamiento. Y mientras eso ocurre, en México encarcelan a Ernesto “El Neto” Fonseca y a Rafael Caro Quintero, posteriormente en un operativo policiaco, moriría Pablo Acosta Villareal, pionero del negocio del narcotráfico mexicano; lo mismo hacen con el Ex Jefe de la policía Arturo Durazo, acusado de corrupción, peculado, tráfico de armas, homicidio; pero misteriosamente, no lograrían ejecutar catorce ordenes de aprehensión contra el operador intelectual del narcotráfico mexicano, Miguel Ángel Félix Gallardo, alias “El Padrino”, el verdadero Jefe de todos los narcos nacionales. (¿?).
México mientras tanto, en esta última etapa, sigue conservando su soberanía, defendiéndose ya no del comunismo soviético, sino de la intervención armada de los Estados Unidos. Tratando de seguir en pie, pese al terremoto de conciencias que sacudió a las conciencias de aquel 1985 en la Ciudad de México. Ni los constantes campeonatos que el Club  América consiguió en la década de los ochentas, ni el mundial de futbol soccer celebrado en el 86, fueron suficientes para distraer al pueblo, de su crisis política, económica y moral; tarde o temprano la “nomenclatura mexicana” de la clase política priísta sufriría una fuerte fractura, el “pacto criminal revolucionario” se rompería, aquel que alguna vez había salvado Gustavo Díaz Ordaz en aquel memorable 1968, ahora no lo lograría salvar Miguel de la Madrid Hurtado, ante la prueba de fuego de la transición, del año de 1988.   


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