C@MUNICAD@S DE LA REV@LUCI@N 012/3010
El Gobernador de Coahuila Venustiano Carranza logra el apoyo del Estado de Sonora y junto con los generales Lucio Blanco, Candido Aguilar, Francisco José Mugica y otros, proclaman el Plan de Guadalupe, cuyo principal acuerdo es erigir al viejo Gobernador, como “Primer Jefe del Ejército Constitucionalista” y recuperar la Ciudad de México, del gobierno usurpador.
Para ello, logra contraer un crédito de 5 millones de Pesos, para poder imprimir su propio papel moneda y estar en posibilidad de conformar un ejército conformado por las milicias del Estado de Coahuila y Sonora, más a parte, convoca a los revolucionarios del Ejército Libertador de la Revolución de 1910 y al Ejército Federal, con excepción de los regimientos golpistas de Veracruz y Ciudad de México; para conformar una fuerza militar suficientemente armada que permita recuperar la Ciudad de México.
Emiliano Zapata mientras tanto, no se suma a la convocatoria de Carranza, contrario a ello, proclama las reformas al Plan de Ayala, donde desconoce también a Huerta, pero se erige este, en Jefe de la Revolución y por consiguiente general del Ejército Libertador del Sur.
Por otro lado, el Usurpador de Victoriano Huerta logra contratar un crédito de 100 millones de Pesos de bancos ingleses, franceses y alemanes; después ante el Congreso de la Unión, se asume este como “indígena” y promete crear el Departamento Agrario y el Departamento del Trabajo, para estudiar la problemática que motivó la revolución. Advierte que por el bien de la patria, logrará la pacificación del país “cueste lo que cueste” y como prueba de ello, logra convencer al revolucionario Pascual Orozco a desistir de la rebelión, otorgándole el grado de General Brigadier.
Así pues, mientras los dos bandos van tomando fuerza, con crédito y armas, para la guerra civil que viene, los anarco sindicalistas de la Casa del Obrero Mundial, manifiestan ser “neutrales” en el conflicto.
Solo faltaba el pronunciamiento de Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos de América, a fin de determinar si continuaría este la política de su antecesor de respetar la “ neutralidad” o bien, tomar partido por alguno de los dos bandos. Nada mejor que el diplomático carrancista Isidro Fabela, para tan importante encomienda.