LUTHER KING, ROBERT KENNEDY Y MÉXICO UN PAÍS ABURRIDO


Ante una concentración masiva de 200 mil asistentes, Martín Luther King encabezó una de las manifestaciones masivas en contra del racismo y por los derechos civiles, al pie del monumento a Lincon en Washington. Eso ocurrió el 28 de agosto de 1963.

El Líder afroamericano, recordando en su discurso a los fundadores de los Estados Unidos, les dijo a sus asistentes, que en su Declaración de Independencia, habían firmado un promisorio pagaré, en el que se establecía que todos los hombres, se les garantizaba el derecho a la vida, a la libertad y a la felicidad; pero ese cheque se les había entregado a los “negros” sin fondos, porque el Banco de Justicia estaba en “bancarrota” y se negaba a creer que no hubiera los suficientes fondos en los enormes cofres de oportunidades que ofrecía dicha Nación.

En la manifestación, el Líder exigía el cobro de ese “cheque”, un “cheque” que les daría la riqueza de la libertad y la seguridad de la justicia. Exigiendo pues que América cumpliera con su promesa, pues se vivía un momento urgente; que nunca podrían estar satisfechos; diciéndole a los manifestantes que volvieran a sus tierras, que volvieran Alabama, a Carolina del Norte, a Georgia, Luisiana, que volvieran a sus miserables aldeas, sabiendo que esa situación tarde o temprano iba a cambiar, que no se permitieran deleitarse en la desesperación.

Que aún con todas esas dificultades, dijo en medio de la efervescencia, se tenia el sueño de que esa nación se elevaría y viviera el verdadero significado de sus creencias, “que todos los hombres habían sido creando iguales”, de que tenía el sueño de un día en las montañas de Georgia, los hijos de los esclavos y de los antiguos dueños de estos, serían capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad; que algún día el Estado de Misisipi, calcinado por el calor de la injusticia, se transformaría por el oasis de la libertad y de la justicia.

El sueño de que sus hijos vivieran en una nación donde no serían juzgados por el color de su piel sino por el tenor de su carácter.

El sueño de que un día Alabama, los chicos negros y las chicas negras, serían capaces de entrelazar sus manos con los chicos blancos y las chicas blancas, como si fueran hermanas y hermanos.

El sueño de que cada valle - dijo - se elevaría en cada colina, en cada montaña, que los lugares escarpados se convertirían en llanuras y se revelaría la gloria del Señor y todos los mortales podrían verlo.

Esa era la esperanza, la fe, - les dijo convencido su líder - con la cual regresarían al sur; la fe capaz de moldear montañas de la desesperación, para convertirlas en una roca de esperanza; la fe de transformar la irritante discordia de la nación en una hermosa sinfonía de libertad, de ser capaces de trabajar juntos, de jugar juntos, de luchar juntos, de ir a presión Juntos, de defender la libertad juntos, sabiendo que un día serían libres.

Así pues, en Estados Unidos la nación más democrática del mundo, se vivían injusticias, desigualdades, racismos y para variar, asesinaban a sus líderes, como había ocurrido con el Presidente John F. Kennedy, otro líder afroamericano Malcom X y ahora, en aquel Abril de 1968, en Memphis Tennessee, al líder de tan bellas palabras.
Así pues, en la nación del Imperio, ante los discursos poéticos, los autoritarios de allá respondían con balas en los cuellos.

Si eso ocurría en la Nación más civilizada del mundo, que pregonaba la libertad y la democracia, que se podía esperar de un país pobre y subdesarrollado como el nuestro, donde oficialmente, no existían los problemas que motivaran las multitudinarias manifestaciones que se vivían en los Estados Unidos de América.

No había guerra de Vietnam, no había discriminacion, no habían hippies Rockeros y tampoco drogadictos; un país en calma que se dedicaba a organizar la olimpiada, para ofrecer la amistad del pueblo de Mexico a las naciones del mundo.

Allá asesinaban a Martín Luter King y para variar, dos meses después hicieron lo mismo con el candidato presidencial Robert Kennedy; asesinado también en una convención de su partido en junio de 1968.

¡País en guerra, de racistas, de magnicidios!. Y además.... de perros imperialistas.

Era claro, que los problemas ocurrían allá en los Estados Unidos y que Mexico, debía conservar a toda costa su paz social, antes de que que jóvenes greñudos, mugrosos y desorientados, por las “nocivas influencias del extranjero”, empezaran a contaminar los aires de tranquilidad de nuestra hermosa nación.

En México pues, por disposición del Ciudadano Presidente, ¡NO PASABA NADA!.


Y como que los jóvenes de acá dijeron: ¡PUES QUE ABURRIDOS VIEJOS!. .... ¡CREEN QUE VIVEN EN LOS TIEMPOS DE PORFIRIO!..... ¡ABAJO LA MOMIZA!




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