DE COMO LA UNAM, SE HIZO UNIVERSIDAD NACIONAL


Las tensiones políticas entre el gobierno y la Universidad, se vivieron durante la década de los años treinta. La Cámara de Diputados, consideraba a la Universidad como un bastión “reaccionario a la revolución”, por lo que para controlar y exterminar dicha oposición al régimen, ésta únicamente autorizó en el presupuesto de egresos y en calidad de “ultima vez”, una partida presupuestal de diez millones de pesos para la “Universidad Autónoma de México”, mismos que deberían ser reintegrados por dicha entidad en el espacio temporal de cuatro años. Igualmente, desde las esferas del poder público, se creó y se organizó la primera institución educativa de educación superior, acorde a las necesidades del modelo nacionalista y revolucionario. El Instituto Politécnico Nacional, cuyo lema institucional lo dice todo: “La Técnica al Servicio de la Patria”.

Claro que el gobierno revolucionario no cesaría en su proyecto de reconquistar y someter a la Universidad. Pues, no podía dejar que una institución como esa, produjera la cantidad de cuadros enemigos del régimen nacionalista que se estaba construyendo. Tan sólo para los años 1939 y 1940, a consecuencia del triunfo militar de la Falange franquista en la guerra civil española, los movimientos católicos, conservadores, reaccionarios, católicos o de “derecha”, volvieron a tomar fuerza y aprovechando el año de la elección presidencial en 1940, decidieron apoyar al candidato opositor al régimen, a través de un general supuestamente “revolucionario”, llamado Juan Andrew Almazan, que lo mismo agrupaba, a la disidencia católica radical del movimiento excristerio y sinarquista, hasta los propios simpatizantes del gobierno revolucionario como lo eran el zapatista Antonio Díaz Soto y Gama y el general Joaquín Amaro, que consideraban a Manuel Ávila Camacho como una imposición de Lázaro Cárdenas; sin omitir desde luego, las huestes universitarias, representadas por Manuel Gómez Morín y el recién partido político de color azul y blanco, que serviría de fiel oposición al régimen priísta: Partido de Acción Nacional.

Se llegó a pensar, que el gobierno debería controlar a la Universidad a través del la designación de su rector, pero eso no podía ser, dado que la autonomía universitaria, era una autoridad colegiada, denominada Junta de Gobierno, integrada por personas afines a la “reacción”, los que designaban al Rector de la Universidad, situación que dejaba imposibilitado a los gobiernos revolucionarios, para intervenir en los asuntos de la Universidad.

Entonces, el Presidente Manuel Ávila Camacho, en su afán conciliador y en su política de Unidad Nacional, dejo atrás los discursos revolucionarios radicales que habían tenido sus antecesores, no vituperaría a la Iglesia católica, ni llamaría tampoco a formar mas sindicatos o a convocar a una huelga general, tampoco amenazaría con otra expropiación; simplemente negoció con los funcionarios de la Universidad, para otorgarle de nueva cuenta recursos públicos, restituirle el nombre de “Universidad Nacional”, así como hacerle una considerable donación, de extensos terrenos ubicados en el Pedregal de San Ángel.

El Rector Rodolfo Brito Foucher, acepto la tregua e inició las negociaciones para la elaboración de un gran proyecto, de gran envergadura en la historia de la Universidad Nacional. La fundación y construcción de la Ciudad Universitaria.

El “nuevo contrato” celebrado entre la Universidad y el gobierno revolucionario, sería a través de la promulgación de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicada el 30 de diciembre de 1944.

La conciliación llegaría a su máximo grado, en 1946, con la designación del candidato presidencial del Partido Revolucionario Constitucional, Lic. Miguel Alemán Valdés. Egresado de la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México y quien no dudaría, en darle los recursos económicos necesarios a su alma mater, para la construcción y modernización, de la Institución de Educación Superior más importante del país.

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