EL ODIO PRESIDENCIAL. ¡LA UNAM SU PRIMERA VICTIMA¡.




Un tipo gestado en la cultura autoritaria y represiva como lo fue Gustavo Díaz Ordaz, aprendió que tras la protección de los hombres fuertes del Estado de Puebla, entiéndase gente como fue el general Maximino Ávila Camacho y otros caciques de la region, podía adquirir el título de Licenciado en Derecho “gracias a favores”, para luego después en convertirse en abogado, Agente del Ministerio Público, Juez, Presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, Magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Secretario de Gobierno y hasta Vicerrector de la Universidad de Puebla.

Quizás durante sus años de “académico”, el Licenciado Díaz Ordaz, aprendió que la Universidad, era una instancia de tipos “sabelotodos”, que se dedicaban a vanagloriar los “egos”, en el que debían acudir jóvenes bien portados, así como de funcionarios universitarios que debían complacer las peticiones que hicieran las autoridades del Estado. Por ejemplo, si el Gobernador pedía que se le ayudara a un estudiante, había que hacerlo, mera cuestión de formas.

Así pues “Gustavito” como le decía Adolfo López Mateos, aprendió desde muy joven, que “el Jefe manda y si se equivocaba, el jefe volvía a mandar”.

Sin embargo, no muchos funcionarios universitarios entendían esto; inadmisible que algunos académicos, actuaran como viles lacayos. La UNAM, no era la Universidad de Puebla.

Por ejemplo, en 1954 el Director de la Facultad de Derecho de la UNAM, Dr. Mario de la Cueva, le escribió una carta al Rector, manifestando su inconformidad, respecto a que “fuerzas extrañas de la Universidad”, insistieran en que un estudiante que nunca se había presentado a clases, pudiera concedérsele el trámite de examen profesional. Petición que no obstante de haber sido rechazada por el Consejo Técnico de la Facultad, de habersele acreditado las inasistencias del alumno e inclusive, demandado también la irregularidad ante el Tribunal Universitario; el estudiante incómodo, faltista e influyente, pudo presentar tranquilamente su examen profesional y con ello, recibir inmerecidamente el título de Licenciado de Derecho.

Ese estudiante era un “junior” empresario, se trataba ni más, ni menos, que el hijo del expresidente Miguel Alemán Valdez. Ignorado el Director de la Facultad de Derecho, Mario de la Cueva, por haber defendido la institución académica que representaba al haber tratado de impedir la burla académica cometida, en un gesto honroso, renunció a su cargo.

Ese tipo de actitudes no las podría entender el Presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz. Un egresado provinciano de la Universidad de Puebla, que pese haber sido alguna vez el Vicerrector de su alma mater, seguramente envidiaba y odiaba, a los versados de la UNAM. Un complejo de inferioridad, que ni el poder presidencial podía sanar.

Para el año de 1966, el Gobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Celis, le pidió al Presidente, “ayudará a su muchacho”, otorgándole el título de Licenciado en Derecho.

Acostumbrado Gustavo Díaz Ordaz a tratar como era tratado, le llamó al Rector de la UNAM, Ignacio Chávez, para que “viera la manera” de que se pudiera titular de abogado el hijo del Gobernador. El Rector Chávez, de forma educada, le negó el apoyo. El Presidente molesto, le ofreció escogiera alguna embajada, pero el Rector le respondió que con gusto aceptaría una embajada, una vez que terminara su rectorado. El Presidente colgó el teléfono y advirtió, “pues que termine su rectorado”, ...”,¡que termine!” - replicó Echeverría. ¡Ni rectorado, ni embajada!. .... ¡Directo a la chingada!

Acusado de ser “priista” por los estudiantes comunistas y de “riguroso clasista” por los porros del MURO, el Doctor Ignacio Chávez había sido designado por la Junta de Gobierno para ser Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Mexico desde el año de 1961 y fue reelecto posteriormente por cuatro años más en 1965.

Durante su rectorado, se emprendió una serie de reformas académicas, como el de implementar un examen de admisión de ingreso o haber aumentado de dos a tres años, los estudios de Preparatoria.
Pero estas reformas, fueron objetadas por los grupos del MURO. Quienes apoyados por Comités de Estudiantiles, llevaron a cabo la huelga de la Facultad de Derecho.

La Rectoría suspendio al líder de la revuelta, así fuera este el muy hijo del Gobernador de Sinaloa, pero el movimiento no cesó, sino que se intensificó, pues los estudiantes huelguistas denunciaron penalmente al Rector; este sin dejarse intimidar, respondió de igual forma, pero los estudiantes, ya con el “permiso” y la consigna dictada “desde muy arriba”, asaltaron la sede de la Rectoría, donde secuestraron al Rector, a fin de presionarlo entre chiflidos y mentadas de madre, para que este de una vez renunciara. Abandonado a su suerte, el Rector Chávez entregó su renuncia y en medio de la trifulca, de los gritos, de los jaloneos y escupitajos, terminó abandonando el edificio la Rectoría.

Con este acto, las fuerzas porriles de la Universidad, estaban listas para cerrar escuelas, realizar pintas, dañar inmobiliario, intimidar a funcionarios, expulsar rectores y cumplir con ello al pie de la letra, las instrucciones que les dictaran desde algún escritorio de Gobernación.

¡Un gobierno autoritario que controlaba a sus universidades!. 

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