EL PACTO CRIMINAL


¿Y donde entran los criminales?. Mejor dicho: ¿Dónde entra lo que hoy conocemos como delincuencia organizada?, o acaso, ¿ya existía la mafia mexicana?. Los criminales de la época, también habían sido cooptados por el régimen de la revolución mexicana, los cuales, no podían tener más líder, o reconocer, mayor capo, que el propio presidente de la Republica. Esa es la verdad. Los criminales mexicanos quienes habían desconocido del gobierno a Venustiano Carranza, a quienes habían asesinado a este, a Emiliano zapata, a Francisco Villa, a Álvaro Obregón; los que habían despojado cientos y hasta miles de hectáreas de tierras, los que atemorizaban a los obreros con expulsarlos de sus fuentes de trabajo, obligándolos afiliarse a su organización y a participar en sus manifestaciones, inclusive a votar a favor por el PRI, esos y nada mas esos, eran los criminales de aquella época; los mismos que robaban elecciones en los ayuntamientos, en los estados y en el país entero, para cometer en los casos urgentes y graves, el fraude electoral.

El Presidente de la Republica, llámese Miguel Alemán Valdez, Adolfo Ruiz Cortinez, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, tuvo que ingeniarse para que México continuara con esa paz y esa prosperidad económica que le generaba el proyecto de nación que habían encontrado y que había que defender, en el mundo hostil y bipolar de la guerra fría. Para ello, era necesario, afianzar los medios de control político, que debían de ser “invisibles”, “ocultos”, “simulados”, que dieran al país, una apariencia e vivir en un régimen de libertades, al más estilo “americano”, con las conquistas sociales, obreras, campesinas y populares, al más estilo socialista.

El gran reto del Jefe de Jefes, del gran Capo de todos los Capos, llamado legalmente Presidente Constitucional, fue diseñar sus propios medios de control social, que le permitieran tener al país en paz, sin revuelta ni revolución, sin guerra, ni intervención americana. El pacto, sería ahora con los criminales, muchos de ellos convertidos en prósperos políticos y empresarios, pero con un pasado criminal de robo, homicidio, despojo y traición.

México hace también su propia central de inteligencia, llamada Dirección Federal de Seguridad. Órgano administrativo que rendía cuentas únicamente al Presidente de la Republica y que trabajaría de manera coordinada, con todas las policías del país, las que estaban al servicio del Ministerio Público institución burocrática que investigaba y perseguía los delitos y también, de los ayuntamientos, estados y Distrito Federal, conocidos estos últimos como policías preventivos o de tránsito, quienes preservaban en sus comunidades la paz y el orden público. Pero también, la “policía secreta mexicana” trabajaría con muchos agentes secretos, que jugarían papeles de delincuentes, contrabandistas, traficantes de drogas, lenones, líderes sindicales, golpeadores, porros estudiantes; personas que a su vez, se encontraban coludidas con el Ministerio Publico y quienes tenían la patente, de robar, amedrentar, golpear, asesinar, intimidar, a la población. El pacto criminal, era fácil de entender.

Los criminales no reconocerían mas jefe, que el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a quien debían pagarle tributo, por concepto de todas las cuotas sindicales y ganancias que se obtenían del tráfico comercial de bienes y servicios prohibidos, como lo era el contrabando y la prostitución, también debían apoyar incondicionalmente, con votos y personas para “acarreos” en mítines y manifestaciones, a favor de los candidatos del Partido Revolucionario Institucional. A cambio de estos, el Presidente se comprometía a “dejar trabajar” a los criminales, en los negocios ilícitos que estos emprendían, señalándolas las rutas, las plazas y horarios en que debían de traficar, los cuales les imponía la prohibición de “vender” en ciertos lugares, imponiéndoles un código de ética, como no pelearse con las otras bandas criminales o no vender determinada mercancía dentro de los límites del territorio nacional, así como trabajar de manera conjunta con la policía mexicana, para entregar aquellos delincuentes que incumplieron con el contrato criminal.

El Gobierno mexicano en el ámbito internacional, abría dos frentes. El primero de ellos, consistiría en que el Presidente constitucional trabajaría de manera secreta y cooperativa con la CIA americana, para detectar, prevenir, reprimir y en su caso, entregar o exterminar a las células de comunistas que amenazaban con cumplimentar los designios soviéticos de exportar su revolución comunista por todo el mundo; respecto a la KGB, no entablaría ningún trato directo, sino que lo haría a través de sus emisarios, sus “hermanos cubanos”, de esa manera clandestina o de “closet”, los funcionarios románticos revolucionarios del régimen priísta, financiaron la revolución cubana, apoyaron desde el territorio nacional, con protección para circular en suelo nacional, a células comunistas provenientes de España, veteranos de la guerra civil de ésta, para el otorgamiento de armas y entrenamiento militar a jóvenes radicales del movimiento 26 de julio, que transitaban y hasta trabajaban libremente por las calles de la Ciudad de México y de las preparatorias y facultades de la gloriosa y siempre imponente, Ciudad Universitaria en México. Siendo estos jóvenes o agentes rusos, sin saber que lo eran, Ernesto Guevara, alías el “Che” y Fidel Castro.

El gobierno mexicano tenía todo bajo su control. Su soberanía no estaba de ninguna forma en riesgo. El pacto con los americanos, seria que México no sería comunista y tan pronto detectara una revolución comunista en su suelo patrio, lo reprimiría hasta exterminarlo. Con los rusos soviéticos, el pacto sería que apoyaría al triunfo de la revolución cubana comunista, con la única condición, de que estos, de ninguna forma, decidieran exportar su revolución en el suelo patrio mexicano que los había apoyado desde el principio. De esa forma, México puso límites frente a Estados Unidos y a la Unión Soviética; frente a los americanos para no intervenir con golpes militares como acostumbraba en Centroamérica y Sudamérica; mientras que frente a los rusos soviéticos, el límite sería que México sería inmune, de la revolución comunista, la cual si podría ser exportada, inclusive apoyada secretamente por los gobiernos priistas revolucionarios a otras regiones de América Latina; pero eso sí, en México no habría necesidad de revolución comunista, en virtud de que ya había tenido su propia revolución social. 

Paradójicamente, el régimen priísta revolucionario e institucional mexicano, frena a las ansias paranoicas de la nación más poderosa del mundo que para sus desgracias geográficas, colinda con esta, para no imponer gobiernos militares como ocurría con América Latina y por la otra parte, reivindicaba su doctrina ideológica revolucionaria, como una forma, de reivindicar su identidad política, social, económica, histórica.

El Presidente y el PRI le dan por lo tanto, verdadera independencia política y económica al país. “La Autodeterminación y la no intervención de los pueblos”, es el postulado de la política internacional mexicana, algo así, como “no te metas conmigo, porque yo no me meto contigo”, ideal por el cual, los gobiernos priistas transitaron por una guerra fría, ajena a los conflictos y riesgos de una tercera guerra mundial, donde la voz de México se haría notar con la propuesta de desarme nuclear y con la organización de una fiesta olímpica internacional, a fin de demostrar al mundo entero, que si existía una tercera opción ideológica, que no fuera la liberal americana o la socialista soviética, que esa opción, la representaba orgullosamente México y de su Partido Revolucionario Institucional.

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