LA CONJURA DE LOS EEUU SOBRE MEXICO. (ANTES DEL 68).
Los servicios de inteligencia y espionaje, siempre han existido. Pero no fue que estos se modernizaron a nivel mundial, con la llegada del Director de la Oficina Federal de investigación (FBI) de los Estados Unidos, John Edgar Hoover.
Hoover ingresó al Departamento de Justicia en el año de 1917, pero no fue hasta 1924, cuando se le designó como director del FBI. Lo primero que hizo, fue limpiar la organización de corruptos, rodeándose de agentes leales y profesionales.
Después llegaría la segunda guerra mundial, cuando la amenaza mundial fueron los nazis, entonces los agentes del FBI se trasladaron a Europa para coadyuvar con los militares, tratando de intervenir la comunicación de las fuerzas enemigas y poder con ello anticipar, las acciones militares por emprender. Esa organización policiaca militar se llamaría la Office of Strategic Services, en el participarían espías de primer nivel como Allen Dulles y Win Scott.
Finalizando la guerra mundial, nacería la Central de Inteligencia Americana, la CIA, cuya principal misión, sería efectuar trabajos de espionaje, sobre los actividades no solamente de los enemigos de la paz, (los comunistas), sino también, hasta de personajes del medio artístico, cultural, político, social de los Estados Unidos y del mundo entero, incluyendo México.
Después Win Scott fue designado delegado de la CIA en Mexico, donde montó su oficina central de espionaje con cobertura en toda América Latina y donde conocería y entablaría una gran amistad, con el expresidente Adolfo López Mateos. Conociendo de igual forma a quienes se desempeñaban como Secretario y Subsecretario de Gobernación, así como Director de la Federal de Investigación, nos referimos a Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y Fernando Gutiérrez Barrios, respectivamente.
Apenas unos veinte años atrás, el ex Presidente de México Miguel Alemán crearía su propia Agencia Central de Investigación en México. Le cambiaría la denominación de Información Política de la Secretaría de Gobernación, de la que él, había sido Secretario en el sexenio anterior, para crear, en forma unilateral y sin fundamento jurídico alguno, la oficina denominada “Dirección Federal de Seguridad”. “La “CIA” mexicana”¡.
La “CIA mexicana” nació en 1946, en el mismo año de la “CIA Americana”. Sin embargo, las diferencias entre una corporación y otra, eran abismales, pues si bien ambas se distinguían por efectuar servicios de espionaje, lo cierto era que ambas corporaciones, la profesionalización y la tecnología que empleaba, era el principal factor que diferenciaba una de la otra. Aunado a que la ”CIA mexicana”, es decir la Dirección Federal de Seguridad, terminó por subordinarse a las políticas y directrices de la Central Intelligence Agency; a través de su Agente secreto y especial en México: insospechadamente, el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos: primero Adolfo López Mateos y después Gustavo Díaz Ordaz; también lo serían altos funcionarios del gobierno mexicano, como Luis Echeverría Álvarez quien se desempeñaba como Secretario de Gobernación y Fernando Gutiérrez Barrios, el Director de la Federal de Seguridad. Lo peor de todo esto, es que recibían pago por sus servicios prestados. ¡Salían muy caros!.
El Embajador estadounidense en Mexico Fulton “Tony” Freeman, con la información que recibía de Win Scott Delegado de la Cia, estaba convencido que “algo” podría “pasarle a Mexico”, la revuelta estudiantil en Mayo ocurrida en Francia podía repetirse, en Mexico; así que en entrevista personal con el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, le insinuó que una revuelta estudiantil podía obstaculizar la olimpiada, o lo que fuera peor, derrocar al Presidente.
El Presidente Gustavo Díaz Ordaz, pudo haber entendido la señal como una advertencia que sobre el, caería un “golpe de Estado”, que posiblemente su gobierno, no era bien visto por el Presidente de los Estados Unidos Lyndon B. Johnson. Que seguramente Estados Unidos vería con buenos ojos un gobierno militar, como los que existían en Centroamérica y Sudamérica; quizás veía con malos ojos, el apoyo que daba Mexico al gobierno socialista de Fidel Castro, o quizás, la CIA contaba con información que el no tenía.
El Presidente montó en cólera, llamó a su leal colaborador Luis Echeverría, al igual que al Secretario de la Defensa Nacional el general Marcelino García Barragán, al Jefe del Estado Mayor general Oropeza y al general Alfonso Corona del Rosal Jefe del Departamento del Distrito Federal, para advertirles, que “algo se tramaba contra Mexico”; el Secretario de Gobernación tomó nota de los acuerdos y la idea de conjura internacional era un hecho. La revuelta estudiantil podría estallar en julio. Era cuestión de anticiparse a ella. Los servicios de espionaje debían de funcionar en todo.