GUSTAVO DIAZ ORDAZ EL CANDIDATO
El país que recibió el nuevo Presidente de Mexico, fue el de un país con 38 millones de habitantes, en crecimiento económico, producto de las políticas macroeconómicas del “desarrollo estabilizador”, mas conocido también como el “Milagro Mexicano”.
El Banco de Mexico reportaba un crecimiento anual del 6.5% del Producto Interno Bruto, una paridad peso dólar de 12.50, con un salario mínimo de 17.79 pesos y un precio del litro de la gasolina, según fuera “mexolina” o “supermexolina”, que oscilaba entre los 0.50 a 0.80 centavos.
Mexico era un país, en proceso de desarrollarse como una nación próspera.
En el terreno político, el país vivía también una estabilidad política. Si bien era cierto, era gobernado por un partido político hegemónico como era el PRI, que tenía el control de casi todo el poder político, cierto también era, que el régimen político no era producto de un golpe militar, ni la nación era gobernado por militares. Se reconocía en Mexico las garantías individuales, pero también derechos sociales de carácter agrario y laboral, que ni aún en las naciones liberales o socialistas dominantes en el mundo, existían.
La estabilidad política que vivía el país, (casi veinte años de gobiernos civiles "electos democráticamente"), más su estabilidad económica, colocaban a la Ciudad de México, como una propuesta seria y competitiva, para disputarle la sede de las olimpiadas, a otras ciudades, como Buenos Aires Argentina, Detroit Estados Unidos y Lyon Francia.
Otorgarle la sede de las olimpiadas a Mexico, era un reconocimiento merecido a un gobierno, que se había esmerado para obtenerlo.
Finalmente, fue en 1960 cuando el Comité Olímpico Internacional le asignó la sede de la XIX Olimpiada de la era moderna, a la Ciudad de México; motivo de júbilo nacional, pero también de mucha preocupación, la Olimpiada, no solamente era un reconocimiento a la gestión y gobernanza pública del país, sino que también era, una ventana de oportunidad de mostrar a Mexico en el mundo, como un país civilizado, avanzado, digno de aportarle a la comunidad internacional, un mensaje de paz que se requería en esos momentos.
Lo sabía perfectamente el nuevo Presidente, Gustavo Díaz Ordaz defendería a la patria, ante el enemigo que podría atentar contra el orden y la paz.